
Inmersos en septiembre, la vuelta al cole supone el reencuentro con los profesores, con los compañeros de clase, con las aulas, con los madrugones o con las tareas. Desgraciadamente, en algunos casos también supone el reencuentro con los piojos.
Dado de la forma de jugar de los niños es el escenario ideal para que estos parásitos transiten de una cabeza a otra, el inicio del curso escolar suele ser uno de los momentos en los que más contagios se producen. En consecuencia, en este periodo suele producirse un aumento en la demanda de productos y tratamientos antipiojos. Desde insecticidas y siliconas hasta peines eléctricos o lendreras, pasando por remedios naturales.
En este sentido, existe un sinfín de artículos que indican a los padres cuál es, según cada cual, el mejor producto, el más eficaz, el que deben comprar. Sin embargo, y al igual que sucede con listados similares de todo tipo de productos, casi siempre resulta muy difícil saber en qué basan sus conclusiones.
Para acreditar credibilidad, desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) han elaborado un vídeo didáctico en el que explican y detallan cómo analizan y estudian los productos antipiojos.
Cómo hacen el análisis
"Todos estos productos en formato espray, loción, gel o lendreras eléctricas aseguran acabar con piojos y liendres, ¿pero consiguen su objetivo?" se pregunta la organización de forma introductoria.
Tal y como se explica en el vídeo, una vez seleccionados "varios de los antipiojos más vendidos en nuestro país", se procede a verificar la efectividad de cada uno. En el análisis que se documenta, en concreto, se verificó cada producto en tres muestras de cabello humano con 20 piojos y otras tres muestras con otras 20 liendres. "La prueba se realizó en un laboratorio garantizando que las condiciones fueran idénticas en todos los casos", indica la organización.
Para hacerlo, masajearon cada muestra de pelo con abundante producto, para después dejarlas en un baño a 32 grados el tiempo que indicase cada una de las instrucciones correspondientes. Una vez hecho esto, se lavaron los cabellos y contaron los supervivientes.
Verificada la efectividad, también se procedió a analizar otros factores, como la facilidad de uso y la comodidad, el olor y la textura o la sensación que deja el producto, entre otros. Junto con esta valoración de usuarios, recurrieron a expertos para evaluar el etiquetado, las instrucciones y la información que los fabricantes deben declarar de forma obligatoria.