Cuando hablamos de tratamientos estéticos, ya no lo hacemos de manera aislada, ni con la idea puesta en parecernos a quien no somos. Las nuevas tendencias nos invitan a mirarnos como un todo para buscar el equilibrio adecuado entre nuestros rasgos, formas y proporciones. Esta es una de las misiones de la doctora Dagné Pupo, fundadora y directora médica de Dagné Pupo Clinic, quien es experta en armonización facial y en envejecimiento saludable, aquel que aporta calidad a los años y en el que merece la pena invertir en resultados sostenidos a largo plazo.
En un mundo obsesionado con el arco mandibular como símbolo de juventud y belleza, la doctora Pupo explica cómo el tercio superior de nuestro rostro puede ser determinante a la hora de conseguir ese aspecto relajado y fresco. "El envejecimiento en esta zona viene dado por una esqueletización de la estructura ósea del rostro. ¿Cómo se visibiliza? Con una marcación, cada vez más pronunciada, de la cresta. Toda el área cerca a los ojos se ve más esqueletizada, también las fosas. De ahí que, cuando miremos el tercio superior en algunos pacientes o con el paso de los años, este recuerde a la forma anatómica de un esqueleto".
Haciendo un recorrido en la historia, Pupo nos recuerda que la concavidad que produce la prominencia angular en la frente y la glabela suborbitaria, esto es, ese hueco en la sien que se puede ver en la zona del tercio superior, ha sido considerado en las culturas del sudeste asiático como un signo de mala suerte. "Es por eso que, desde Asia, se profundizó mucho en las distintas técnicas que podrías tener y con las que podríamos trabajar esta zona".
Cómo tratar el tercio superior del rostro para un efecto 'wow'
La experta señala que, hasta ahora, se ha tratado con neuromoduladores. "Es una técnica ideal para trabajar las arrugas dinámicas, también prevenir esas posibles o ya existentes arrugas estáticas y mejorar la calidad de la piel. Sin embargo, esa propia atrofia que provoca el neuromodulador hace que necesitemos complementar con algún tratamiento para la atrofia grasa y para esa reabsorción ósea que también vemos y es evidente".
Reconoce que el producto más seguro para trabajar estas necesidades es el ácido hialurónico, y nos explica los dos tipos de reticulaciones que existen. "Por una parte, podemos trabajar para hidratar la zona, en las primeras etapas del envejecimiento y con el objetivo de prevenir esa reabsorción tan exagerada que ocurre; o podemos luego 'moldear' la zona con otro tipo de reticulación". ¿Qué resultados vamos a obtener? Señala que es una intervención muy demandada por pacientes transgéneros, que buscan una feminización del rostro, aunque también de quienes buscan suavizar las líneas de transición que están tan marcadas en la zona o incluso un mejor posicionamiento de las cejas para que el párpado superior no sea tan hundido. "Todo esto se puede conseguir con un solo producto, con una sola técnica, en un solo tratamiento y en un solo acto médico. Es el típico tratamiento y resultado que cuando lo haces nadie ve que ha cambiado nada en tu rostro, porque simplemente has suavizado tus líneas de expresión".
Si estás pensando en pedir una opinión a algún experto, la doctora recalca la importancia de que se haga una valoración de la zona del tercio superior que incluye la frente, las fosas temporales, las cejas, el párpado superior y el canto externo del ojo. "Durante el diagnóstico debemos detectar, visualizar, que hay un vacío de las mismas, por lo que vemos sombras. Tenemos que determinar si el paciente es candidato por las características de la piel para realizarlo o no, cuál es el tipo de productos que tenemos que escoger, los tipos de ácido hialurónico y cuál es la técnica más adecuada. Como siempre, para obtener un buen resultado y que esas líneas de transición queden suavizadas, menos es más".
Una ventaja adicional del tratamiento del tercio superior es que se trata de una técnica que dura años después de haberla realizado. Es un resultado que no se va a ir fácilmente en el tiempo y puede mejorar tanto la forma del canto del ojo, cómo lo vemos, así como el posicionamiento de las cejas. "No nos va a dar un cambio del aspecto o a voluminizar. Es una de las pocas zonas del rostro donde, cuando lo tratemos, no se va a notar absolutamente nada más que una apertura instantánea de la mirada, y áreas de transición suaves".
Para la doctora Pupo el tercio superior marca la diferencia entre todos los tratamientos, puesto consigue que el rostro se vea equilibrado, que nuestros rasgos estén más definidos, y que el cambio no es solamente estético, sino también funcional. "Al reponer esos paquetes grasos y las estructuras, hacemos que esa piel que quedaba descolgando —por ejemplo, en la zona del párpado superior, esa grasa retrobitaria que da la forma del párpado— ya no se vea así. Muchas veces hemos pensado que era un exceso de piel, de volumen, y con el tratamiento del tercio superior, y a partir de la evidencia científica, estamos trabajando lo que era, justamente, una falta de volumen y sostén", concluye.
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