En París, incluso en las temporadas de transición, siempre se cuece algo extraordinario. La Semana de la Moda de Alta Costura de París —ese escaparate supremo donde la creatividad y el savoir-faire se funden para dar vida a las piezas más exquisitas del universo de la moda— ha regresado con más fuerza que nunca. Algunos podrían considerarla una edición de transición, pero en realidad, esta temporada otoño 2025 está marcada por giros estratégicos, expectativas creativas, nuevas incorporaciones y sutiles pero significativos cambios en las normas del sector. La alta costura, ese bastión de la excelencia, demuestra que sabe adaptarse sin perder su esencia.
Cambios inminentes en el horizonte del lujo
El mundo del lujo se encuentra en plena transformación, y la alta costura no es ajena a este proceso. Con nuevos directores creativos alistándose para debutar en enero en casas emblemáticas como Chanel, Dior y Balenciaga, y con el esperado regreso de Givenchy previsto para julio de 2026, es natural pensar que esta edición pudiera parecer un simple compás de espera. No obstante, nada más lejos de la realidad.
En esta edición, que se extiende hasta el jueves, se celebran momentos clave. Glenn Martens, conocido por su innovación y su enfoque vanguardista, debuta en Maison Margiela, mientras que el diseñador Rami Al Ali, afincado en Dubái, se incorpora como invitado especial, aportando una bocanada de aire fresco al calendario oficial. Estas incorporaciones subrayan la voluntad del sector por explorar nuevas voces sin abandonar la excelencia artesanal que define la alta costura.
Un ecosistema regulado y resiliente
Detrás de los reflectores, la Fédération de la Haute Couture et de la Mode (FHCM) ha actualizado por primera vez en más de dos décadas las normas que rigen la producción de ropa a medida. La alta costura, aunque profundamente ligada a la tradición, no puede permitirse el lujo de quedar anclada en el pasado.
Sidney Toledano, presidente de la comisión de alta costura del organismo rector de la moda francesa y asesor cercano de Bernard Arnault (LVMH), afirma con optimismo: "Estoy bastante confiado en que esta será una gran temporada". Aunque Dior ha optado por no presentar colección esta vez, para dar espacio a su nuevo director creativo, Jonathan Anderson, la casa celebrará citas privadas con clientes, manteniendo así su presencia y exclusividad.
Mientras tanto, Givenchy refuerza su taller en París bajo la dirección de Sarah Burton, quien ya captó la atención del sector con su propuesta prêt-à-porter en marzo. Aunque todavía no se ha visto una colección formal en pasarela, Burton ya diseña directamente para clientes Very Very Important (VVIC), una estrategia que subraya la naturaleza íntima y personalizada de la alta costura.
Chanel y el desafío de la transición
Chanel, por su parte, navega con solidez a través de su etapa de transición. A la espera de los primeros diseños de Matthieu Blazy —quien se incorporó el pasado 1 de abril— la maison presenta su tercera colección consecutiva realizada por el equipo de estudio. Bruno Pavlovsky, presidente de moda de Chanel y también de la FHCM, afirma: "Nuestro negocio de alta costura nunca ha estado mejor. Percibimos una creciente curiosidad entre nuestros clientes por la nueva dirección creativa".
El optimismo de Pavlovsky no se limita a los salones de Chanel. La demanda global de alta costura se mantiene firme, a pesar de los ajustes económicos en mercados clave como China. "Nuestra clientela china nunca se fue. Son mujeres activas, viajeras frecuentes, que continúan valorando los códigos de la alta costura", nos explica. Además, destaca una nueva generación interesada en los valores de la moda a medida, lo que augura un futuro prometedor.
Los clientes de alto poder adquisitivo, en particular de EE. UU. y Oriente Medio, apuestan por piezas exclusivas tanto para eventos especiales como para su día a día. Curiosamente, una parte significativa de los compradores estadounidenses procede del sector tecnológico, para quienes el proceso de confección a medida representa un lujo temporal, un paréntesis en su frenético ritmo de vida.
Reajustes normativos para una nueva era
En línea con los tiempos, el Ministerio de Industria francés ha reorganizado la comisión encargada de regular la alta costura. Si bien se mantienen intactas las reglas fundamentales que definen el estatus de "haute couture" —establecidas en 1945 y reservadas a casas que empleen al menos 20 artesanos y presenten un mínimo de 25 looks por temporada—, se han flexibilizado ciertos requisitos, como la necesidad de presentar dos desfiles anuales. Marcas como Balenciaga y Valentino que optan por mostrar una sola colección al año, ahora se ven respaldadas por la normativa.
"La alta costura es, en un mundo en constante cambio, un modelo de estabilidad", señala Pascal Morand, director ejecutivo de la FHCM. A su juicio, mantener la exigencia técnica y estética es crucial para preservar el valor simbólico y cultural de este segmento único.
Una agenda que respira diversidad y reinvención
El calendario de esta edición cuenta con 27 desfiles, apenas uno menos que en enero. Aunque diseñadores como Julien Fournié o Maison Sara Chraibi no participan esta vez, regresan nombres como Iris Van Herpen, Robert Wun y Adeline André, reafirmando la vitalidad del ecosistema couture.
Además, el impacto mediático de la Semana de la Alta Costura de París ha crecido de manera exponencial. Según la firma Launchmetrics, el valor mediático del evento se ha cuadruplicado entre 2022 y 2025, demostrando que este nicho sigue capturando la imaginación del público global.