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Zugaza (Museo Bellas Artes de Bilbao): "La apuesta por el turismo cultural tiene que hacerse controlada y diversificada"

  • El ex director del Museo del Prado y actual director del Museo Bellas Artes de Bilbao destaca el potencial de la industria museística y su impacto económico como actividad tractora en el territorio en el que se desarrolla
El director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza. / JON BERNÁRDEZ
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Inmerso en plenas obras de ampliación del Museo de Bellas Artes de Bilbao, su director, Miguel Zugaza (Durango, 1964), nos recibe en su despacho temporal aledaño al edificio para contarnos cómo será el nuevo espacio expositivo que se inaugurará dentro de un año prácticamente y que prevén devuelva el protagonismo de esta entidad en el nuevo Bilbao. El que fuera director del Museo de El Prado entre 2002 y 2017, y subdirector de conservación del Museo Reina Sofía de Madrid entre 1994 y 1996, tiene como objetivo el de duplicar su cifra actual de visitantes y lograr 400.000 asistentes cada año atraídos por la impresionante colección del museo más consolidado de la región vascoaquitana, con más de 20.000 obras.

Con esta importante inversión, estimada en 44 millones de euros, Euskadi confirma la apuesta por la industria cultural que ha sido objeto de estudio internacional tras la inauguración del Guggenheim. Un caso de éxito que, además, ha revolucionado la gestión de los museos como empresas con vocación cultural, social y educativa pero también económica, con planes estratégicos y de viabilidad, dos herramientas imprescindibles para su buena gestión, defiende Zugaza.

-Recientemente el Gobierno vasco presentaba el Plan de Industria, donde se engloban los sectores industriales más tradicionales pero también se hace referencia a las nuevas industrias ligadas con la tecnología, pero, ¿qué pasa con la industria de la cultura?

-Tenemos que considerarla una industria también porque ya se habla desde tiempos inmemoriales de ella, no es un término que nosotros acabamos de adquirir.

-¿Qué impacto económico tiene la industria de la cultura más allá de su impacto social y educativo?

-La cultura, y específicamente el mundo de los museos en Euskadi, ha demostrado ser un sector con un potencial realmente extraordinario y que es el vínculo en la ecuación entre arte, museo, turismo y ciudad. Esto se demuestra de una manera completamente exitosa en una operación singular como es la del Guggenheim Bilbao, pero que yo creo que también tiene que formar parte de una apuesta mucho más diversificada en el ecosistema que existe en Euskadi y en sus distintos territorios.

-¿Pone en valor su potencial de crecimiento?

-Sí. Es una apuesta decidida y de éxito, que genera puestos de trabajo de calidad, y que va a permitir mostrar cada vez más un sector que ahora posiblemente suponga un porcentaje pequeño de nuestra economía, pero que puede ir alcanzando un peso mayor, sabiendo que esa apuesta por el turismo cultural hay que hacerla de una manera muy controlada, es decir, que seamos capaces de atender bien al público que podamos ser capaces de atraer, pero al mismo tiempo sin que se altere de una forma dramática nuestra forma de vida, es decir, que no se trate de perder algo para ganar otra cosa. Y, en ese sentido, no es fácil, pero yo creo es un reto importante pero tenemos los elementos atractivos para hacer bien esa operación de desarrollo del turismo cultural, porque es una industria realmente potente.

-¿Y en números en qué se traduce?

-En estos momentos estamos terminando nuestro balance de actividad, pero, a falta de tener los datos, puedo avanzar que el año pasado cerramos con 220.000 visitantes y rondamos ya los 5.000 amigos del museo, lo cual son cifras muy relevantes y podemos decir que estamos muy cerca de la media de visitantes antes del COVID. Además, el público internacional ha ido adquiriendo mucho peso y ya representa el 40,5% del total.

-¿Qué objetivo se han marcado después de las obras?

-El objetivo que tiene el museo después de la ampliación será alcanzar los 400.000 visitantes, que viene a duplicar la media de visitas anual de los últimos años, que se encuentra en torno a los 200.000 y los 250.000 visitantes.

-¿Se está viendo resentido el número de visitantes por las obras de ampliación en las que está inmerso el museo?

-Está siendo un reto muy importante el de mantener la actividad expositiva, las actividades públicas, educativas... y esto ha sido posible realizando una organización muy intensa. En septiembre nos mudaremos al edificio de 1970 y empezaremos a desarrollar toda la actividad expositiva en ese edificio.

-¿Cuándo surgió esta necesidad de espacio?

-La necesidad de ampliar el museo residía ya antes de mi llegada. Ya en el 2001 se hizo una reforma, y quince años después, el anterior director, Javier Viar, ya planteó al Patronato la necesidad de ganar más espacio, tanto para exponer más y mejor la colección propia del museo, que son más de 20.000 objetos de arte, como para desarrollar con más intensidad la actividad expositiva del museo.

Por ese motivo se decidió realizar esta ampliación y yo creo que fue decisivo, porque cuando hicimos la reforma en el 2001, todavía no se había contrastado el éxito de la operación del Guggenheim, pero las instituciones del Patronato tenían la confianza de que ayudar al museo a tener un mayor protagonismo en la ciudad en el ámbito del arte y de la actividad expositiva era algo que iba a ayudar también a consolidar el éxito de esta apuesta de la ciudad por el arte y los museos.

El 'efecto Guggenheim'

-Viendo el 'efecto Guggenheim' como un caso de éxito a nivel internacional, de qué manera ayuda a posicionar Bilbao como epicentro de la industria museística?

-El Guggenheim es un faro magnífico para llamar la atención sobre este territorio para el turismo cultural, pero no es sólo el Guggenheim. En el ámbito de la Comunidad Autónoma Vasca hay un tejido de instituciones dedicadas al arte muy denso y variado y el Museo de Bellas Artes de Bilbao es una institución muy relevante, no sólo por su veteranía, ya que es centenaria y se ha consolidado como uno de los grandes museos de arte que hay en el ámbito estatal, sino también por ser el museo histórico más importante de la región vascoaquitana, que abarca desde el Museo Bellas Artes de Asturias o el centro Niemeyer de Avilés hasta el CAPC, el Museo de Arte Contemporáneo de Burdeos. Esta región posee una estructura de instituciones dedicadas al arte muy rica y que ha apostado de forma muy sólida por el arte como un elemento de atracción de un sector nuevo para la economía de la región. Creo que necesitamos ponerlo en valor también y que no se quede opacado por el brillo del Guggenheim.

-Hablando del Guggenheim, la fundación de este museo también busca ampliar su presencia en la comunidad autónoma con un segundo museo en Urdaibai a través de un proyecto que está siendo polémico por la ubicación elegida como ya lo fue su construcción en los terrenos de los astilleros de Euskalduna. ¿Cree que sería positivo contar con un nuevo museo?

-Bueno, desde que nosotros hicimos la reforma del Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2001, llama la atención la apuesta que se ha hecho por nuevas instituciones. Han aparecido el Artium de Vitoria, museos universitarios como el Museo de la Universidad de Navarra, el Museo Oteiza... Ha habido un momento no sólo de reforma y de puesta en valor de las instituciones que ya existían, sino también de nacimiento de nuevas instituciones y yo creo que en ese mapa entran también otras nuevas aportaciones que pueden hacer las instituciones. En ese contexto hay que analizar la apuesta que ha hecho el Guggenheim por ese nuevo lugar para desarrollar su actividad.

-También a raíz del Guggenheim se empezó a tener en cuenta la capacidad de los museos de convertirse en motores económicos de primer orden.

-Sí. Una novedad fundamental que trajo el Guggenheim al mundo de los museos fue pensar el museo no sólo como una institución cultural, sino también como una empresa, como una organización compleja que requiere de planes de viabilidad y planes estratégicos.

Eso fue una innovación absoluta y, a partir de ahí, todos los museos, por lo menos en los que yo he participado, desarrollamos planes estratégicos a medio y largo plazo y un plan de viabilidad. Y estos instrumentos fundamentales de gestión esperaban que los llevara al Museo de El Prado cuando fui, porque en ese momento estaban llevando a cabo también un proyecto de reforma y ampliación muy fuerte, pero no habían hecho estos deberes y se hizo lo que se hizo a partir del modelo vasco.

-¿Entonces Euskadi ha sentado cátedra aplicando estas herramientas de gestión empresarial considerando los museos como empresas museísticas?

-Absolutamente. Aquí también fuimos innovadores en medir el impacto económico. En mi época en El Prado, recuerdo que se hizo un estudio del impacto del museo y de la ampliación y uno de los datos que más me llamó la atención fue que 3.000 visitantes al museo garantizaban un puesto de trabajo en la Comunidad de Madrid. Eso me hizo ser consciente de nuestra responsabilidad y de la importancia de realizar estas evaluaciones.

-En el Museo Bellas Artes, ¿están elaborando ahora el nuevo plan estratégico?

-Sí. Ahora mismo hemos llegado hasta las puertas de la ampliación con el actual plan y seguramente a finales de este año se presentará el nuevo, que queremos que sea nuestra hoja de ruta para los próximos tres años.

Retos de futuro

-¿Y cuáles son los retos de futuro del museo?

-Uno de los grandes retos para el Museo Bellas Artes y para los museos en todo el mundo es la transformación digital que en nuestro caso llamamos Arteder, que es la denominación de Bellas Artes en euskera. Es un proyecto que trata de ser una experiencia completamente diferente de la experiencia presencial. Una experiencia que permita que el público pueda tener acceso al valor de lo que atesora el museo con una base de datos muy importante relacionada con el conjunto de la colección. Y este proyecto para mí es un proyecto tan importante o más que la ampliación física del del museo.

Las nuevas tecnologías nos dan armas e instrumentos magníficos para poder desarrollar de una manera universal la misión de educación e investigación del museo y queremos aprovechar ese canal. Entonces, poco antes de la inauguración de la ampliación del museo abriremos esa puerta también que se llama Arteder y que será que una puerta de entrada al universo del arte que conserva la institución como una experiencia inmersiva de conocimiento, porque yo creo que la experiencia plena del arte es una experiencia presencial y los objetos de arte que nosotros conservamos hay que verlos, pero al conocimiento se puede acceder a través del ámbito digital.

-Precisamente el Museo del Prado, institución que dirigió durante años, ha sido pionero en esa transición digital...

-Sí. Allí se hizo muy bien esa transición digital y eso se notó cuando llegó la COVID y tuvimos que cerrar los museos. El único museo del mundo que realmente ya había hecho el proceso de transformación digital y ya tenía muchísimos recursos accesibles desde el ámbito digital fue El Prado. Aunque yo soy analfabeto tecnológico, participé en ese proceso porque todos nos dimos cuenta de que era una apuesta que tenía que hacer el museo porque lo entendimos como una experiencia diferente, alternativa a la propia visita, y que permite acceder a públicos diferentes.

-Entonces, ¿esa experiencia previa en el Museo del Prado le ha servido de referencia para poner en marcha aquí esa transición?

-Seguramente lo que hicimos en el Museo de Bellas Artes en mi etapa anterior era lo que me pidieron que llevara al Prado y yo llevé allí una buena parte de mi experiencia en la primera etapa en este museo. Y a mi vuelta aquí lo que se esperaba es que yo cogiera la experiencia de mis quince años en El Prado. Y, en ese sentido, me parece un balance de ida y vuelta muy justo y equitativo.

Protagonismo en el nuevo Bilbao

-Pero, volviendo a las obras... además de ganar espacio expositivo, como precisaba, permitirá recuperar la posición privilegiada que tuvo el museo en el pasado y ser protagonista también en el nuevo ordenamiento de la ciudad.

-Así es. En la primera década del siglo XX se construyó el movimiento urbano de Bilbao tan relevante en la actualidad que hay en torno a la ría, entonces la idea de la ampliación es, por un lado, la de ganar espacio, pero al mismo tiempo ganar otra vez la posición urbana que había perdido el museo hacia la ría en Abandoibarra y cerca del flujo del turismo cultural del Guggenheim.

Por un lado, el museo ampliará su superficie en 6.000 metros cuadrados que se sumarán a los 12.000 metros cuadrados existentes, alcanzando los 18.000 metros cuadrados, pero además de ganar superficie, la nueva galería, diseñada por Foxter y Uriarte, va a ser como un puente que sobrevuele los dos edificios existentes. El voladizo se encuentra, entre el Este y el Oeste, con los árboles, mientras que en el Norte y el Sur son las cornisas de los dos edificios ya existentes los que marcan los límites, pero además, este elemento tiene la función de meter al museo en esa nueva ordenación urbana y su centro se dirige exactamente el eje de la plaza Euskadi. Además del nuevo espacio expositivo, ofrecerá al visitante una terraza para disfrutar de la privilegiada ubicación que tiene el museo.

-¿También servirá de nexo entre los dos edificios existentes?

-Sí. El edificio del 70 se hizo casi como si fuese una sombra del edificio del 45 y estaban levemente unidos a través de la galería acristalada, pero lo interesante del nuevo museo es que vas a entrar por el atrio y te vas a dar cuenta que el museo son tres edificios y que cada edificio te va a ofrecer una experiencia del arte determinada, bien con el arte antiguo, bien con el arte moderno contemporáneo o bien con la programación expositiva en el nuevo.

La nueva arquitectura tratará de unir esas dos partes, la del edificio del 45 y la del edificio del 70, ofreciendo un nuevo espacio en una parte que nadie utilizaba, que es la parte alta entre las cornisas de los dos edificios existentes y ganando un espacio de acogida como atrio de recepción. El espacio de la antigua plaza de Arriaga quedará abierto al público a través de las dos puertas del museo.

-¿Han aprovechado también para hacer una reforma general?

-Sí. Son 6.000 metros cuadrados de ampliación pero 8.000 metros cuadrados más de reforma. La obra se ha hecho más compleja porque al hacer la obra de reforma nos pidieron que lleváramos los edificios existentes a las normas de contraincendios actuales y eso significa una gran obra en los dos edificios, sobre todo en el edificio del 70, al tener una estructura metálica, lo que ha obligado a descubrir la estructura metálica original, tratarla, ignifugar y volver a cerrarla.

-¿Cómo avanzan las obras? ¿En qué fecha prevén que estén terminadas?

-Queremos hacer la inauguración del nuevo museo el año que viene, el día de San Juan, y terminar de desplegar todos los espacios nuevos como por capas para que esté todo abierto el 5 de octubre, que es el día del aniversario del museo que celebra 118 años de historia.

-En cuanto a inversiones previstas, ¿cuál será la inversión total?

-El valor estimado de la ejecución de la ampliación conlleva una inversión de 44 millones de euros. Se ha financiado, en buena parte, con un crédito que se suscribió al inicio del proyecto y ahora, en la fase final de la obra, hemos solicitado la aportación de las tres instituciones fundadoras para hacer frente al último tramo del proyecto. Es una inversión importante, pero está justificada por la dimensión del proyecto en sí y del nuevo edificio de Norman Foster y de Luis María Iriarte.

-¿Podemos decir que es una institución saneada en cuanto a deuda?

-Totalmente. Es una fundación ejemplar, sobre todo en el aspecto de financiación, ya que garantiza por encima del 40% de su financiación, en la apuesta que hizo hace ya unos años, a rebufo también del nuevo modelo de gestión que se planteó con el Guggenheim en Bilbao, pero lo adaptó a su ser, porque no hay un modelo que sirva para todos. Cada museo tiene que encontrar su manera de cumplir con su misión cultural y educativa, en primer lugar, y luego con su misión en términos económicos y sociales, y yo creo que el Museo Bellas Artes de Bilbao encontró un camino muy sano y eso es lo que refleja en su memoria anual de actividades.

Incluso teniendo el museo medio abierto, sigue rentando en términos culturales, pero también sigue haciéndose cargo de la propia financiación de la institución y de las actividades de la institución. Y, en este contexto, es muy importante poner en valor la aportación privada.

-¿Qué peso tiene esa aportación privada en la actualidad?

-Sin duda tiene un protagonismo importante, primero en términos de su patrimonio, ya que casi el 70% de sus colecciones procede de legados y donaciones privadas, un porcentaje que se ha fortalecido en los últimos años. Hemos ingresado más de 10 millones de euros de valor de patrimonio en los últimos cinco años, lo cual es un dato muy relevante. Y el año pasado supusieron 3,5 millones de ingresos por patrimonio.

-Además, el museo funciona con un Comité Ejecutivo, en el que están las instituciones fundadoras -la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao, a las que en 1992 se unió el Gobierno Vasco y después la BBK- y con un Patronato formado por 16 agentes, 13 privados y las tres entidades públicas mencionadas.

-Sí. Este patronato permite afianzar cada uno de los programas que tiene el museo. En ese sentido, el Museo ha ido generando unas alianzas que se han consolidado y que son muy importantes de cara al desarrollo de los futuros planes del museo.

En cuanto a la financiación de las obras de ampliación, van a realizar una aportación a económica y una fidelización del crédito a partes iguales entre el Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao.

Y, aunque llevamos colaborando desde hace muchos años con BBK, recientemente hemos cerrado un acuerdo a 15 años para gestionar conjuntamente el nuevo espacio expositivo de la ampliación que va a llevar la marca BBK en su nombre como una marca de valor a cambio de aportar una parte sustancial de la financiación del programa expositivo de ese nuevo espacio de BBK Mostra.

Nueva filosofía expositiva

-¿Qué destacaría como principal particularidad del Museo Bellas Artes de Bilbao?

-El Museo Bellas Artes de Bilbao es el museo más antiguo que tenemos y su colección es la más importante. Lo más difícil de nuestro museo, desde mi punto de vista, es en la comparativa con el Guggenheim, que tiene un modelo que funciona como cuna, como un lugar de eventos y exposiciones relacionadas con el arte, aunque tenga una parte de colección. En cambio, nuestro museo es un museo tradicional en el que su valor principal es su colección. También hace exposiciones, que son un atractivo muy importante para el desarrollo del plan del museo, pero el valor principal es su colección. Y eso genera una necesidad también de hacer atractiva la visita a la colección que llamamos permanente.

-En el curso de verano que acaban de impartir han debatido acerca de los términos de 'temporal' o 'permanente' que se atribuyen a las exposiciones, ¿creen que son conceptos que deben revisarse?

-Así es. Hemos centrado el curso de verano en las exposiciones y nosotros reivindicamos que la colección del museo es la principal exposición temporal del museo. Queremos suprimir el término 'temporal' y el término 'permanente'. Aunque hayas venido muchas veces al museo, siempre vas a ver una visión renovada de su colección y eso lo hemos estado ensayando estos últimos años con propuestas diferentes, con montajes diferentes, y es algo en lo que queremos insistir una vez que abramos el museo nuevamente.

-¿Y qué se va a encontrar el visitante tras la inauguración del nuevo espacio?

-El visitante no va a encontrar un museo en dos partes, como hasta ahora, en el que la colección estaba por un lado, y las exposiciones por otro, sino que todo va a funcionar con un carácter de exposición temporal. Es decir, todo va a estar sometido a una revisión constante en la forma de exponer y en las narrativas que el museo quiere contar. De esta forma, el visitante podrá encontrar diferentes formas de acercamiento a la colección.

Al poco de llegar al museo en esta segunda etapa, me di cuenta de que buena parte del público lo que esperaba eran las novedades del programa de exposiciones temporales. La mayor parte del museo, en la que exponemos la colección permanente, era de interés para el que venía de fuera, pero no para la comunidad cercana. Entonces hicimos un proyecto, que llamamos 'El alfabeto del museo', para tratar de darle la vuelta a esa idea, y presentamos la colección, pero no contada por los historiadores del arte, que somos bastante aburridos, y cedimos el protagonismo a las historias que contiene la historia del arte a través del alfabeto con la colaboración del escritor Kirmen Uribe. Y en esa idea seguiremos insistiendo.

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