Retail - Consumo

La granja de 400 vacas que se ordeña desde una tablet: "Tenemos cola para las visitas"

  • Robots, boxes, puertas automatizadas, semáforos, cámaras 3D, collares digitales forman parte de la explotación
  • Gracias a sus cuatro empleados, el autobús escolar vuelve a parar en Dehesa de Romanos, de apenas 52 habitantes
Roberto Fernández Martín con uno de los empleados controlan el ordeño. Foto: N.C.
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La primera 'Batch Milking' de Castilla y León está en una localidad palentina de 52 habitantes, ha costado 1,4 millones y ha cambiado la rutina de los hermanos Fernández Martín con una tecnología que facilita su día a día y allana el camino del relevo generacional. "Tenemos cola para visitar la granja", afirman

Robots, boxes, puertas automatizadas, semáforos, cámaras 3D, collares digitales… Podría parecer el atrezo de una película futurista, pero no son sino objetos ya convertidos en comunes en la que es la primera Batch Milking de Castilla y León. Tampoco es que este término le resultara cotidiano a Roberto Fernández Martín, pero, si hoy alguien sabe de este sistema de ordeño automatizado, es este ganadero de Dehesa de Romanos, una localidad palentina de sólo 52 habitantes en la que tiene "cola" para visitar la granja que comparte con sus hermanos, José Manuel y Enrique. Más de 1.000 cabezas de raza frisona -400 de ordeño-, y unas instalaciones de 17.000 metros cuadrados -3.500 para almacén de los cereales, alfalfa y raigrás que cultivan-, completan ese escenario vanguardista en el que todo se dirige desde una tablet. Parece ciencia ficción, pero Roberto no sólo corrobora que es real, sino que lo muestra encantado "para que otros puedan copiar". Descárgate gratis la revista Agro

Ganadero de los de toda la vida, criado en una explotación tradicional familiar, jamás pensó que la digitalización se apoderaría de ella. Pero todo cambió en un viaje a Barcelona en el que conoció las avanzadas soluciones de ordeño de GEA. Y lo suyo fue un flechazo. "Quedé enamorado", afirma; tanto que, dos meses después, ya tenían cerrada la llegada de 12 robots R9500 al pueblecito en el que reside y del que, además, es alcalde desde hace más de dos décadas. La compra, consensuada con sus hermanos como copropietarios, venía para solucionar una de las grandes complicaciones que sufrían en la granja: la falta de personal estable. De hecho, lo que más maravilló a Roberto fue la poca mano de obra que se requiere para gestionar una, a priori, compleja Batch Milking.

De cuatro personas, a hacerlo todo una

Y como ejemplo, su propia experiencia. Y es que, si hace apenas medio año necesitaban ser cuatro para cada ordeño a través de una sala rotativa de 24 puntos, hoy una única persona puede manejar todo el proceso a golpe de clic, cómodamente, desde una tablet o un ordenador. Así, una vez metidos en la aplicación correspondiente los datos de cada animal, que lleva incorporado un collar CowScout, el ordeño es poco menos que coser y cantar. En concreto, se realizan tres al día, agrupándose las 400 lecheras por lotes y en cuatro grupos, en función de diferentes parámetros. Basta con conducirlas hasta la sala de espera, desde la que van entrando a los boxes voluntariamente sabedoras de que las aguarda un estímulo alimenticio. Una vez dentro, unos brazos robóticos provistos de cámaras de detección 3D permiten un acoplamiento superrápido de las cuatro pezoneras, así como su limpieza entre cada ordeño a través de chorros de agua.

Además, GEA ha desarrollado una dairymilk de forma pionera en el mundo que permite el recuento de células somáticas de forma individualizada en cada cuarto de ubre, de forma que, si están por encima de lo que se considera apto para el consumo humano, lo detecta y desecha esa leche por un desagüe. Y, por si fuera poco, cada robot cuenta con un semáforo que indica, con luces verde, ámbar y roja, si el ordeño se está efectuando de forma adecuada, hay algún inconveniente, o no se está realizando y hay que acudir a ese box para comprobar por qué. Una vez ordeñadas, a razón de unas 100-106 frisonas por hora y con acompañamiento musical incluido, son dirigidas por otro pasillo hasta tres puertas postselectoras que las envían a sus lotes correspondientes.

Como paso final, los 1.500 litros que dan aproximadamente al día viajan con destino a la cooperativa Agropal. Esta tecnología, junto al hilo musical, el aire acondicionado del que también gozan los animales para los días de mayor calor en La Ojeda palentina y los mencionados collares, que permiten tener perfectamente controlada la rumia y el celo de cada vaca, han modificado sustancialmente la fotografía de la granja. Llegar a esta nueva imagen no ha sido fácil y, de hecho, reconoce el mayor de los Fernández Martín, en el momento de toda la implantación pasó "la peor semana" de su vida, si bien nueve meses después, se confiesa encantado con el cambio, como también parecen estarlo los animales, que transmiten in situ un completo relax y que se encuentran más y mejor controlados, tal y como denotan ratios de producción en ascenso.

Relevo más factible

Así, este ordeño robotizado ha facilitado, y mucho, la tarea a la terna de hermanos, a cuatro trabajadores que tienen contratados y a dos sobrinos, de 22 y 27 años, que ahora parecen más dispuestos a tomar el relevo y hacerse cargo a futuro de la empresa familiar. Y es que, pese a que realizan el primer ordeño a las tres de la madrugada y culminan el último a las 21:30h, en general, ahora tienen "más libertad y menos trabajo", lo que, sin duda, incrementa el atractivo de la actividad. Encantado se muestra, así, Roberto Fernández, aún cuando mira de reojo las cuentas y la fuerte inversión que ha supuesto su Batch Milking -alrededor de 1,4 millones-, porque, dice, "de ver esto cerrado o abandonado, a la posibilidad de que los sobrinos continúen en un futuro con la explotación…". "Será muy satisfactorio", rubrica.

Apenas unos meses habrá podido disfrutar de la nueva granja el padre de los Fernández Martín. "Pensaba que lo íbamos a fastidiar todo", dice Roberto sobre la apuesta que él y sus hermanos emprendieron hace unos meses; y es que, "ni por asomo imaginaba que una máquina iba a hacer lo que hace", quien hace varias décadas puso en marcha, con su mujer, esta explotación familiar en unas circunstancias a años luz de las actuales. Pero, en la última etapa de su vida, le ha supuesto "todo un orgullo" ver lo que, al final, han "conseguido entre todos", afirma Roberto con emoción. Logros que no sólo se cuentan a nivel profesional, sino también social y que se dejan notar en Dehesa de Romanos. Y es que, su explotación ha atraído allí a cuatro trabajadores que se han quedado a vivir allí. Son colombianos, se han instalado en casas que los propios ganaderos les han facilitado y uno de ellos y su familia ha conseguido, incluso, lo que ya parecía imposible: que el autobús escolar vuelva a tener parada en este pequeño pueblo palentino.

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