
El último pelotazo en el sector textil, el de la compra de la firma de moda parisina Christina Lacroix por la española Sociedad Textil Lonia (STL), es una historia de ida y vuelta que arranca en los años 80 y que ejemplifica a la perfección la creciente fuerza de su industria, especialmente, la de la radicada en Galicia.
Todo arranca en los años 80, la década en la que un modisto gallego acuñó aquella célebre frase de que "la arruga es bella". Con sus patrones, Adolfo Domínguez puso a Galicia, concretamente su provincia natal de Orense, en el mapamundi del prêt-à-porter y niveló algo la balanza del diseño, hasta entonces coto exclusivo de firmas francesas e italianas, en favor del Made in Spain. En aquella época de esplendor, la marca Adolfo Domínguez era una empresa gestionada por el modisto y sus hermanos Francisco Javier, Jesús y Josefina, cuya sociedad se disolvió y dio lugar en 1997 a STL.
El nuevo proyecto textil de los hermanos Domínguez, ya sin el genio creativo de Adolfo, arrancó su andadura definitiva con el lanzamiento de la primera colección de una diseñadora afincada en Barcelona con un nombre que ya era reconocido como marca a nivel internacional, Purificación García. La enseña, tras la firma del contrato de la diseñadora con STL en 1998, mantendría las mismas premisas de hacer accesible a cualquier bolsillo prendas femeninas de prêt-à-porter.
Tan solo tres años después de su fundación, el grupo textil gallego, siempre a la sombra del fulgurante éxito de su vecino coruñés, Inditex, lograba cerrar un nuevo acuerdo de colaboración de campanillas con otra firma de moda femenina plenamente consolidada a nivel mundial como Carolina Herrera.
Fruto de su entendimiento con la diseñadora afincada en Nueva York, en el 2000, STL acordaba la creación de la nueva marca de lifestyle CH Carolina Herrera, el punto de partida para una fructífera relación entre ambas compañías que culminó con la entrada de la firma de la creadora de origen venezolano en el accionariado de la textil gallega en 2014.
De manera discreta y sin apenas hacer comunicación corporativa, el grupo afincado en la localidad de Pereiro de Aguiar, a las afueras de Orense, fue creciendo durante esa década hasta abrir mercado en Europa, América, Asia y Oceanía y superar los 200 puntos de venta, 129 de los cuales correspondían a establecimientos propios, además de contar con una sede de 45.300 m² de superficie y más de 2.300 empleados en todo el mundo.
El 2014 supuso también un punto de inflexión en la historia de Lonia tras la entrada en su accionariado de Puig, la firma familiar propietaria de Carolina Herrera, tras la compra del 25% de los títulos que controlaba, a través de la sociedad Sofidiv, el mayor grupo de lujo mundial de origen francés LVMH(Luis Vuitton-Moët Hennessy) por un importe de alrededor de 125 millones de euros. Esta operación dejó el accionariado de la compañía dividido en cuatro partes iguales entre la familia catalana y cada uno de los hermanos Domínguez.
Desvinculada de LVMH
Ahora, una década después de desvincularse del gigante del lujo francés, la discreta empresa orensana se hace con Christian Lacroix, la firma del modisto de alta costura que vio la luz en 1987, precisamente bajo el paraguas de LVMH, y que rápidamente ganó fama mundial por su exuberancia.
La trayectoria de la casa de modas parisina ha pasado en estas más de tres décadas por diferentes vaivenes como su venta en 2005 al grupo estadounidense Falic, último propietario, la suspensión de pagos decretada en 2009 y que provocó la salida de su fundador, o el fichaje de nuevos directores creativos que le han llevado a remontar el vuelo hasta contar con más de 5.500 puntos de venta en todo el planeta.
Con su entrada en el grupo de moda gallego, la firma francesa refuerza el perfil internacional de la compañía fundada por los hermanos Domínguez y amplía la cartera de del sector del lujo y la moda controlada por los Puig, uniéndose a marcas tan reconocidas como Jean Paul Gaultier, Nina Ricci o Paco Rabanne, entre otras.
En línea con su estrategia de comunicación corporativa, la sociedad textil orensana apenas ha comunicado sobre esta "transacción privada" que darán "lo mejor de nosotros para que talento único de su creador y su inigualable aportación al mundo de la moda alcance todo su potencial".
Este movimiento supone un paso más en el plan a largo plazo de la compañía que, en su última presentación de resultados, correspondientes al ejercicio finalizado en febrero de 2024, indicaba que seguirá enfocada en su estrategia de consolidación de sus marcas dentro del segmento "más exclusivo del lujo", con una visión a largo plazo centrada en la generación de valor, priorizando un "crecimiento sostenible", reforzando su posición de mercado y asegurando la "calidad y exclusividad" de sus productos.
La suma de Lacroix, sin duda, contribuirá a mejorar los resultados del pasado ejercicio, en el que STL recortó un 3,6% su cifra de negocio hasta 321,6 millones de euros tras el cierre de 61 puntos de venta en centros de El Corte Inglés. A falta de cerrar el actual año fiscal, la firma gallega cuenta con 403 puntos de venta en 20 países, 46 de los cuales son establecimientos propios.