Retail - Consumo

Los ingresos caídos del cielo de Starbucks: el último dólar de las tarjetas de regalo que nadie usa ensancha sus cuentas

  • La compañía gana cada año casi 200 millones en tarjetas caducadas sin gastar
  • Varios estados de EEUU se pelean por quedarse ellos con esas cantidades
Una tarjeta regalo de Starbucks. Foto: Bloomberg.

El sueño de toda empresa es que los clientes le paguen, pero que luego no se molesten en recibir todos los servicios por los que han pagado. Y Starbucks está viviendo ese sueño: la compañía ingresa cada año casi 200 millones de dólares en tarjetas de regalo que nadie usa. Ese último dólar que se queda suelto supone el 0,5% de los ingresos anuales de la multinacional. Un chollo caído del cielo por el que varios estados de EEUU están peleando en los tribunales.

En el último año fiscal (desde noviembre de 2023 a octubre de 2024), la firma de cafeterías recibió 12.000 millones de dólares de sus clientes en tarjetas prepago. La inmensa mayoría de ese dinero acabará siendo canjeado por cafés, donuts y sándwiches en cuestión de días o semanas. Pero no todo: según sus últimas cuentas, la firma tiene guardados en sus arcas 1.780 millones de dólares en tarjetas prepago sin usar. Cuando pasan 5 años, la mayoría de estados del país norteamericano dan por caducadas esas tarjetas. Y 24 de los 50 estados dejan que la compañía se quede con entre un 40% y un 100% de todo ese dinero.

En total, en 2023, el último año del que ha dado cifras, Starbucks ingresó 196 millones de dólares 'caídos del cielo'. Pero esa no es la única ventaja de las tarjetas de regalo: todo el dinero que ingresa en tarjetas de regalo es, en la práctica, un préstamo sin intereses de los clientes. Y, a continuación, la compañía puede invertir esas cantidades en bonos del Tesoro, por ejemplo, y llevarse un interés del 4% por el dinero que le han adelantado sus usuarios. En total, la firma ingresó 122 millones de dólares por intereses en 2024, un 51% más que el año anterior.

Pero ese no es el único beneficio: Starbucks también puede usar ese dinero para financiar inversiones a medio plazo por las que normalmente tendría que pedir un préstamo a un banco, y ahorrarse parte de los intereses que le cobrarían por ello. Ese beneficio no aparece recogido explícitamente en las cuentas, porque no es un dinero que gana sino una pérdida hipotética que se ahorra, pero al final acaba en el mismo sitio: la cuenta de beneficios.

Guardar todo ese dinero es un riesgo, porque tiene que tener una buena cantidad de efectivo a mano para compensar a sus franquicias cuando aparezca un cliente y pague con una de esas tarjetas. Pero el éxito del programa de tarjetas prepago de la compañía les permite prever cuánto dinero van a ingresar y gastar los clientes cada trimestre, e invertir ese dinero. En otras palabras: una buena parte del negocio de Starbucks es, en realidad, un banco disfrazado. Y uno que se puede quedar con los últimos euros sin gastar de las cuentas corrientes de sus clientes.

La batalla de los centimillos

Según un estudio de Bankrate de 2023, los estadounidenses guardan 23.000 millones de dólares en tarjetas regalo y prepago sin usar y más de un 30% de las personas entre 18 a 64 años nunca llegan a usarlas. En España, en 2011, el Ministerio de Consumo (entonces parte de Sanidad) estableció que poner fechas de caducidad en las tarjetas regalo podría ser considerado una práctica abusiva, y sancionó a una empresa que había fijado un año de límite en sus tarjetas. El resultado es que las grandes firmas en nuestro país tienen más cuidado con estos productos: El Corte Inglés o Zara no ponen fecha de caducidad a sus tarjetas regalo, y Amazon da 10 años de margen para usarlas, por poner algunos ejemplos.

Pero en EEUU, el límite estricto de 5 años que aplican 43 estados abre la puerta a una batalla por ver quién se hace con esos fondos. Y Delaware, el estado en el que tienen su sede jurídica Starbucks y la gran mayoría de multinacionales estadounidenses, por sus ventajas fiscales y sus respetados tribunales empresariales, está batallando con el resto de estados por quedarse con esos centimillos.

Según la ley de Delaware, todo el dinero sin usar en las tarjetas prepago es un 'objeto perdido' y su propiedad pasa al Estado una vez se cumplen esos 5 años. Pero el Gobierno estatal reclama en los tribunales la propiedad sobre el dinero sin usar de todas las tarjetas regalo emitidas por las empresas registradas en su territorio, así como cheques o tarjetas bancarias prepago, aunque hayan sido hechas por una franquicia en California o en Texas, a miles de kilómetros de distancia. Una afirmación que ha desatado una batalla en los tribunales, y que tiene un enorme valor: si sale adelante, Delaware se quedaría con esos 196 millones de Starbucks, pero también con los de las tarjetas de Amazon, Apple, Google, Coca-Cola o McDonald's, por mencionar algunas de las principales compañías cuya sede jurídica está en ese pequeño estado norteño.

La última sentencia, sobre cheques bancarios, ha ido en contra de Delaware, que se arriesga a tener que devolver hasta 400 millones de dólares a otros estados por haberse hecho con esas 'sobras' sin utilizar a lo largo de los últimos años. Por lo pronto, Starbucks preferiría que se confirmara esta derrota: la 'banca en la sombra' es un negocio mucho mayor de lo que parece.

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