
La ofensiva de la Unión Europea para detener el calentamiento del Planeta no sólo traerá restricciones medioambientales para la agricultura, sino que también pueden suponer un ingreso extra para los agricultores. Es el caso de los créditos de carbono, que monetizan la capacidad de captación de CO2 del suelo y los cultivos convirtiéndose en una fuente de recursos para el productor.
Prácticas como la agricultura de conservación ofrecen un importante potencial para incrementar la capacidad de captación de carbono que tienen el suelo agrícola y los cultivos. El secuestro de este gas de efecto invernadero se mide a través de los créditos de carbono (un crédito corresponde a una tonelada equivalente de C02), que se pueden vender en el denominado mercado voluntario a aquellas empresas que necesitan compensar su huella de emisiones.
La Comisión Europea lanzó a finales de 2022 una propuesta de Reglamento en el que se establecen las bases para certificar de forma fiable las eliminaciones de CO2 de alta calidad. De su desarrollo saldrán los estándares para medir las absorciones con precisión (cuantificación); las actividades que habrá que implementar más allá de las prácticas que ya se realizan (adicionalidad) o la forma de certificar la duración del almacenamiento a largo plazo. "En 2028 todos los agricultores tendrán que tener disponible el acceso a datos verificados, es decir auditados por una entidad tercera, de las emisiones de carbono de su actividad" asegura José Luis Vaca Vidal, director de Sostenibilidad, Biodiversidad y Carbono en BALAM Agriculture.
Entre 40 y 45 euros
Esta compañía ha sido pionera en la comercialización de los primeros créditos olivar en nuestro país gracias al Programa Cultiva Carbono. "Nosotros, como empresa de asesoramiento técnico integral, no es que hayamos visto una oportunidad de negocio, sino que nuestros clientes nos lo han demandado". Balam, que gestiona 150.000 hectáreas de cultivos leñosos en Europa, comercializó en 2023 los créditos generados en la Finca El Valenciano, y acaba de registrar otros 25.000 también de olivar, en Jaén, además de estar verificando otros 9 proyectos para alcanzar en 2024 un volumen de 50.000 créditos en cartera.
Una de las claves de los créditos de carbono es el precio que recibirán los agricultores. "Se está compitiendo muy fuerte a nivel europeo y los proyectos de capital natural -forestación o mejora de las absorciones en los cultivos leñosos- rondan los 30-40 euros por cada a tonelada de CO2 (equivalente a un crédito). Se habla de un incremento de precios por el aumento de la demanda, pero ahora hay que ir abriendo mercado. Nosotros estamos consiguiendo alrededor de 40-45 euros".
El volumen de créditos generados depende de cada cultivo y, sobre todo, de las prácticas adicionales que está dispuesto a realizar el agricultor para implementar aquellas que, por un lado, reduzcan las emisiones de CO2 de su actividad y, por otro, incrementen las captaciones del suelo o del cultivo. El balance final será la resta de las emisiones que se absorban menos las que se emitan.
Entre las prácticas de reducción, Vaca destaca la minoración de insumos tanto en la parte de fertilización como fitosanitarios. "Es especialmente importante eliminar todo aquello que proceda de origen inorgánico y cambiarlo por materias activas como microorganismos, bacterias, bioestimulación o compost orgánico que nos pueden dar resultados muy similares con muchos beneficios a nivel de la mejora del suelo y que van a repercutir en un decrecimiento importante de las emisiones dentro de la explotación".
También se puede recurrir a suministros energéticos de origen renovable, el uso de biocombustibles, o mejorar la gestión de los residuos.
Del lado de la absorción de CO2, que se produce tanto en el suelo como en los cultivos (biogénicas), las prácticas giran en torno al mínimo laboreo, la siembra directa, la rotación de cultivos, o las coberturas permanentes. Pero siempre, bajo el principio de adicionalidad, es decir que se haga más de lo que ya se está haciendo. "Tenemos que ir por encima de las exigencias de la PAC porque ya nos está dando un incentivo económico y hacer un esfuerzo mayor al que está siendo financiado con cualquier ayuda pública. Es decir, si ya hacemos laboreo en el 40% de las calles del olivar, habría que subir, por ejemplo, al 60%".
El volumen de créditos generados depende del cultivo y, sobre todo, de las prácticas adicionales que está dispuesto a realizar el agricultor
Otra de las preguntas que se hacen muchos agricultores es si vale para cualquier explotación o existe una superficie mínima. "A día de hoy solo trabajamos con más de 100 hectáreas para que no nos cueste el collar más que el perro porque tiene unos costes -hay que pagar verificadores, tecnologías de monitorización de los cultivos con imágenes de satélites, análisis de suelo, tener un técnico en campo para hacer el seguimiento de las prácticas-. Necesitamos que se genera un volumen de créditos suficientes para que al menos el 60% del beneficio generado por la venta quede en el bolsillo de los agricultores", asegura Vaca.
Aunque en la UE el mercado de créditos de carbono es aún incipiente, la ebullición en el sector es patente. Buen ejemplo es el de la compañía BIT, que comenzó en el agronegocio en Argentina hace 40 años y en 2019 creó IT Intellitech para desarrollar un "modelo de agricultura inteligente pensando en el mercado español y europeo". De hecho, ha convertido a nuestro país en centro de operaciones para el desarrollo de certificaciones de captura de carbono en explotaciones forestales, agrícolas y ganaderas exportables a otros países del mundo.
A través de su plataforma tecnológica, Agrobit acerca a los productores un modelo agrícola "que les reporte un ingreso adicional y que a la vez les beneficie a nivel medioambiental", explica Horacio Balussi, CEO de la compañía.
"El impacto ambiental en el Planeta cada vez es más fuerte. La agricultura y la ganadería son algunos de los medios con los que podemos equilibrar y recomponer esa situación recuperando los suelos y minimizando el impacto ambiental. Si no lo hacemos por esas vías va a ser muy difícil que logremos una estabilidad a nivel climático. Hay que generar un modelo sí o sí que recompense al productor para que en lugar de emitir, capture", explica.
Cualquier productor
Un modelo que tiene que estar al alcance de todos los agricultores. "Muchas veces la limitación de los productores pequeños para encarar este tipo de proyectos de generación de bonos para tener un ingreso adicional está en que no tienen el conocimiento de cómo acceder a estos mercados o a hacer un proyecto para empezar a generar estos créditos. Desde Agrovid lo que buscamos es armar un gran proyecto y que cualquier productor se pueda incorporar. Va a estar en nuestro paraguas", asegura Balussi, que recuerda que en el mundo hay más de 300 millones de pequeños agricultores, que son "los que más desperdician en fertilización".
"El potencial es bastante alto porque en Europa no son tantas las prácticas regenerativas que se están realizando", explica Belén Silva, responsable de Sostenibilidad de la compañía. En cuanto a precios, sitúa el rango entre los 25 a 60 euros, que se están pagando en Alemania "pero en España es menor".
La generación de créditos abre cada día nuevas vías para su comercialización. Ya no necesariamente tiene que ser a través de mercados a los que solo tienen acceso las grandes empresas o fondos de inversión. "Dentro del balance social de una compañía cada vez tiene más peso la sostenibilidad. Se está hablando del concepto del insetting, empresas, por ejemplo alimentarias, que están compensando sus emisiones a través de su misma cadena de valor. Se está haciendo mucho", señala Belén Silva.
Precisamente, ésa es la "especialidad" de Agrobit. "Trabajamos con compañías que generan un beneficio en su ecosistema, pero a la vez generando valor agregado. Proyectos que terminan con un cono de trazabilidad en el que el consumidor puede saber no solo el impacto ambiental que tiene un producto sino de qué manera se beneficia toda la cadena productiva".
Otro de los aspectos que hay que tener en cuenta es la durabilidad del proyecto. "Las prácticas de mejora se tienen que mantener un mínimo de tiempo. En Cultiva Carbono trabajamos con una permanencia mínima de 10 años para que los créditos que se vayan vendiendo tengan la garantía de cara al comprador. Por ejemplo, si en el año 6 se abandona, todos los créditos en absorciones en suelo o en planta se pierden y se consideran emitidos a la atmósfera. Para quien haya comprado esos créditos dejan de tener valor", explica José Luis Vaca de Balam Agriculture.