Se acabó el proceso tradicional de la educación. Aquel camino que se iniciaba en el colegio, continuaba en la universidad y finalizaba cursando un máster o un doctorado como paso previo al mercado laboral ha terminado. Las empresas requieren empleados capacitados tecnológicamente para afrontar los nuevos retos de un mundo en constante cambio, y, asimismo, que ese trabajador permanezca en un estado de formación constante. El mundo cambia; la forma de profesionalizarse, también.
La educación, después de sobrevivir a tres revoluciones industriales, se ha visto obligada a mudar su piel en un entorno cada vez más digitalizado. La tecnología permite adquirir nuevas destrezas sin importar el lugar, el momento o la edad. Este cambio es profundo, va más allá de una simple colocación de pantallas en las aulas; es una revolución que se puede resumir, grosso modo, en seis tendencias:
1. Ruptura de barreras económicas
El ecosistema digital ha democratizado el acceso a los nuevos modelos de educación. Adquirir nuevos conocimientos está al alcance de todo aquel que cuente con un dispositivo con conexión a Internet en cualquier parte del mundo. Así, la demanda aumenta y los precios caen, abriendo un mundo de nuevas posibilidades a los profesionales.
2. Blended learning
La educación digital no significa dinamitar por completo el engranaje tradicional, ya que permite combinar lo mejor de la presencialidad con lo mejor de la educación online. Además, se facilita el acceso al conocimiento de los mejores formadores desde cualquier lugar y en cualquier momento, al tiempo que se realiza un acompañamiento individualizado y en directo. El blended learning permite que cualquiera, y desde donde quiera, adquiera nuevos conocimientos directamente desde las mentes más prestigiosas en sus respectivos ámbitos profesionales que permanezcan en la otra parte del mundo. En definitiva, cualquiera puede atender a una clase de un profesor de MIT mientras espera sentado a que llegue el autobús.
La tecnología permite adquirir nuevas destrezas sin importar el lugar
3. Nichos temáticos
Con la cuarta revolución industrial, la especialización es más necesaria que nunca. El contenido pasa de lo amplio a lo concreto, de lo general a la especialización en nichos económicos. Es decir, se estudia Blockchain adaptado al sector financiero, UX en el sector del retail, Machine Learning aplicado a industrias específicas. El mercado laboral se ha vuelto tan competitivo que es necesario adquirir nuevas destrezas y habilidades sobre aquella materia concreta que se encuentre dentro del ámbito de actuación en el que uno desarrolle su labor. La nueva educación supone dar una vuelta de tuerca a la especialización.
4. Hipercustomización
Este punto va muy ligado al anterior. La educación digital también permite quebrar la rigidez y homogeneización impuesta por las universidades. Anteriormente, todos los alumnos estudiaban lo mismo, al mismo ritmo -ralentizando a los más avanzados y perdiendo por el camino a los más rezagados-; ahora, gracias a la tecnología, tenemos la posibilidad de configurar una formación personalizada para responder a las necesidades que se puedan encontrar a lo largo de la carrera tras una promoción, un cambio de departamento o el inicio de un nuevo proyecto.
5. Lifelong learning
El proceso de aprendizaje ha dejado de ser algo que termina en un momento concreto, tras finalizar los estudios universitarios o los de posgrado. La educación tecnológica responde a las nuevas necesidades de los profesionales, que tienen que estar actualizando sus conocimientos constantemente a lo largo de toda su carrera laboral, y de las empresas, para desarrollar su continua demanda de talento.
Con la cuarta revolución industrial, la especialización es lo más necesario
6. Empleabilidad
Es innegable el valor que aporta la educación tecnológica a los profesionales y su repercusión en el mercado laboral. Los nuevos perfiles tecnológicos, muy escasos en la actualidad, cotizan al alza. Aprender nuevas destrezas y habilidades, formarse continuamente para no quedarse fuera de este mercado globalizado, será el denominador común de los trabajadores de un futuro que ya ha echado a andar.