El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a dos años de cárcel al ex consejero de la Comunidad de Madrid Francisco Granados y al guardia civil José Manuel Rodriguez Talamino, y a un año y 6 meses al agente en excedencia de este Cuerpo Jose Luis Caro Vinagre, por una filtración en el marco de la llamada Operación Púnica que originó un grave daño a la investigación policial y un beneficio económico para Granados.
La Sala confirma las condenas por delito de violación de secreto agravado, en el caso de Rodríguez Talamino, y delito agravado de aprovechamiento de secreto revelado por funcionario público, en el caso de Granados y Caro Vinagre.
La Audiencia Nacional condenó a los 3 recurrentes por unos hechos que se remontan al mes de septiembre de 2014. Dentro de la investigación por delitos de corrupción de la llamada Operación Púnica, el agente José Manuel Rodríguez Talamino recibió la orden de colocar en la localidad madrileña de Pinto una cámara oculta en la puerta de las oficinas de otro de los investigados, David Marjaliza.
La noche del 5 de septiembre, durante las fiestas de Valdemoro, el agente alertó a Granados de que la UCO estaba actuando en Pinto y que vigilaba la sede de Éboli, donde se encontraba el despacho de David Marjaliza. Un día después, Granados en conversación telefónica con Marjaliza le informó de lo sucedido, que entendió como "una advertencia", avisándole de los seguimientos policiales.
En la sentencia, ponencia del magistrado Miguel Colmenero, la Sala rechaza que se haya violado la presunción de inocencia de los condenados. Explica que la filtración de la investigación de la UCO derivó de modo inmediato en que tanto Granados como Marjaliza adoptaran nuevas cautelas, distintas de las que hasta entonces habían observado.
La sentencia explica que la utilización de la información recibida se tradujo directamente en un "beneficio económico" para Granados y para David Marjaliza, investigado en la Operación Púnica y considerado como conseguidor de la trama, "mediante la ocultación del dinero que poseían en metálico y su inicial sustracción a la investigación concreta y avanzada a la que supieron que estaban siendo sometidos". Granados, además de pedir a Marjaliza que destruyera la documentación que lo relacionaba con sus negocios, escondió el dinero que poseía en metálico (casi un millón de euros) en casa de sus suegros. Por su parte, Marjaliza también ocultó el que guardaba en metálico en su caja fuerte y lo llevó a una caja de seguridad de una entidad bancaria.