Política

La Ley D'Hont, el mejor aliado de Sánchez para ganar

  • El campo de juego polarizado no es el mejor para la agrupación PP-Cs-Vox
Pedro Sánchez. Foto: Efe

A tenor de los sondeos de las empresas demoscópicas, de las que maneja el CIS y el propio Ejecutivo a nivel interno, Pedro Sánchez es el candidato que parte con mayor ventaja sobre el resto de líderes para conformar el próximo Gobierno y por tanto para ganar las elecciones generales del 28-A. Los nueve meses de embarazo propagandístico de los que ha gozado gracias al triunfo de la moción de censura y de la escenificación de divorcio presupuestario con las fuerzas separatistas e independentistas que le llevaron en volandas hasta Moncloa, han sido lo suficientemente fructíferos como para que hoy se perciba al secretario general de los socialistas como el dirigente con más posibilidades para ser el triunfador de las urnas.

El tiempo de regalo de la moción no ha sido el único factor que ha multiplicado sus opciones de Gobierno. El hundimiento de Unidos Podemos -podría quedar el quinto- con la marcha de Iñigo Errejón a postulados aparentemente más transversales han resultado de extraordinaria eficacia para la estrategia de los gurús monclovitas. Sánchez parece aglutinar el desencanto que los votantes de UP han experimentado con Pablo Iglesias, con sus idas y venidas y con su manu militari, desarticulando una amalgama de siglas impulsadas por el 15M. Ese voto que se suma de UP al PSOE hace fuerte a Pedro Sánchez, pese a que entre sus dirigentes existe una enorme preocupación por la manera en que ha sido gestionado la relación de un partido de Estado con los nacionalistas y soberanistas, algunos de los cuales se encuentran inmersos en un proceso judicial que puede desembocar en delitos de sedición, malversación, e incluso de rebelión, según se desarrollen los acontecimientos en el Tribunal Supremo.

El jefe del actual Ejecutivo se esfuerza estos días en afirmar que la justicia es independiente y que él, en modo alguno, interferirá en el resultado final del juicio del procés. Habiendo dejado plantados a sus socios de moción de censura, rearma este argumento que en cuatro años de Gobierno puede sufrir cambios sustanciales bañados de indultos. Pero eso queda lejos ahora. Los imputados por el desacato a la Constitución en Cataluña están siendo juzgados por las más altas instancias, y eso juega a favor de Sánchez que estuvo hábil al apoyar el artículo 155 y en ponderar a Mariano Rajoy como un gran hombre de Estado. 

El sistema electoral también podría ayudar al dirigente socialista. Como es bien conocido, la Ley D'Hont ampara a los grandes partidos y penaliza a los pequeños, al tiempo que a las formaciones nacionalistas las extrabeneficia en número de escaños y correspondencia a su densidad de población. Sin duda estas cábalas no han pasado desapercibidas para Moncloa. Si ya hubo un momento en el que sumó con 84 diputados la fuerza suficiente como para plantear una moción de censura y ganarla, por primera vez en la democracia, imaginemos qué filigranas puede hacer el líder del PSOE con entre 120 y 140 escaños, como señalan algunas encuestas.

El resultado que los socialistas esperan en Cataluña también arroja optimismo para los intereses de Sánchez. Pero quizás sea la división del bloque del centro derecha lo que más satisfacciones le provoque a la hora de conjeturar resultados, que evidentemente están abiertos a cualquier eventualidad, como ha demostrado el peregrinar político de los últimos tres años en España, con desenlaces inesperados.

Aún así, sabiendo que las claves son otras y que la interpretación de la política es muy volátil, es cierto que el campo de juego polarizado no es el mejor de los escenarios para la agrupación PP-Cs-Vox. Con la Ley D'Hont en la mano, el Partido Socialista es la formación política que mayor tajada puede sacar de las urnas -sobre todo en las circunscripciones pequeñas en las que se jugarán las elecciones del 28-A, mientras que la división de votos del centro derecha perjudica al Partido Popular en el reparto de escaños, es muy posible que castigue a Ciudadanos, y es factible que otorgue diputados a Vox. En definitiva, que el volumen de esos votos no se corresponda con el número de escaños, por tanto, con un voto desperdiciado en que no servirá para nada, es decir, que no sea eficiente para desalojar a Sánchez de Moncloa, como aspiran PP, Cs y Vox.

Por eso no es tan descabellado, aunque estos partidos lo rechacen de plano, que las tres formaciones, si no al menos, dos, se planteen ir juntos en algunas circunscripciones, o formar equipo a mayores en el Senado. Ello significa un enorme acto de generosidad, pues implica renunciar a liderar la lista en cuestión. Implica, por supuesto, ser muy estratégico y plantear alianzas que sumen y no resten en las provincias en las que el voto es crucial. Y exige revisar argumentarios y presentarse como una alternativa de Gobierno inclusiva, rebajando los fantasmas del 155, como tan hábilmente está utilizando el PSOE.

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