
Aupada la política española en un tsunami inagotable de cambios permanentes y continuos torbellinos, de espuma envuelta en rumores y de poco análisis, sin más certeza que las hipótesis, la renovación del liderazgo del Partido Popular acapara el interés que hace unos días despertó el cartel de los ministros de Pedro Sánchez. En esta era de revolución feminista, además de la foto de la vicepresidenta Carmen Calvo en el Puerto de Valencia, lo que ahora ocupa la actualidad es el contorno y hasta el sexo del candidato que se quede con la silla que hoy ocupa Mariano Rajoy en el PP.
Pues bien, en ese juego de tronos, la última teoría que se extiende como una mancha de aceite es la de una candidatura única -si es que concurrieran dos competidores- formada por un líder y dos personas. A saber, compuesta por Alberto Núñez Feijóo, en la dirección de los mandos, y Soraya Sáenz de Santamaría, de segundo de abordo. Claro que esta composición solo tendría lugar cuando la formación de centro-derecha atisbe que hay dos candidatos en liza, porque de haber solo uno, la proclamación sería automática.
Por rara que parezca la combinación del gallego y la vallisoletana -habría que ver hasta dónde son capaces de ceder, antes de negociar-, la conjetura política va tomando fuerza. El Partido Popular no quiere líos ni experimentos de primarias que luego dejen malas cosechas. Tampoco quiere bicefalias como las de los tiempos de Antonio Hernández Mancha. Por eso, quizás porque de esa manera se amarran quienes temen ser desplazados si alguien decide remozar el partido del suelo al tejado, en el PP se trabaja con la idea de esa candidatura integradora, que fue una de las pocas peticiones que Mariano Rajoy expresó el lunes ante la Junta Directiva Nacional, quien por cierto mantuvo no tener ni sucesores ni delfines, ni tampoco hacer "distingos entre unos y otros porque todos y cada uno de vosotros habéis trabajado mano a mano conmigo estos años", manifestó.
Pero la combinación Feijóo-Santamaría de la que se habla sí parte de un distingo que margina a la secretaria general, María Dolores de Cospedal, quien no ha mostrado más cartas a sus fieles que la de un tiempo para pensar en sus circunstancias personales y familiares y después tomar una decisión. Mientras, entre los marianistas, más de uno mantiene que la exvicepresidenta tiene suficientes apoyos entre las bases, y más entre los votantes en general, que la secretaria y numero dos, luego con esos avales puede atreverse con su candidatura.
Del gallego, el eterno aspirante, poco más se puede añadir. El presidente de la Xunta respeta los procedimientos, y frente a las escapadas que se vieron el lunes, fue el único dirigente que se enfrentó a la prensa para decir que el PP tiene que salir reforzado y unir a militantes, simpatizantes y personas con responsabilidad. Una declaración de intenciones, con un mensaje al resto: "Ocurra lo que ocurra, se debe intentar sumar".