
Era 21 de junio de 1994, a eso de las 16.15h, en una muy soleada ciudad de Chicago. Jon Andoni Goikoetxea llegaba casi a la línea de fondo y se disponía a centrar. Era el extremo derecho de la selección española, y enfrente tenía a la todopoderosa Alemania de Mathaus y Klinsmann. Al lanzar la pelota la puso tan ceñida que, aunque no era su idea, sorprendió al portero y acabó colándose al fondo de la red en uno de los que sería uno de los goles del campeonato. Cuando la renovación no depende de la edad: el 'tándem' Carmena-Gabilondo sumaría 145 años.
El partido acabó en un empate que sabía a victoria para un equipo con expectativas mucho menores que las actuales. El campeonato aún duraría unas semanas más, hasta el fatídico partido contra Italia en el que Luis Enrique acabó con la camiseta llena de sangre. Aquel campeonato, a pesar del buen juego, se recordaría al final por el codazo de Tassotti y por el fallo de Julio Salinas. La figura de 'Goiko', que había sido un talentoso jugador en el otro gran Barça de Guardiola, acabaría también ligada para siempre a aquel disparo que la fortuna se encargó de encumbrar.
A veces son las gestas involuntarias las que acaban cambiando la inercia de las cosas. Y en política, donde un evento aislado acaba dando lugar a un alud de consecuencias impredecibles, pasan cosas así casi a diario. Esta semana, con el asunto de Cifuentes y su máster todavía paseándose por los titulares, ha estallado una crisis difícil de digerir en el seno de Podemos, que bien podría terminar de echar por tierra sus expectativas electorales a medio plazo.
En realidad lo sucedido no es nada nuevo, sino la vuelta a la vida de ciertos problemas que en su día cerraron en falso y que llegan en el momento más inadecuado para los de Iglesias. El beneficiario involuntario, como le pasó a Goikoetxea, ha sido el PSOE, y los actores necesarios, que entonces fueron la defensa y el guardameta alemanes, han sido Manuela Carmena, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa.
El 'fichaje' de los cercanos
La primera bomba de la semana llegaba con la filtración de que los socialistas habrían ofrecido a Carmena ser su candidata a la alcaldía de Madrid para las próximas elecciones Municipales, que llegarán en mayo del año que viene.
En realidad, la alcaldesa 'pegaría' mucho más encabezando una lista socialista que una de las confluencias de Podemos, y de hecho así se ha manifestado durante toda legislatura. Los desencuentros con los afines a Podemos e IU han sido bastante frecuentes, salvo por un puñado de nombres -como el de Rita Maestre-. De hecho, desde su entorno alguna vez se bromeaba con la idea de que se hubiera encontrado mucho más cómoda dependiendo de los concejales socialistas que de los no siempre predecibles compañeros de filas.
Que algo así sucediera, sin embargo, parece más difícil. De hecho, las presiones para que Carmena aceptase repetir se basan en una idea difícilmente cuestionable: sin ella, la lista de Podemos tendría escasas posibilidades de revalidar la alcaldía -y aun con ella, según los sondeos, no sería ni mucho menos fácil-.
La segunda bomba, que estallaba pocas horas después, no tenía como protagonistas a los socialistas, aunque sí ahondaba en su beneficio. Carolina Bescansa filtraba por error un documento en el que ofrecía colaboración a Íñigo Errejón para, a medio plazo, descabalgar a Iglesias en Podemos.
El contexto en este caso es importante. Errejón se enfrentó a Iglesias meses antes por la formación de la dirección de Podemos -que no por el liderazgo-, momento en el cual Bescansa dio un paso al lado para no posicionarse. Cuando Errejón perdió se buscó una salida salomónica en dos pasos: se le colocaría como candidato en la Comunidad de Madrid para intentar aprovechar su tirón y darle un puesto de honor aunque, desde un aparato controlado por afines a Iglesias, se pudiera dominar sus movimientos.
Las aguas han estado tranquilas unos meses, pero cuando se ha ido a encender la maquinaria preelectoral para la confección de listas la crisis ha vuelto a estallar. Errejón no ha aceptado el dominio impuesto, y Bescansa ha trazado un plan al respecto. El problema es que se ha revelado la conspiración antes de que pudiera ponerse en marcha.
La asimilación de los 'posibilistas'
La explosión de ambas crisis, aunque distintas, trazan un horizonte común: si el PSOE ha sido capaz de tentar a una Carmena descontenta con los suyos, ¿sería capaz de asimilar a nombres de peso como Errejón y Bescansa?
Estratégicamente la jugada tendría sentido: ambos -especialmente Errejón- son nombres de peso, cuyo fichaje revitalizaría las filas socialistas, al tiempo que dañarían a un rival directo como es Podemos. Los años de contiendas internas en el PSOE han hecho que muchos se hayan ido o hayan sido apartados -sirva como ejemplo el caso de Eduardo Madina-, así que ciertos fichajes externos no vendrían nada mal. Especialmente cuando el líder, alejado del Congreso, carece de la visibilidad que necesitaría.
De hecho, es parte de la estrategia que se puso en marcha con la llegada -la primera- de Pedro Sánchez. Se fichó, por ejemplo, a la independiente Margarita Robles, que ya colaboró con el PSOE en tiempos de Felipe González. Y se incorporó de un UPyD en descomposición a dos perfiles destacados, como la mediática Zaida Cantera y la que había sido oposición interna a Rosa Díez y dirigente de la formación, Irene Lozano.
¿Podría repetirse una jugada así con nombres como Carmena, Errejón o Bescansa? El impacto de algo así sería tremendo, no sólo por la capacidad de atraer votantes perdidos con el auge de Podemos, sino por el hecho de robárselos a un rival directo. Como pasó con el caso de UPyD -o como le ha pasado a Ciudadanos 'fichando' a gente de las filas magentas, pero también del PSOE o del PP- los partidos tienden a incorporar a gente en su órbita. Si no pueden pactar, al menos asimilan a los cercanos.
Aunque parece poco probable que se pueda llevar a cabo una operación política de esa envergadura, las consecuencias de la doble explosión en las filas de Podemos están aún por ver. Quizá Iglesias afloje, visto lo visto, y ceda ciertos espacios para evitar agrandar la herida. Quizá no lo haga, y acabe impulsándoles a buscar una salida.
Hay un dato, sin embargo, que conviene no pasar por alto: no es casual que esos tres nombres sean de los más 'posibilistas' dentro de la formación morada, habiendo abogado por mayores sinergias con el PSOE para descabalgar al PP. Nadar entre dos aguas tiene ciertos peligros... pero también hace que se multipliquen las posibilidades.