Política

El poderoso caballero Don Dinero ajusta cuentas con la política

  • Baiget, los Pujol, Zapata... ¡Ay, el dinero! Es un correctivo infalible
Guillermo Zapata. Foto: Efe

El dinero es literario y muy teatral. Es uno de los factores determinantes de muchas de las reacciones que explican las actitudes del ser humano. El dinero fundamenta la calidad de las relaciones, de las alianzas. Por dinero dejan de hablarse los miembros de una misma familia. También por dinero uno es capaz de perder su dignidad. Y por dinero, es posible que el proyecto soberanista catalán -con el que día sí, día también amenaza Puigdemont- se venga abajo.

Cuando el exconseller de Empresa de Cataluña, Jordi Baiget, dijo aquello de "me voy, que antes de que me toquen el patrimonio, prefiero ir a la cárcel", atinó en lo mollar. No en vano, también era conseller de Conocimiento. Por eso en su testamento político confesó que "nuestras decisiones pueden afectar a nuestras familias y a nuestros cargos".

¡Cuanta sabiduría la de Baiget! El Tribunal de Cuentas debió darle la pista. Despilfarrar dinero de los fondos públicos puede tener consecuencias. Y en el caso del 9N se habla de algo más de cinco millones de euros. Vamos, que ni los más entregados a la causa harán cuestación para recolectar tanto parné. Así que, Baiget, con mente diáfana, prefirió poner tierra por medio y salir pintando.

La última crisis del Govern responde a un esquema parecido al de Jordi Baiget. Por mucho que insistan en defender el referéndum hasta infinito más uno, en el trasfondo de las decisiones se palpa el miedo, la quiebra, la fractura. Homs se ha hartado de de hacer el tonto y de tener que obedecer a la CUP como burro con orejeras. Los cargos se desploman, el poder deja de tener el color de la púrpura.

'El séptimo sello' está a punto aplastar los devaneos soberanistas. De forma colateral, el Gobierno pregunta quién pagará las urnas, la cartelería, quién afrontará los gastos, o quién estampará su nombre en los documentos para luego caminar hacia el olvido.

El hijo de Jordi Pujol, Oriol Pujol, ya se ha formulado estos inconvenientes y él solo ha llegado a una conclusión: es mejor ir a la cárcel dos años y medio que dejar que metan las narices a un patrimonio atesorado a golpe de golpes. Así que sí, ha reconocido el cobro de comisiones y haber usado su influencia política para beneficiar a determinados empresarios del sector de las ITV.

¡Ay, el dinero! Es un correctivo infalible. El último en reaccionar ha sido el concejal Guillermo Zapata, de Ahora Madrid, y al parecer, también de Podemos. El edil madrileño se ha mostrado contrario a depositar en el cepillo morado la mal llamada carta financiera que ajusta el sueldo a los políticos podemitas.

Cansado de ver que en el Ayuntamiento de Madrid no todos sus compañeros están sometidos al impuesto revolucionario con el que se subvencionan las sedes, los viajes, los asesores, y alguna mariscada que otra en las Islas Baleares, Zapata ha practicado aquel popular chiste que decía, 'que me borren del Partido Comunista, que me ha tocado la lotería'.

Al final, el dinero, raíz de muchos males y desgracias del mundo, ha tenido más fuerza contra el edil del distrito de El Pardo que los reproches por el humor negro de sus tuits contra Irene Villa.

Pero Zapata no está solo. En el consistorio madrileño hay un 50 por ciento de dirigentes dentro de las filas de Ahora Madrid que está dispuesto a darse de baja de la influencia de Pablo Iglesias, con tal de no restarle al salario ese diferencial económico que te reconcilia con las mieles del capitalismo.

Es lo que conlleva tener que elegir cuando las recomendaciones vienen dadas por Ramón Espinar, de todos conocido por sus cargos de diputado autonómico, senador y secretario general de Podemos Madrid. Con tanto galón, Espinar exige pagar el canon de Podemos si se quiere seguir siendo de Podemos. Una imposición por la que él no tuvo que pasar cuando se descubrió que, siendo hijo de uno los precursores de las 'tarjetas black', se benefició de una vivienda oficial, y aunque no cumplía ni uno solo de los requisitos, pasado un tiempo relativo la vendió con todos sus complementos. Claro que, la patológica afición a tener y acumular también termina por destruir. Así lo escribió Molière.

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