Política

La derrota de Susana Díaz en las primarias del PSOE marca un "tiempo nuevo" en Andalucía

  • La dirigente se centrará en su gestión y podría hacer cambios en la Junta
La presidenta de Andalucía, Susana Díaz. Foto: EFE

Uno de los principales mantras que repetía Susana Díaz una y otra vez cuando se convirtió en la primera presidenta de la Junta de Andalucía era que comenzaba un "tiempo nuevo" en la política andaluza.

Intentaba así desligarse del pasado, representado por sus antecesores y padrinos, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y por el escándalo de los ERE falsos. Desde entonces, la carrera de la política sevillana se ha desarrollado a velocidad de vértigo en estos tres años, en los que no sólo consiguió deshacerse de la pesada losa de la corrupción en Andalucía, sino que proyectó su imagen de mujer de Estado de tal manera a nivel nacional que sus compañeros de partido y también los representantes de otras formaciones políticas la asumieron como líder natural de un PSOE a la baja.

Con lo que no contaba Susana Díaz, gran conocedora de los entresijos del aparato del partido socialista, es que los militantes fueran a tumbar las directrices oficiales para nombrar a Pedro Sánchez nuevo secretario general del PSOE, cortando de raíz todas las aspiraciones de la presidenta andaluza de saltar a la arena de la política nacional.

La incontestable victoria de Sánchez, con algo más de un 50 por ciento de los votos, y la inesperada derrota de Díaz, que apenas llegó al 40 por ciento, han supuesto un giro de estrategia de 180 grados para la líder de los socialistas andaluces.

Tras un primer día en estado de shock -no fue capaz ni de nombrar a Pedro Sánchez por su nombre para felicitarle-, Susana Díaz se ha rehecho y ha pasado toda la semana planificando su futuro a raíz de la nueva situación.

En primer lugar, reunió el lunes a los componentes de su núcleo duro para analizar los resultados. Fue ahí donde constataron la frágil situación en que había quedado Díaz, tanto a nivel orgánico como a nivel institucional. En el primer caso, porque en Andalucía había obtenido la victoria esperada pero también Sánchez había conseguido un tercio de los votos de los militantes de esta región, cifra que podría incrementarse cuando el nuevo líder se vaya consolidando en Madrid. Y en el caso de la Junta de Andalucía, porque le había dado en bandeja a la oposición el principal argumento de desgaste para los próximos años: "Se queda en Andalucía como segundo plato".

Para atajar ambos frentes, la actividad de la última semana ha sido frenética para la política trianera. El martes el PSOE andaluz anunció el adelanto del congreso regional del partido al mes de julio -estaba previsto inicialmente en septiembre- con el objeto de que a la corriente de Sánchez no le dé tiempo de armar una candidatura alternativa a Susana Díaz para la Secretaría regional del partido, como ellos mismos habían anunciado.

Tras diversas conversaciones entre ambas partes, los sanchistas anunciaron que no presentarán esa alternativa y dejarán que Susana reine en Andalucía. A cambio, la propia presidenta andaluza anunció que votará a Pedro Sánchez en el congreso del próximo mes y pidió a los suyos que "nadie se enfrente al sanchismo en mi nombre". Sin embargo, Díaz ha rechazado la creación de listas de integración para la nueva Ejecutiva, lo que ha sido interpretado de distinta forma por unos y otros.

Impulso a la Junta

Después de intentar aclarar el tema orgánico, el segundo gran reto de la presidenta andaluza la pasada semana ha sido rearmar su figura como presidenta de la Junta, que queda debilitada tras salir derrotada en su propio partido. Susana Díaz se reunió el miércoles con su Grupo Parlamentario Socialista -que la recibió con una cerrada ovación- y les pidió que olviden ya los temas internos para centrarse en la gestión de los problemas de los andaluces.

Posteriormente, Susana Díaz se fue al Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta, para recibir al líder de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín, a quien intentó convencer de que se mantiene sin cambios el pacto alcanzado hace dos años que le pemite gobernar con el apoyo de la formación naranja. Marín puso nuevas condiciones sobre la mesa -como la eliminación de los aforamientos y la reforma electoral-, pero garantizó la estabilidad del Gobierno andaluz, en el que descartan entrar.

Una vez conseguido ese objetivo, Susana Díaz va a centrar todos sus esfuerzos en proyectar su imagen de gestión al frente de la Junta de Andalucía. De momento, ha decidido comparecer a petición propia en el Parlamento andaluz los próximos días 7 y 8 de junio en un debate en el que pretende relanzar su figura y anunciar nuevas medidas de calado. "Susana es la presidenta del Gobierno andaluz y maneja un presupuesto de más de 30.000 millones de euros", subrayan en su entorno.

Dentro de esa estrategia de relanzamiento de su imagen no se descarta que pueda realizar cambios en su Consejo de Gobierno ants de verano para darle un impulso a la gestión y comenzar otro "tiempo nuevo".

Díaz ha asumido su derrota a nivel interno ante Sánchez, pero prevé dar la batalla desde la Junta frente a las políticas del PP, intentando contraponer el modelo de Rajoy con el suyo, por lo que mantendrá su proyección mediática nacional desde su cargo institucional.

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