
Los avances en una serie de tecnologías han llevado al sector de la inversión a dar un gran paso hacia el futuro. La evolución de la inteligencia artificial, el big data y la tecnología de libro mayor distribuido cambiarán las reglas del juego. Si bien el mundo de la inversión se ha modernizado en las últimas décadas con procesos automatizados en aras de la eficiencia, un cambio hacia los activos digitales podría cambiar los fundamentos del sector.
Esto podría unificar el conjunto actual de procesos en toda la industria y permitir transacciones más rápidas, más simples, más rastreables y menos propensas a errores. Esto permitiría, por ejemplo, crear carteras totalmente personalizadas para cada inversor.
Las llamadas "finanzas componibles" convertirían la inversión en diferentes bloques digitales empaquetados como tokens. En la actualidad, los gestores de fondos y los asesores de inversión elaboran una cartera de activos tradicionales -fondos de inversión, bonos, acciones, materias primas, etc.- que consideran la mejor aproximación a las necesidades de sus clientes. Pero existen limitaciones a la hora de personalizar dichas carteras.
Un inversor sólo puede comprar un bono entero, no sólo las partes que realmente le interesan. Las finanzas componibles resuelven estos problemas, tanto para los emisores como para los inversores.
Los contratos y tokens inteligentes programables -que autoejecutan acciones cuando se cumplen determinadas condiciones en las redes blockchain- permitirían que las carteras se mantuvieran alineadas con los objetivos individuales de los inversores. ¿Un cliente especifica que no quiere exposición a determinados sectores de la economía? Programado correctamente, este código podría impedir que se añadieran a su cartera.
También podría automatizar gran parte del trabajo preliminar que se realiza actualmente en los mercados. Los activos tradicionales requieren importantes equipos en el sector de la gestión de fondos para crear y destruir participaciones en fondos, procesar acciones corporativas como el pago de dividendos y ejecutar órdenes de compra y venta.
Para los organismos de control, las ventajas potenciales son también enormes. Desde el punto de vista de compliance, estas tecnologías permitirían incorporar requisitos como las normas contra el blanqueo de capitales en los propios tokens.
Para afrontar este gran cambio con respecto a la situación actual que ofrecen las finanzas componibles, los proveedores tendrán que encontrar formas de ofrecer componentes digitales que brinden beneficios inmediatos en el mercado actual y ayuden a familiarizarse con el funcionamiento de esta tecnología. Estos componentes deberán integrar las estructuras y los agentes existentes. Al igual que coexisten el efectivo, las tarjetas de crédito y los monederos digitales, habrá que encontrar la manera de que cohabiten los tokens, los ETF y los fondos de inversión.
Un ejemplo claro serían los fondos monetarios tokenizados. Las stablecoins o criptomonedas estables en español -activos digitales vinculados al dólar u otras divisas- son cada vez más populares. Sin embargo, los propietarios de stablecoins a menudo renuncian a las rentabilidades generadas por la moneda fiduciaria subyacente. Un fondo monetario tokenizado podría facilitar las transacciones de stablecoins y al mismo tiempo proporcionar un rendimiento de la divisa.
Este tipo de servicio es un ejemplo de la diferencia entre las finanzas tradicionales y el nuevo universo digital hacia el que avanza la industria. Los reguladores ya reconocen cada vez más las stablecoins. Por ejemplo, recientemente en el Reino Unido, el Gobierno acaba de publicar un proyecto de disposiciones para regular los intercambios de criptoactivos y la emisión de stablecoins. Existe una regulación establecida en la UE y normas incipientes en Estados Unidos.
En un mundo en el que algunas personas no se sienten seguras de participar en los mercados de capitales tradicionales, pero compran criptomonedas, el sector de la gestión de fondos debe hacer más para atraer a las generaciones nativas digitales más jóvenes. Las finanzas componibles ayudarán en este proceso.
Si este es el futuro, ¿cuáles son los obstáculos? La experiencia de los últimos años sugiere que hay dos retos a tener en cuenta. En primer lugar, aunque la regulación suele ser tecnológicamente neutral, sigue habiendo muchas normas basadas en los productos actuales. La tecnología blockchain y los tokens, por su propia naturaleza, van más allá de la forma de estructurar el mercado actualmente. La regulación debe dar el mismo salto hacia un enfoque totalmente basado en principios.
En segundo lugar, los procesos existentes en el sector han dado lugar a capas de intermediarios y centros especializados que corren peligro en esta verdadera transformación. La dimensión de este legado y el coste del cambio crean resistencia. La gestión de activos ya se ha transformado antes y puede volver a hacerlo. La clave es iniciar el viaje con ejemplos tangibles que hagan avanzar al sector, eduquen a los inversores y fomenten las inversiones de nuevo en una infraestructura de mercados de capitales regulada como ahora pero más ágil.