
No puedo ocultarles mi sensación de que, desde hace ya un tiempo, en los criterios de inversión en bolsa son los ordenadores los que deciden, y eso provoca oscilaciones radicales al ser tomadas las decisiones en base a algoritmos, que aplican en menor medida criterios fundamentales. Y no parece que esta tendencia vaya a cambiar a corto plazo. Habrá que aceptarlo así. Todavía recuerdo cuando una variación de un 1% en la cotización en bolsa era noticia -¡qué tiempos aquellos!-. Más noticias en la revista gratuita elEconomista País Vasco
Eso sí, cuando queremos humanizar la decisión siempre encontramos la explicación a lo que los ordenadores -previamente programados por humanos- han decidido lo que valen las cosas. Vaya papeleta para algunos. ¿Quién me iba a decir a mí que la bajada del petróleo era tan mala para la economía?, porque viendo lo que ocurre así parece.
Lo pernicioso del caso no es la oscilación en sí misma sino el impacto que ésta tiene tanto sobre la economía real, que se ve arrastrada a crisis y euforias con demasiada rapidez, como sobre el estado de ánimo de la ciudadanía, que empuja el consumo y la riqueza, y sobre la percepción de los agentes financieros a la hora de apoyar y financiar proyectos, que pueden pasar de buenos a malos en 24 horas. Es difícil aislar el efecto financiero de la economía real pero no es malo recordárnoslo a nosotros mismos de vez en cuando. Seguro que sirve para algo.
Máquina de votar
Como decía Ben Graham, padre del Investment Value y mentor entre otros de Warren Buffet, la Bolsa en el corto plazo es una "máquina de votar" -sobre el valor se entiende- y en el largo es una "máquina de pesar" -el valor real de las empresas-. También se refiere a Mr. Market como alguien que nos aparece todos los días en la puerta para ofrecer un precio y los inversores somos los que estaremos de acuerdo o no, y haremos, o no, caso a los caprichos del mercado en función de cual sea el criterio de inversión.
Pues bien, la "votación diaria" la llevan a cabo las máquinas. Sabemos que no podemos desenchufar los ordenadores y que la realidad es esta, pero debemos recordar que no todo es lo financiero y que detrás de todos los proyectos hay empresas y compromisos, fuerza, ideas...
Por cierto esta reflexión sobre la toma de decisiones me consuela parcialmente por el "tortazo que me estoy pegando" en alguna de mis brillantes inversiones decididas con criterios fundamentales y sólidos. ¿Tendré que cambiar?
Óscar Sánchez, socio director de Norgestión