Opinión

La importancia de utilizar un lenguaje inclusivo en las empresas

En un mundo cada vez más diverso y globalizado, las organizaciones tienen la responsabilidad de promover un entorno laboral respetuoso, equitativo e inclusivo. Una de las herramientas más efectivas para lograrlo es el uso de un lenguaje inclusivo, que refleja y respeta la diversidad de las personas y evita sesgos o exclusiones involuntarias. Así se refleja en las normativas desarrolladas en España en materia de igualdad de género y LGTBIQ+, en las que recuerdan su importancia y sugieren su uso.

El lenguaje inclusivo no es solo una cuestión de corrección política, sino que genera impactos concretos en el funcionamiento y el clima de las empresas. Organismos internacionales avalan su valor: la Estrategia Europea de Igualdad de Género recomienda su uso para eliminar estereotipos y prejuicios y avanzar hacia entornos laborales más justos; la OIT señala que los lugares de trabajo donde se promueve la igualdad y la inclusión —también desde la comunicación— consiguen mayor satisfacción y menor rotación de personal, lo que repercute positivamente en la productividad; y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) subraya que garantizar la igualdad de género en la comunicación es fundamental para alcanzar la igualdad real en todos los ámbitos.

Además, el lenguaje inclusivo es reflejo de los valores de la organización y actúa como motor de un mejor clima laboral. Cuando las palabras transmiten respeto y reconocimiento, se favorece la igualdad de oportunidades, se reduce la discriminación y el acoso, y se promueve la empatía y la colaboración. Todo ello contribuye a fortalecer la imagen de la organización como una entidad responsable y comprometida con la diversidad.

Adoptar un lenguaje inclusivo requiere una estrategia consciente que vaya más allá del simple cumplimiento normativo. Algunas medidas clave son elaborar guías y manuales adaptados al contexto de la empresa, ofrecer formación y sensibilización a toda la plantilla —especialmente a quienes gestionan la comunicación— y revisar periódicamente documentos y materiales, tanto internos como externos, para identificar y corregir posibles expresiones excluyentes.

Para poner en práctica el lenguaje inclusivo, existen acciones y recomendaciones concretas que pueden marcar la diferencia en el día a día de una organización. Por ejemplo, se debe evitar el uso de términos sexistas o estereotipados, optando por palabras neutras o inclusivas como "persona" en lugar de "hombre" o "mujer" cuando el género no sea relevante. Es recomendable elegir expresiones que reconozcan identidades de género diversas, como evitar los pronombres específicos si no son necesarios o adaptar el lenguaje para incluir la diversidad. Preguntar y respetar los pronombres preferidos de cada persona, así como utilizar correctamente el nombre o apelativos de quienes forman parte del equipo, es una muestra más de respeto e inclusión.

Además, es importante ser conscientes de que las expresiones tienen un significado y un impacto específicos según el contexto cultural y social, por lo que conviene evitar aquellas que puedan resultar ofensivas o excluyentes, especialmente en equipos multiculturales. Incluir la diversidad en ejemplos, casos prácticos y materiales internos —mostrando diferentes perfiles, realidades y trayectorias— ayuda a visibilizar y normalizar diferentes realidades, favoreciendo el sentimiento de pertenencia.

Mantener una revisión y corrección continua de los materiales y comunicaciones de la organización es esencial para asegurar que se emplea siempre un lenguaje respetuoso e inclusivo, adaptándose a los cambios normativos y sociales. Esta tarea puede apoyarse en manuales, diccionarios o herramientas digitales que faciliten la aplicación de buenas prácticas. La formación constante, tanto general como específica para los equipos de recursos humanos, comunicación y dirección, es clave para sensibilizar en materia de inclusión y diversidad.

Otro aspecto importante es la creación de espacios de diálogo en la organización, donde las personas puedan expresar dudas, sugerencias o inquietudes sobre el uso del lenguaje inclusivo o plantear situaciones en las que se perciban mejoras posibles. Esta apertura favorece la cultura de escucha y el aprendizaje mutuo, contribuyendo a consolidar la inclusión como un valor transversal dentro de la organización

En definitiva, el uso de un lenguaje inclusivo en las organizaciones no solo refleja un compromiso con la igualdad y el respeto, sino que también tiene un impacto directo en la cultura organizacional y en el bienestar de sus integrantes. Incorporarlo requiere formación, revisión constante y una actitud abierta al aprendizaje. Al hacerlo, las organizaciones fomentan un entorno laboral más justo, colaborativo y enriquecedor para todas las personas, contribuyendo a su éxito y sostenibilidad en un mundo cada vez más diverso.

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