
Llevamos mucho tiempo insistiendo en que la bolsa estadounidense esta cara, hasta los editoriales del Wall Street Journal lo han reiterado, pero la ansiada corrección no se ha producido ni con una fuerte competencia de los mercados de deuda.
Tensión que debería haber provocado un trasvase de renta variable a fija. La bolsa mundial apenas se ha tensionado pese a que la deuda de largo plazo, y de máxima calidad -porque en su mayoría es soberana de las grandes economías-, provoque ya pérdidas en lo que va de año cercanas al 6%. Con estas caídas estamos hablando de que 2025 se encamina a ser el segundo peor año del siglo para los bonos, después del apocalipsis de 2022, cuando el T-Note estadounidense llegó a provocar pérdidas del 19%. A esto se añade que el activo por antonomasia refugio, el oro, va camino de cerrar su mejor año desde 1979 con una ganancia del 35%.
Con lo que está sucediendo, la pregunta es cómo las bolsas pueden acercarse a subidas del 10% si la línea de meta del fin de la bajada de tipos, en Europa, está a la vista, y las subidas de tipos pueden estar sobre la mesa más pronto que tarde.
Me he reiterado que había que bajar exposición a bolsa gradualmente desde la premisa que confiar es lo que haces mientras empeoran las cosas. Pero no ha sido la posición más acertada. Y como no hay peor sabio que el que sólo aprecia sus propios razonamientos creo que hay que hacer una reflexión profunda entre lo que se paga hoy en bolsa por el beneficio actual de las compañías y lo que se paga por el que se espera que ganen.
Y aquí es donde surgen las dudas. De la misma forma que la bolsa estadounidense cotiza cara si se miran las ganancias de este año, al pagar una prima muy fuerte por sus beneficios; la fotografía ya no es tan negativa si nos detenemos en los resultados proyectados para 2026. Wall Street empieza a no estar tan caro con las ganancias estimadas para el año que viene; y en el caso de bolsas europeas como la española o la italiana volvemos a a asistir a precios que son atractivos.
La dilución ante tanto optimismo creo que hay que ponerla en el fuerte crecimiento de los beneficios que las firmas de inversión calculan para el año que viene. El consenso de mercado espera para el próximo curso una mejora de las ganancias del S&P500 del 12% y de casi el doble dígito para el principal índice del Viejo Continente. Creo que hay un exceso de optimismo porque todavía no cotiza el retraso de órdenes de compra en la industria como consecuencia del parón que han provocado los aranceles que, como es lógico, recortarán los beneficios. Digo retraso más que pérdida. Es como vender un traje a alguien que sabe que lo necesita, pero no cuándo, y quien lo vende todavía no lo tiene en tienda. Al final se demora la compra.