
El gasto del Gobierno en los primeros seis meses del ejercicio rebasa en casi 30.000 millones la cantidad fijada en los Presupuestos, que en este caso corresponde a los de 2023. Para conseguir este incremento, el Ejecutivo ha recurrido a las modificaciones de crédito. Estos instrumentos presupuestarios son utilizados cada año por todas las administraciones públicas, ya que permite reasignar partidas y realizar ajustes si cambian las necesidades de ejecución. Además, esta herramienta también incluye la modalidad de generar créditos extraordinarios, que sirven para aumentar los que no están contemplados en el presupuesto inicial. Se trata, por tanto, de una herramienta legal, muy utilizada y tremendamente útil para el Gobierno en un momento en el que los presupuestos están prorrogados. De hecho, gracias a estas modificaciones, el Ejecutivo ha podido elevar en 5.649 millones la dotación en defensa para cumplir con su compromiso con la OTAN.
Pero lo que es criticable es el desmedido incremento del 44,1% de la cantidad asignada en modificaciones de crédito en el primer semestre del año. Todo apunta, por tanto, a que el Ejecutivo está recurriendo a esta herramienta para seguir impulsando los desembolsos sin necesidad de debate parlamentario. Ello debido a que uno de los principales problemas de este instrumento presupuestario es que no siempre es transparente, ya que solo obliga a informar al Congreso. Algo que el Ejecutivo lleva a cabo con mucho retraso o, directamente, ni hace, según denuncia la oposición. El Gobierno se está sirviendo así de la falta de nuevas cuentas para impulsar un descontrol presupuestario total con el sufraga el mantenimiento de la fiesta del gasto público de manera opaca.