Opinión

Menor precio de los alimentos

  • La presión de la distribución y el auge de la marca blanca obligan a la industria alimentaria a ajustar márgenes
Cesta de la compra con alimentos frescos
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Los alimentos fueron uno de los grandes responsables de la escalada de la inflación, tras el inicio de la guerra en Ucrania. De hecho, en octubre de 2022 alcanzaron su máximo histórico, con un impulso del 21,2% en el Índice de Precios Industriales. Por fortuna, los comestibles frenaron su rally, hasta el punto de que durante el verano de 2024, se produjo la primera bajada en los últimos seis años. Desde entonces, el sector encadena once meses consecutivos recortando precios. Una tendencia que ha ido a más en los últimos meses. De hecho, en junio, último dato disponible, el descenso ha sido del 3,3%, el mayor porcentaje registrado en más de una década. Durante los primeros años tras la pandemia, la industria se negó a bajar los precios de los productos que venden a la distribución. Argumentaban para ello que era el momento de recuperar sus márgenes de rentabilidad tras la asfixia a la que se vieron sometidos por la subida de costes.

Pero, finalmente, dieron su brazo a torcer. Un cambio en la estrategia comercial que se realizó por la presión de las cadenas de supermercados, que llevan tiempo enfrascadas en una guerra de ofertas para impulsar las ventas. Por si fuera poco, el auge de la marca blanca, que ya representa cerca del 50% de la cesta de la compra, también ha llevado a los fabricantes tradicionales a reducir los precios. La industria, por tanto, está obligada a seguir bajando los precios y a sacrificar márgenes para satisfacer a los súper, y para evitar que las enseñas de distribución les sigan comiendo terreno. Un contexto difícil que permite anticipar que los comestibles no volverán a ser un problema para el control de la inflación lo que, por otro lado, supondrá un alivio para los consumidores a la hora de llenar la cesta de la compra.

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