
Siete de cada diez lectores de este artículo trabajan en una empresa familiar. Ya sea en uno de los mayores bancos del mundo, en la mayor cadena retail de moda del planeta, o en alguno de los líderes nacionales de componentes de automoción. Esto son solo tres ejemplos. Las empresas familiares son el 88% del tejido empresarial de España y suponen el 70% del empleo privado, según el informe "Relevancia y supervivencia de la empresa familiar" presentado este año 2025 por el Instituto de la Empresa Familiar. Por lo tanto, hablar de economía en España, de empresa, de empleo, y de todo lo que atañe a estas cuestiones, es hacerlo de las empresas familiares.
La empresa familiar es sinónimo absoluto de innovación. Porque innovan más, y mejor. Los datos son claros: las empresas familiares invierten un 66% más en innovación que las no familiares, según un informe de EY. Aquí, cobra sentido el reinventarse o morir. Por cada millón de euros invertido en I+D, las empresas familiares obtienen un 23% más de innovaciones de producto en comparación con las no familiares. Invierten más, invierten mejor. Solo el 43% de las empresas fundadas en 2017 siguen activas hoy, según Cepyme. Menos de la mitad. Para llegar a ser empresas sólidas, longevas, que ofrezcan estabilidad laboral, se necesita estabilidad.
A pesar de las dificultades, las empresas familiares tienen una vida media de 33 años frente a los 12 de las no familiares. Cuando la pandemia vislumbraba su final y el inicio de la recuperación, en 2021, el informe que realizó el Instituto de la Empresa Familiar con KPMG puso de manifiesto que el 93% del empleo en estas empresas se habían mantenido durante la crisis. Una empresa familiar viene de lejos y mira al largo plazo, por definición. El corto plazo es enemigo de la sostenibilidad económica. Este compromiso con el futuro ofrece al trabajador estabilidad, posibilidades de conciliar una vida familiar, flexibilidad en su trabajo y posibilidades de mejora constante en sus condiciones laborales.
La empresa familiar es, además, estabilidad. Tanto para el tejido productivo como para el trabajador. Están y estarán. No mueven sus sedes, piensan en el crecimiento sostenible y en el largo plazo de su negocio y de sus trabajadores. Son, en estos tiempos tan convulsos, un ancla a tierra. Demuestran una resiliencia superior a los vaivenes económicos, ya sean episodios cíclicos del propio ritmo empresarial o cuestiones de más rabiosa actualidad como la que hemos visto con los aranceles. Nuestras empresas son, además, organismos que se fundan en valores. La cultura de la empresa se cimenta sobre el sentido de pertenencia, la lealtad, la ética y el trato humano. Las empresas familiares son personas, no números. Ayudemos a que la vida media de las empresas familiares sea mayor y ayudaremos a la sociedad en su conjunto.
Para que las empresas familiares sigan contribuyendo a la sociedad y creando empleo de calidad, necesitan crecer. Sin crecimiento no hay futuro. Pero las trabas burocráticas y la legislación actual desincentivan el crecimiento, abocando a las empresas a permanecer pequeñas, siendo menos productivas y dando menos oportunidades a sus trabajadores. Todos los indicadores muestran que las ratios de productividad en la empresa española están por debajo de sus pares europeas, y viene siendo así desde hace décadas. Para luchar a favor se necesitan políticas públicas, legislaciones favorables ya que el tamaño medio de la empresa española es de los más pequeños de Europa, lastrando nuestra competitividad.
La empresa, como elemento único creador de riqueza, necesita capacidad de crecimiento y un entorno que lo favorezca. De la empresa y los autónomos salen los impuestos que mantienen nuestro Estado del Bienestar y las nóminas públicas. Servicios básicos como la sanidad, la educación, la justicia o la seguridad, dependen de los ingresos tributarios que generamos los empresarios. Por eso, sostenemos que hay que favorecer el trabajo del empresario, que no es otro que el de generar riqueza y construir bienestar. Debemos crear un entorno que anime y casi empuje al emprendedor a triunfar, pues eso redundará en beneficio de todos. No hay mejor lugar para estar, para crecer, y para sobreponerse a las circunstancias difíciles. En las duras, y en las maduras, empresa familiar.