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Especial Turismo

De la masificación turística a un turismo que suma

Óscar Perelli del Amo, vicepresidente ejecutivo de EXCELTUR
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Tribuna escrita por Óscar Perelli del Amo, vicepresidente ejecutivo de EXCELTUR

Llega el verano y el debate sobre la masificación turística sigue sobre la mesa. Un debate complejo y no abordado con el suficiente rigor. En este momento, con un positivo contexto de demanda creciente, el turismo en España tiene que elegir su futuro. Un deber pendiente, que se ha pospuesto por los buenos resultados, siempre basados en el mero aumento de la afluencia.

La inercia nos lleva a seguir por la senda del crecimiento masivo, dentro de una lógica de que cuanto más volumen de visitantes, mejor para todos, sabiendo que se pueden estar superando las capacidades de respuesta de los recursos territoriales y de acogida de la población residente. Hay que plantear una senda diferente en la que prime la generación de un mayor valor económico, ambiental y social, sin necesidad de mayor afluencia, en aquellos lugares y momentos del tiempo en los que ya se constata una situación de saturación. Un turismo que siga sumando a la sociedad española, pero sobre unas bases alineadas con las aspiraciones sociales, los límites ambientales y la inteligencia económica.

La solución no es sencilla. Supone elegir aquellas opciones que generen una contribución positiva en estas tres dimensiones, más allá de las lógicas del volumen. Representa un cambio de paradigma en cómo hemos venido gestionando el turismo, que implica analizar y seleccionar qué posicionamiento de productos queremos promover y qué perfiles atraer, mientras se dirige el amplio y complejo espectro de elementos que lo condicionan y lo hacen posible. Un turismo que prime el valor frente al volumen.

Esta reestructuración no conlleva claudicar del turismo masivo que tanto contribuye al nivel de prosperidad de muchos destinos españoles. Hablamos de una transición que, manteniendo el volumen, elija las propuestas más interesantes por su contribución a este planteamiento integral con nuevas métricas y sistemas de incentivos a la inversión y de gestión que lo hagan posible. Obliga a gobernar el futuro del turismo, frente a la respuesta simplista de penalizarlo.

Los destinos han de reflexionar sobre las capacidades de alojamientos turísticos que quieren albergar y plasmarlo en sus instrumentos urbanísticos, porque el equilibrio está en la convivencia con los locales. Igualmente, han de pronunciarse sobre si realmente quieren alojamientos legales y profesionales, que generan más empleo y cumplen los convenios colectivos y las normativas sobre seguridad, calidad y eficiencia energética. Asimismo, han de facilitar la actividad de los que tienen propuestas más alineadas con la generación del mayor cash flow social, por el cliente que atraen, su compromiso con la compra de productos locales o su reducción de la huella ambiental.

También es primordial elegir los productos que quieren promover y cuidar. Las propuestas culturales, deportivas, de ocio y negocio que responden mejor a la generación de un mayor valor añadido, a la distribución más equilibrada en el tiempo y el espacio de la afluencia y a los elementos de identidad local. Por ello, se debe invertir en las infraestructuras y sistemas dotacionales para responder a las necesidades y hacer posible el equilibrio mencionado. De adecuar sus sistemas de accesibilidad, apostando por modelos autosostenidos y operadores comprometidos con los valores y objetivos a alcanzar, que consigan irradiar el efecto del turismo sobre otros territorios.

Todo ello, implica situar al turismo como un sector prioritario, complejo y que ha de ser gobernado desde el posicionamiento inteligente, la gestión y el fomento de la inversión, en la rehabilitación y la mejora de las propuestas, sin la necesidad de generar más oferta y promover más demanda, abriendo una nueva senda de contribución basada en el valor. Una senda que obliga a elegir, una senda de un turismo que suma, pero de otra manera.