Opinión

Hacia un sistema eléctrico sostenible: el gran reto de España tras el apagón de 2025

  • Nueva entrega de 'Los Análisis de la Sostenibilidad' de CFA Society Spain
  • El colapso sufrido obliga a una profunda revisión de nuestro sistema
Imagen: eE.

El apagón masivo del 28 de abril de 2025 ha puesto sobre la mesa una verdad incómoda: el sistema eléctrico español, a pesar de sus avances en renovables, no es todavía ni técnicamente robusto, ni económicamente eficiente, ni plenamente sostenible desde el punto de vista social y ambiental. El colapso eléctrico, que dejó sin suministro a millones de personas y provocó pérdidas por más de 1.000 millones de euros y varias muertes, obliga a una revisión necesaria de cómo se estructura, regula y opera nuestro sistema eléctrico. Visite el portal especializado elEconomista ESG.

En este artículo intento plantear las claves para lograr un modelo energético verdaderamente sostenible en España, integrando criterios económicos, técnicos y ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).

Economía: eficiencia y estabilidad

El actual sistema marginalista, heredado de una etapa con predominio de generación térmica, está demostrando ser disfuncional con una matriz donde las renovables superan regularmente el 50% de la generación horaria. La caída de precios, incluso a cero o valores negativos, socava la estabilidad financiera de las plantas renovables y desincentiva la inversión y el mantenimiento de instalaciones sin mecanismos complementarios. Así fue la semana en que el sistema eléctrico español se fracturó por el apagón.

La transición hacia un modelo más eficiente pasa por introducir contratos por diferencias (CfD) para nuevas instalaciones, garantizar ingresos estables y minimizar el sobrecoste al consumidor. Al mismo tiempo, urge desplegar un mercado de capacidad que remunere la disponibilidad de potencia firme, particularmente en forma de almacenamiento, bombeo y generación flexible.

Tecnología: almacenamiento y digitalización

La penetración renovable exige acompañarla de mecanismos técnicos que aseguren la estabilidad del sistema. El apagón de abril mostró los límites de una red con baja inercia y respuesta lenta a oscilaciones. Es esencial desplegar almacenamiento a gran escala —baterías, bombeo, hidrógeno verde— que permita modular la generación renovable, para lo cual es perentorio establecer una regulación que elimine barreras como el doble peaje a las baterías y fomente la co-localización de almacenamiento con plantas renovables ya existentes, lo que reduce costes y mejora la eficiencia global del sistema.

Además, se necesita fomentar la respuesta rápida de frecuencia desde las renovables, e incorporar inercia virtual mediante inversores avanzados. Para ello, la regulación debe reconocer y remunerar estos servicios, permitiendo que compitan en pie de igualdad con las energías tradicionales.

La digitalización del sistema, con sistemas de medición y supervisión mejorados y algoritmos predictivos, permitirá anticipar situaciones críticas. A su vez, reforzar la interconexión con Francia y Portugal permitirá un mayor acoplamiento europeo y una gestión más segura y solidaria de la energía.

Sostenibilidad: un sistema justo y limpio

La sostenibilidad no es solo técnica o económica: debe ser también socialmente equitativa y ambientalmente coherente. El apagón demostró que millones de ciudadanos siguen siendo vulnerables ante interrupciones del suministro: personas electrodependientes, pequeñas empresas, trabajadores sin acceso a teletrabajo...

En el plano ambiental, la descarbonización del mix es incuestionable: España debe cerrar definitivamente las centrales térmicas y avanzar en sus objetivos renovables, sin olvidar los impactos ecológicos de grandes instalaciones y la necesidad de integrarlas de forma armoniosa con el territorio, como por ejemplo estableciendo perímetros de árboles alrededor de las plantas.

En el ámbito social, la transición energética no puede dejar atrás a los consumidores vulnerables. El sistema debe garantizar el acceso universal y asequible a la energía, combatir la pobreza energética y fomentar la participación ciudadana mediante autoconsumo, comunidades energéticas y modelos cooperativos.

Desde la gobernanza, se requiere transparencia y participación en la planificación energética. Las decisiones sobre infraestructura, ubicación de nodos críticos o subastas deben abrirse al escrutinio público y garantizar un reparto equitativo de costes y beneficios.

El apagón como punto de inflexión

Lejos de ser un accidente aislado, el apagón de abril de 2025 fue un aviso sistémico. Si España quiere liderar la transición energética, debe hacerlo sobre una base sólida: con una red eléctrica más estable, un mercado que retribuya el valor real de cada tecnología y un modelo que ponga en el centro a la ciudadanía.

El reto no es menor, pero tampoco lo es la oportunidad. Un sistema eléctrico sostenible no es solo más verde: es también más justo, más resistente y más inteligente. La decisión está sobre la mesa. Y el momento, tras el apagón, no puede ser más urgente.

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