
El S&P 500, de referencia en Wall Street, rebasó la pasada semana los 6.000 puntos, y se encuentra a solo 100 puntos básicos de su máximo histórico. Los últimos buenos datos de empleo y las negociaciones de China y EEUU en la guerra comercial han espoleado al mercado estadounidense. Pero las últimas subidas de la bolsa americana también implican que las cotizadas se compren con una prima cercana al 30% respecto a la media desde el año 2000. En concreto, el principal índice bursátil de Wall Street se adquiere a un PER (número de veces que el beneficio se recoge en el precio de la acción) de 22,8 veces. Esto supone cotizar con una prima del 26%, con respecto a las 18,05 veces que el selectivo norteamericano ha cotizado de media en el siglo, lo que además supone que Wall Street entra en territorio burbuja. Tampoco el multiplicador para 2026 ofrece respiro. Así, el S&P se adquiere a 20,30 veces los beneficios esperados para 2026, es decir, se compran con una prima del 12,5% sobre la media.
Cotizar a estos niveles supone exigir al conjunto de compañías que reúne el índice un fuerte y confiable crecimiento de sus beneficios. Y si bien es cierto que las estimaciones del consenso de analistas pronostican una cosecha de beneficios histórica para el conjunto de las 500 empresas que integran el S&P. También es verdad que la incertidumbre que generan los volantazos y las propias políticas de Donald Trump amenazan el impulso de las ganancias, como ya está ocurriendo en la economía. Todo ello frena el atractivo de Wall Street y acerca la posibilidad de que el mercado sufra una corrección. Será entonces cuando la ecuación rentabilidad riesgo sea más interesante para los inversores. Hasta que eso ocurra, la bolsa europea sigue siendo más idónea para obtener altos retornos.