
Especial Empresa Global
Sólo el 9% de las empresas españolas vende sus productos en el mercado global, según el último informe de Iberinform, filial de Crédito y Caución. La cifra, 2 puntos por debajo de la registrada antes de la pandemia, coge al sector empresarial español en medio de una compleja situación internacional, con un mercado fragmentado, marcado por la inestabilidad generada por las turbulencias geopolíticas.
Sin duda, la amenaza arancelaria de Trump ha venido a empeorar aún más el escenario bélico abierto por la guerra de Ucrania, la matanza de Gaza y los enfrentamientos entre India y Pakistán. Pero si algo ha quedado meridianamente claro es que la empresa ha sido la única institución que ha influido decisivamente para frenar el arranque explosivo del nuevo inquilino de la Casa Blanca. La presión empresarial ha desinflado el inicio de la agresiva estrategia arancelaria de Trump a través de su impacto en la Bolsa, el empleo o el consumo en el país norteamericano. Nadie más ha podido hacerlo.
Independientemente, de cómo se sucedan los acontecimientos en los próximos meses, lo que no parece que vaya a cambiar es la apuesta de Europa por su propia defensa y por su independencia comercial y tecnológica. Y esto conlleva un reajuste en el orden mundial, con una profundidad aún por definir, ya que supone aminorar la dependencia de EEUU.
América Latina y Asia Central se dibujan ahora como los nuevos mercados para el continente. Por eso, la empresa española, compuesta en su gran mayoría por pymes, está llamada a acelerar el proceso de internacionalización. El número de compañías que exportan de forma continuada sigue creciendo y ya son 46.000 las responsables del 96% del valor exportado, casi un 5% más, según los datos del ICEX. Esto demuestra que la cultura de la internacionalización va calando cada vez más en la empresa española. Pero lo cierto es que a día de hoy esas empresas sólo representan a una de cada diez, un dato que no se corresponde al potencial del tejido empresarial español ni a lo que cabría esperar de una economía avanzada.
Las empresas del Ibex 35, con más del 53% de su facturación procedente del exterior, son el mejor escaparate del éxito que supone vender y crecer en mercados internacionales tan dispares como EEUU, China, Australia o Europa. La clave está en dejar de mirar al mercado doméstico como único horizonte y asumir que la plaza global es la única salida lógica.
Las administraciones tienen un especial compromiso en transmitir confianza e incentivar con más ahínco una verdadera cultura de la internacionalización. Es necesario persuadir a la pequeña empresa para ahuyentar el temor a equivocarse al otro lado de la frontera, saber adaptarse a nuevos mercados, buscar alianzas locales firmes y enfrentar con mayor ambición toda la complejidad burocrática -que la hay- o los costes inherentes a la nueva singladura empresarial.
La internacionalización es una oportunidad colectiva, más ahora que el mercado global ha iniciado una reconfiguración de la que deben salir oportunidades interesantes de aprovechar.
Muchas compañías ya lo están viendo. Es el caso de América Latina, donde las exportaciones se llevan incrementando ininterrumpidamente desde hace tres años. El pasado mes de febrero las ventas de las empresas españolas en Suramérica crecieron un 9,9% interanual, según los informes de Comercio Exterior. Además, alcanzaron máximos históricos en mercados como México y Chile, lo que evidencia la apertura de una nueva vía estratégica para las exportaciones españolas.