*Tribuna escrita por Rosemary Morris-Castico, embajadora de Australia
El mundo vive tiempos convulsos marcados por una persistente incertidumbre. El orden multilateral basado en reglas, que nos ha traído décadas de paz y prosperidad sin precedentes, se encuentra amenazado. Australia y España deben aunar sus esfuerzos para salvaguardarlo.
A pesar de la distancia geográfica entre Australia y España, nos unen valores e intereses marcadamente similares. Ambos somos potencias medias unidas por valores democráticos compartidos. Australia y España saben que nuestra prosperidad descansa en un comercio abierto y basado en reglas.
Este alineamiento debe también quedar reflejado en nuestros lazos económicos, y el Acuerdo de Libre Comercio entre Australia y la Unión Europea es la oportunidad perfecta para solidificar nuestros ya fuertes vínculos.
Tras las recientes elecciones en Australia, se han dado los primeros pasos para reanudar los contactos para un Acuerdo de Libre Comercio entre Australia y la UE, y Australia sigue estando comprometida con lograr un acuerdo que beneficie a ambas partes. En estos momentos de incertidumbre en el sistema de comercio global, un Acuerdo de Libre Comercio entre Australia y la UE enviaría una señal clara de compromiso con el sistema comercial basado en reglas.
Los beneficios del Acuerdo se sentirían en ambos continentes. Australia tendría acceso a un mercado de 450 millones de personas que es ya nuestro tercer mayor socio comercial, y las empresas europeas verían allanado el camino a un mercado rico y estable que es, a su vez, la puerta de entrada a la región más dinámica del mundo.
Esto es especialmente relevante para las empresas españolas de los sectores de infraestructuras y energías renovables, que han experimentado un enorme crecimiento en el mercado australiano. Australia es ahora el segundo mayor mercado de licitación pública para España en todo el mundo.
Los beneficios mutuos son enormes para ambas partes, al crear nuevas oportunidades y una mayor certidumbre para el comercio de bienes y servicios, y facilitando una mayor inversión en ambas direcciones. No tengo duda de que seremos capaces de abordar nuestras legítimas preocupaciones sin comprometer por ello los intereses generales.
Podemos responder a las tensiones arancelarias globales con el ejemplo contrario: eliminando barreras.