Opinión

La fórmula que redefine el valor de una empresa en la era del propósito

  • Juanjo Salegi, Director de Recursos Humanos en Bellota-Walt HR
Juanjo Salegi, Director de Recursos Humanos en Bellota-Walt HR.

En un mercado laboral cada vez más competitivo, volátil y exigente, atraer y retener talento no depende solo de ofrecer un buen salario o estabilidad contractual. Vivimos un momento en el que las personas —sobre todo las generaciones más jóvenes— buscan algo más profundo: un trabajo con propósito.

La sostenibilidad, entendida más allá del componente ambiental, ha pasado de ser un valor añadido a convertirse en un criterio esencial para decidir dónde trabajar, a qué proyectos sumarse y con qué organizaciones comprometerse a largo plazo. En este nuevo escenario, emerge una fórmula tan simple como poderosa: Impacto + Coherencia = Reputación + Atracción de Talento.

Esta ecuación resume una verdad cada vez más evidente: las empresas que logran generar un impacto positivo real en la sociedad y el planeta, y que actúan con coherencia entre lo que dicen y lo que hacen, construyen una reputación sólida y deseable. Y esa reputación se convierte en un imán para atraer y fidelizar al mejor talento.

Desarrollar esta fórmula es mucho más que una reflexión teórica. Es un modelo estratégico para los líderes de las empresas y especialmente para los del área de Personas, Sostenibilidad, Cultura Organizacional y Comunicación Interna. Veamos cómo se construye cada uno de sus componentes.

Impacto, cuando las acciones hablan

En el mundo de hoy, ya no es suficiente tener un propósito bien redactado o un manifiesto institucional atractivo. Lo que realmente genera confianza —y compromiso— es el impacto tangible. Y ¿Qué entendemos por impacto? Es el resultado positivo, medible y visible que una organización genera en el mundo.

Puede estar vinculado a distintos ejes. Por un lado, medioambiental, mediante la reducción de emisiones, la transición energética o la economía circular. Por otro lado, social, con la inclusión, la equidad salarial o la inversión en comunidades vulnerables. Y por último, cultural, a través del bienestar mental, el liderazgo diverso o modelos flexibles y humanos.

Este impacto debe estar soportado por indicadores, evidencias y transparencia. Porque si no se puede medir, difícilmente se puede mejorar y mucho menos comunicar con credibilidad.

Coherencia, cuando los valores se viven (y no solo se enuncian)

Tener impacto es clave, pero no suficiente. Hoy, la incoherencia es una de las principales causas de pérdida de talento y de reputación interna. ¿Qué significa ser coherente en una organización? Significa alinear el discurso con las decisiones reales.

Es asegurar que los valores comunicados están presentes en la forma de liderar, las relaciones laborales cotidianas, la política salarial, los procesos de promoción y reconocimiento y la cultura de feedback y participación.

En un mundo donde los equipos están más informados, conectados y críticos, la incoherencia ya no pasa desapercibida. Y tiene un coste directo en compromiso, clima laboral y retención.

Reputación, el activo que no se compra, se construye

Cuando una empresa logra generar impacto real y vivir con coherencia, comienza a construir un activo intangible pero muy poderoso: su reputación interna y externa. A diferencia de la imagen corporativa (que puede construirse con marketing), la reputación surge de la experiencia real que las personas tienen con la organización.

¿Cómo se sienten los colaboradores? ¿Qué dicen los exempleados? ¿Cómo actúa la empresa cuando nadie la mira? ¿Cuál es su relación con la comunidad? La reputación se construye desde dentro y se transmite hacia fuera. Y en este nuevo escenario se ha convertido en un factor decisivo para ser una "empresa deseada".

Atracción de talento, la consecuencia natural

El talento actual no busca ser parte de una empresa tradicional, sino colaborar con un propósito que lo represente. Quiere formar parte de una causa, sentirse parte de algo más grande que un puesto o una marca, contribuir con su trabajo a generar impacto y dejar huella.

Cuando una organización tiene impacto real, vive sus valores con coherencia y goza de buena reputación, el talento llega, y además se queda. Ya no es necesario "vender" tanto la propuesta: las personas buscan entrar, recomiendan la empresa, se convierten en embajadores espontáneos. La marca empleadora se fortalece no por campañas, sino por vivencias.

Además, este tipo de atracción genera un talento más alineado con la cultura, con más compromiso, con mayor resiliencia en contextos de cambio. El talento actual no busca empresas perfectas, pero sí empresas comprometidas, valientes y con impacto real.

¿Cómo activar esta fórmula en tu organización? Pasar del discurso a la acción requiere decisión, método y participación. Aquí algunas palancas clave importantes pasan, en primer lugar, por medir el impacto, lo cual consiste en definir indicadores claros y auditables para tu estrategia ESG (Environmental, Social and Governance). Comparte avances, logros y también desafíos. La transparencia genera confianza.

En segundo lugar, revisar la coherencia interna. Haz un diagnóstico de cultura: ¿vivimos lo que decimos? ¿Dónde están las contradicciones? ¿Cómo podemos cerrar la brecha entre propósito y práctica?

Después hay que involucrar al equipo. El impacto no lo generan los departamentos, lo generan las personas. Crea espacios de participación, innovación interna y activismo sostenible.

También es importante comunicar con autenticidad. Muestra tus avances sin exagerar. Sé honesto. La reputación se fortalece cuando se nota que hay camino recorrido, pero también humildad y aprendizaje.

Conclusión, de la fórmula a la cultura

Impacto + Coherencia = Reputación + Atracción de Talento no es solo una ecuación inspiradora. Es un modelo de gestión. Un nuevo lenguaje para quienes entendemos que el talento es el recurso más estratégico y más humano.

En un entorno laboral donde el compromiso no se impone, sino que se inspira, las organizaciones que liderarán el futuro no serán las que más prometan, sino las que más cumplan y de las empresas que sepan construir culturas donde la sostenibilidad no sea un área, sino una forma de ser y de trabajar.

Porque cuando una empresa impacta positivamente, es coherente con sus valores y escucha a su gente, se convierte en un lugar donde vale la pena quedarse.

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