
Las familias españolas soportan la segunda mayor carga fiscal, ligada a la posesión de vivienda destinada a habitarla, de la OCDE.
La suma de tributos –desde el IVA hasta impuestos autonómicos, pasando por tasas municipales– se eleva hasta más del 30% de la inversión global, una cifra que no solo contrasta con el 6,5% medio de la UE. Aún más se aleja de los porcentajes negativos de economías como la holandesa, en la que las deducciones y subvenciones neutralizan por completo la carga fiscal.
Este castigo que sufren los propietarios en nuestro país no solo mina el que es uno de los principales destinos de la inversión de las clases medias occidentales. Además, en el caso español, constituye un obstáculo añadido al de ya de por sí muy difícil acceso a la vivienda.