
En los últimos años, en España ha habido una amplia proliferación de las energías renovables, principalmente la fotovoltaica. Y por el ritmo al que se han instalado, algunos no dudaran de calificar el fenómeno de burbuja. Del reciente apagón también rápidamente deduce que hay un problema, pero ¿estamos realmente alcanzando el límite de instalación de renovables en España? ¿existe alguna resistencia al avance?
El hecho es que en los últimos cinco años la potencia instalada en fotovoltaica ha pasado de los 4.8 GW de 2019 a los actuales 32 GW, un ritmo medio de 6.4 GW anuales. La eólica por su parte ha tenido un crecimiento más uniforme alcanzando los actuales 32 GW en 25 años, 1.3 GW por año de media. Para poner en contexto estos datos cabe recordar que en España tenemos siete reactores nucleares de 1GW cada uno y, por tanto, podemos concluir que hemos instalado cada año en fotovoltaica el equivalente a toda la potencia nuclea disponible; y esto durante cinco años seguidos. La velocidad de instalación fotovoltaica es impresionante cuanto menos y puede hacer intuir que es un ritmo difícilmente sostenible a largo plazo dado que, además, el consumo eléctrico de España desciende anualmente de forma sostenida (en 2023 se consumió un 11% menos de energía eléctrica que en 2010).
Adicionalmente, el máximo de demanda diaria en España oscila entre los 22GW y los 38GW instantáneos dependiendo del día del año y, por tanto, hoy hay más potencia instalada solo en fotovoltaica que el pico de demanda de la mayoría de los días del año; y lo mismo con solo eólica. Otro factor, que puede hacer intuir que estamos llegando a una cierta resistencia en el ritmo de instalación fotovoltaica, es el hecho de que durante los meses de máxima producción solar (abril y mayo) el mercado de electricidad (OMIE) cierra a precios cero euros.
Esto quiere decir que las empresas fotovoltaicas que no disponen de otros medios de cobro y han de vender a mercado libre regalan su energía en esas horas. Esto es debido a que la oferta de energía renovable supera a la demanda o se acerca mucho a ella en esas horas, lo que nos indica que España se acerca al limite de potencia fotovoltaica que el mercado puede asumir en ciertos momentos. Red Eléctrica es el ente encargado de cotejar si ese mix de energías mercantilista es físicamente posible aplicando diferentes análisis técnicos, y propone cambios para asegurar que se suministra la demanda eléctrica de forma estable y no hay apagones u otros problemas técnicos. Así Red Eléctrica propone restricciones técnicas y deja fuera del mercado en ocasiones a instalaciones renovables que habían entrado en mercado por precio pero que es necesario desplazar para poder insertar en el sistema fuentes de energía que puedan aportar estabilidad inercial y capacidad de regulación. El caso es que en los últimos años las restricciones técnicas que impone a las fuentes renovables (conocidas como Curtailments) han ido aumentando, lo cual baja la rentabilidad de las instalaciones y es otro indicador de la saturación técnica que tiene la red eléctrica española en los momentos de alta producción renovable (eólica y solar).
Aún está por dilucidar el origen del apagón que sufrió la península, su evento desencadenante, pero ya se ha generado un debate sobre si en ese momento había suficiente potencia en firme, potencia síncrona tradicional que aporta estabilidad a la red, o si por el contrario caímos en apagón porque la red era débil en ese momento al tener muchas renovables no síncronas. De confirmarse que esta debilidad ha sido un factor determinante, estaríamos ante otro indicador más de que se está llegando a un cierto limite o resistencia de la instalación renovable en la red española actual.
Ante todos estos argumentos podemos intuir que la transición energética en España está llegando a una nueva etapa. Hasta ahora las renovables simplemente se han instalado para aportar energía a la red eléctrica y bajar el precio, y esa ha sido la parte fácil del camino, pero todo parece indicar que a partir de ahora si queremos insertar mas renovables para descarbonizar la red eléctrica y ganar independencia energética, el camino va a ser más complejo: por un lado, probablemente los sistemas electrónicos que generan la energía en las fuentes renovables (inversores) se tendrán que actualizar con unos que sí generen estabilidad, pero estos tendrán mayor coste y complejidad (los sistemas llamados grid forming) así como otros sistemas de estabilidad de red, en la propia red. Por otro lado, si queremos poder generar mas energía renovable tendremos que almacenarla cuando haya excesiva para consumirla en otras horas, lo cual implica instalación de baterías, centrales de bombeo u otros tipos de almacenamiento. Y, por último, mejorar las interconexiones con Francia también aumentaría la estabilidad de la red y la capacidad de instalar más renovables para vender la energía al país vecino.
En cualquier caso, todas estas medidas suponen inversiones complejas que no aportan energía neta a la red y por tanto encarecen el precio. Por tanto, la parte fácil y barata de insertar renovables llega a su fin y ahora toca recorrer etapas más complejas desde el punto de vista tecnológico y probablemente algo más caras. La otra opción, no continuar con el despliegue renovable, también sería mas costosa porque implicaría insertar más nuclear y gas en la red, fuentes netamente más caras que las renovables. Y esto es solo el principio de la transición, porque la electricidad hoy solo supone el 20% del consumo de energía de España. Veremos qué pasa con el otro 80%.