Opinión

Defendamos lo conquistado para ganar futuro

  • Queda mucho por hacer en materia de mejorar nuestras condiciones de trabajo 
Manifestación del 1 de mayo de 2024 en Málaga. Europa Press.

Bajo el lema "Proteger lo conquistado, ganar futuro", hemos convocado 81 manifestaciones por todo el país. Y pocas veces como este año es más patente el estrecho vínculo que existe entre lo global y lo local. En la España de 2025 se da una situación paradójica. Hay récord de personas trabajando, la retribución media de asalariados crece por encima de la inflación, la productividad por hora trabajada mejora y los saldos exteriores de la economía española son positivos. Y esta situación inéditamente virtuosa se produce tras la mayor intervención pública en el mercado laboral, que sostuvo el empleo con los ERTE, tras una reforma laboral que ha reducido a la mitad la temporalidad, o después de incrementar un 61% el SMI.

Todo ello en el contexto de una fuerte inyección de recursos públicos en la economía que debe contribuir a la transformación del modelo productivo español, con la oportunidad de la transición energético/ecológica y digital. También en una recuperación del paradigma de un Estado activo en la determinación de la marcha de la economía, resurrección de las políticas industriales, incentivo a la inversión productiva y seguridad jurídica.

Sin embargo, nos encontramos en medio de una disputa económica global de primera magnitud que amenaza todos estos anclajes sobre cómo generar empleo y bienestar. Y por ello queremos denunciar las razones para este riesgo regresivo.

La primera es la insuficiencia de las políticas implementadas. Es compatible el récord de empleo con una tasa de paro inasumible. Es compatible la reducción de la temporalidad contractual con la persistencia de la precariedad laboral, malas condiciones de trabajo, trabajo a tiempo parcial no deseado, extensión abusiva de jornadas laborales, etc. Es compatible la mejora de los sueldos más bajos con la cronificación de bajas retribuciones en buena parte de nuestro modelo económico. Es incluso compatible la mejora de los salarios medios y el incremento del peso de la masa salarial en el conjunto de la economía, con la existencia de millones de hogares donde el incremento de los precios de productos básicos, o los costes de acceso a la vivienda, drenan rentas salariales de forma dramática.

Por tanto, queda mucho por hacer en materia de mejora de condiciones de trabajo y funcionamiento de nuestro modelo económico. La reducción de la jornada laboral puede generar empleo, mejorar los incentivos virtuosos para las empresas y contribuir a la mejora de la productividad a medio plazo. La modificación del régimen de despido debe reforzar la seguridad laboral, promoviendo formas alternativas a la extinción contractual cuando las empresas requieran de ajuste en el volumen de trabajo.

Pero nos quedaríamos cortos si ceñimos el momento de época a estas consideraciones. Hoy la segunda irrupción de Trump en el poder nos sitúa ante un reto civilizatorio. La nueva Administración norteamericana camina a paso firme a la implantación de una autocracia en su país y a dinamitar todos los espacios multilaterales surgidos tras la Segunda Guerra Mundial y recompuestos tras la caída del bloque soviético.

Bajo el señuelo de una guerra comercial, lanzan una disputa por la hegemonía geoestratégica mundial, con el objetivo de dinamitar la soberanía regulatoria europea y las bases constitutivas de nuestro modelo social y fiscal. Además, amenazando con el riesgo de crear una recesión y una espiral inflacionaria, pretenden recomponer sus déficits comerciales externos, penalizando los sectores y empresas de otras áreas del mundo (de forma singular en China, pero también en Europa y en España). Y lo hacen con el colaboracionismo de expresiones de extrema derecha, que hoy son ya la principal amenaza interna para el proyecto europeo y los preceptos constitucionales de los Estados democráticos y sociales de derecho.

El reto para la UE es reforzar su autonomía estratégica, reduciendo la dependencia exterior en los inputs claves de la economía. Y esto se puede hacer mejorando nuestra autonomía energética mediante el impulso de las renovables, su cadena de valor, y los acuerdos concesionales para el acceso a materias y minerales críticos. También reforzando y escalando políticas industriales que localicen producciones de alto valor y sus cadenas de suministro.

Todo ello no será posible sin el pilar social europeo. Las ciudadanías de nuestros países no se vincularán a un "demos" común y a un imprescindible avance de integración política de la Unión, solo por la idea de la seguridad conceptuada además en términos contraproducentes de miedo a una guerra convencional. Hoy la autonomía estratégica requiere de una política de seguridad integral para Europa, que es más que política de defensa, que a su vez va más allá del gasto en armamento.

Este Primero de Mayo defendamos lo conquistado para ganar futuro ante el mayor riesgo reaccionario desde hace muchas décadas.

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