Opinión

La voracidad fiscal del Gobierno

  • Pese al histórico récord de recaudación obtenido, Hacienda se sigue negando a deflactar el IRPF para compensar la inflación
  • La buena marcha de la economía, el empleo, la actividad y el consumo han ayudado para impulsar los ingresos fiscales
  • Pese a este incremento desmedido de la presión fiscal sobre contribuyentes y empresas, el Gobierno se sigue negando a deflactar el tramo estatal del IRPF para adecuar el impuesto al mayor esfuerzo de los ciudadanos por la inflación.
Persona haciendo la Declaración de la Renta
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Tal y como se preveía, Hacienda cerró el pasado 2024 con un nuevo récord de recaudación. En concreto, las arcas del Estado ingresaron 294.734 millones, cifra que supone un 8,4% más que en 2023 y hasta un 52% respecto a la pandemia. Los principales motivos de este incremento de los ingresos tributarios son la subida de los tres grandes impuestos: el IRPF, Sociedades y el IVA. Este último alcanzó 90.541 millones, un 7,9% más.

En cuanto a la tasa que grava las ganancias de las empresas se elevó un 11,5%, hasta los 39.096 millones. Por último, el Impuesto de la Renta también marcó récord histórico con una recaudación que rozó por primera vez los 130.000 millones, un 7,6% más que en 2023 y un 47% más desde el Covid. Es evidente que la buena marcha de la economía, el empleo, la actividad y el consumo han ayudado para impulsar los ingresos fiscales. Asimismo, los mayores rendimientos obtenidos por los ciudadanos con sus ahorros debido a los mayores tipos de interés también son otro factor a tener en cuenta. Pero no conviene olvidar que el propio Gobierno también ha contribuido enormemente al alza de la recaudación. Lo ha hecho a través de más de 90 alzas fiscales desde 2018, según el Instituto Juan de Mariana.

Pese a este incremento desmedido de la presión fiscal sobre contribuyentes y empresas, el Gobierno se sigue negando a deflactar el tramo estatal del IRPF para adecuar el impuesto al mayor esfuerzo de los ciudadanos por la inflación. Una decisión que supone un impuesto encubierto que, según Fedea, cuesta a una familia media más de 700 euros al año. Con ello, el Ejecutivo demuestra una voracidad fiscal desmesurada que pasará factura al consumo, la actividad y las inversiones en un año además de incertidumbre por la guerra comercial.

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