Opinión

Librecambismo versus proteccionismo

El presidente de EEUU, Donald Trump. EP

El siglo XIX vivió grandes batallas económicas entre países desarrollados y los que pretendían llegar a serlo. Inglaterra, la gran potencia económica desde el siglo anterior, pretendió (y lo consiguió en muchos momentos de su historia económica) liberar a la economía mundial de cualquier tipo de proteccionismo por parte de los países que adquirían sus productos. El padre de la economía moderna, Adam Smith, y con posterioridad el economista David Ricardo, fueron los grandes defensores del librecambismo y demostraron que para conseguir el progreso industrial, agrícola y comercial de un país, éste debía defender una política abierta, libre de cualquier barrera.

Frente a Gran Bretaña, Francia y Alemania defendieron el proteccionismo para protegerse de los ingleses y su gran poder industrial. Lo llevaron a cabo mediante dos sistemas, la imposición de aranceles y la limitación de importaciones a determinados productos o simplemente a su prohibición.

A mediados de siglo, se firmó un tratado de libre comercio entre Napoleón III de Francia y Gran Bretaña. Liberaron todos los productos con excepción de los tejidos y el vino. Fue el principio de una gran expansión de sus respectivas economías hasta que llegó la gran crisis económica mundial de 1873.

En la práctica se observó que, si en un principio se beneficiaban las economías nacionales, en realidad crecían los stocks de las empresas al no poderse vender sus productos debidos a las limitaciones legales, con la consiguiente descapitalización y quiebras de empresas.

En España también se desarrolló una batalla que abarcó desde principios de 1800, la Constitución de Cádiz de 1812 defendía el librecambismo, hasta la segunda mitad del siglo XX, ya que la dictadura de Franco estranguló las importaciones mediante autorizaciones administrativas concedidas con cuentagotas con el fin de mantener el valor de la peseta evitando la fuga de divisas.

Solamente hubo un período en el que el gobierno consiguió imponer el librecambismo en España mediante el llamado arancel Figuerola, nombre del ministro del momento. Resultó ser una época de expansión económica para España que duró pocos años ya que los industriales vascos y sobre todo catalanes, se impusieron y consiguieron que se estableciera un proteccionismo radical, sobre todo para los productos textiles, de tal manera que los que llegaban del extranjero resultaban incomprables debido a los enormes aranceles que imponía el gobierno.

Los grandes empresarios catalanes imponían sus criterios a los gobiernos a través de sus propios ministros, incluso llegaron a tener un presidente del Gobierno, Pi y Margall, que impuso el proteccionismo de un modo contundente. Los instrumentos del proteccionismo, además de aranceles y licencias de importación, fueron las primas y subvenciones a los productos nacionales. A pesar de su aparente beneficio a corto plazo para el país que aplicaba esta política, resultó evidente el perjuicio a largo plazo.

Un estudio llevado a cabo por los hermanos Guzmán Rojas cuantifica el gran aumento de riqueza que consiguió España en el período, breve, que practicó el librecambismo.

EEUU, los primeros perjudicados

Las consecuencias de este proteccionismo se observaron al cabo de los años al perder competitividad las empresas de nuestro país, al no invertir en innovación, en nueva maquinaria, en aletargarse en su puesta al día en todos los órdenes.

Ahora Trump lo ha puesto de moda de nuevo, cuando es de todos sabido que la imposición de barreras al comercio es, a largo plazo perjudicial. Sobre todo impacta al país que impone barreas arancelarias a los productos que debe importar. En nuestro mundo globalizado, en el que la mayoría de las grandes empresas poseen fábricas en muchos países con el fin de abaratar precios y conseguir otros beneficios, su principal cliente es el que las castiga mediante limitaciones arancelarias o de otra índole.

Trump, hombre impulsivo y primario, siempre rectifica cuando advierte los efectos que generan sus decisiones tomadas por personas de su equipo que no matizan. Esperemos que rectifique al comprobar el perjuicio que conlleva su decisión a las empresas de su propio país. Aunque no es seguro. Hoy, incomprensiblemente, el mundo entero depende de un hombre y un equipo que están al frente del país más poderoso del mundo. Hombre y equipo que han demostrado su insolidaridad, egoísmo y afán de conquista con desprecio de los tratados y el derecho internacional.

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