
El presidente de EEUU, Donald Trump, lleva desde que aterrizó en la Casa Blanca en su segundo mandato, e incluso desde la campaña electoral previa a los comicios, tratando de explicar por qué estaba empeñado en imponer una guerra comercial a escala global. Entre otros motivos, Trump ha dicho siempre que las tasas restaurarían la industria manufacturera de EEUU, obligarían a eliminar las barreras comerciales a otros países que las imponen y permitirían la creación de nuevas industrias en la primera economía del mundo. Ha habido múltiples explicaciones diferentes de por qué el nuevo régimen arancelario del presidente Trump debería tener sentido. Y, sin embargo, cuando finalmente se han relevado los aranceles a escala global, un punto estaba muy claro: no tiene lógica alguna. Los aranceles son simplemente extraños.
La revelación de este grave error resultó ser una tabla que ondeaba con el viento fuera de la Casa Blanca durante la presentación de los aranceles ante los medios de comunicación. Donald Trump conmemoró el Día de la Liberación sosteniendo una pancarta con una lista de países, cada uno con un número al lado. Se supone que la Casa Blanca ha calculado los aranceles según una estimación de su déficit comercial con cada mercado, y luego ha elaborado una tasa de represalia (la mitad) que impondrá en respuesta a ese presunto proteccionismo del resto de territorios con los productos y servicios que exporta EEUU.
El problema es de la teoría a la realidad hay una diferencia muy grande y nada de lo que se supone que sustenta los porcentajes que aparecen en dicha tabla tiene el menor sentido estadístico. Curiosamente la cifra del 67% de los aranceles que China impone a EEUU parece extrañamente precisa, al igual que el 39% de la Unión Europea. Es cierto que ambos son bloques proteccionistas pero, desde luego, no hasta el punto que quiere mostrar Trump para justificar la imposición de un arancel del 34% a las importaciones que provengan de China y del 20% a las propias que lleguen desde este lado del Atlántico.
Pero la cosa no acaba ahí. Más abajo en la lista, la administración de Washington estima que Vietnam impone aranceles del 90%, por lo que se verá afectado por tasas de EEUU del 46% en represalia. Curiosamente, la India, que es un país mucho más proteccionista con el resto del mundo, solo se enfrentará una tasa del 26%, al considerar que los productos estadounidenses sufren un sobrecoste del 52% en dicho territorio. Otro ejemplo es Camboya, con barreras de entrada del 97% que nadie sabe de dónde han podido saber, lo que le da argumentos a Trump para imponer su propio arancel recíproco del 49%. En definitiva, los tan anunciados aranceles de EEUU no siguen ningún patrón consistente.
Todos los economistas han hecho un gran esfuerzo para tratar de averiguar qué estaba tratando de lograr Donald Trump con su proteccionismo. Sin embargo, el enigma es imposible de predecir por nada tiene sentido. ¿Está tratando de plantar cara a China? Si es así, ¿por qué imponer aranceles a un ritmo tan alto a países como Vietnam, Tailandia y Corea del Sur que son aliados de Estados Unidos en Asia? ¿En vez de castigarles, no debería EEUU de tratar de mantenerlos en su órbita? ¿Está tratando de ayudar a la manufactura estadounidense? Entonces, ¿por qué eximir a Canadá de más aranceles y a México? ¿Planea utilizar los aranceles para derribar las barreras proteccionistas en otros lugares? Posiblemente, pero entonces ¿por qué imponer el 17% a Israel, una de las economías más dinámicas y menos proteccionistas del mundo?
La lista de incongruencias sigue y podría seguir hasta el infinito. Pero la alarmante realidad es la siguiente. El nuevo régimen arancelario estadounidense es simplemente extraño y carece de argumentos. No tiene ninguna lógica, ni tiene ninguna consistencia, ni ninguna teoría que explique lo que está tratando de lograr Trump con su oleada de tasas. Es solo una serie aleatoria de números en una pizarra que parecen haber sido sacados de la nada y que sin embargo sirven para imponer las tasas a cada país. Todo es caótico. Y eso es lo que está asustando a los mercados globales, y con toda la razón del mundo, porque no hay nada más peligroso que la incertidumbre. Y eso es justo lo que el presidente de EEUU ha creado con unas tasas absurdas.