
Adif licitará en los próximos meses los contratos para la construcción de los siete tramos en los que se ha dividido el trazado de 96,6 kilómetros que conectará Burgos y Vitoria. Un desarrollo para el que se estima una inversión superior a 2.000 millones. Cifra que, con lógica, ha despertado el interés de las compañías de infraestructuras. No en vano, ya se han constituido al menos nueve UTEs (uniones temporales de empresas) para pujar por los diferentes tramos de la llamada Y vasca.
Esta infraestructura acumula dos décadas de retraso. De ahí que el avance que ahora pretende dar el Gobierno sea positivo. De hecho, su término es clave para el desarrollo de la región y de toda España, ya que la conexión ferroviaria une aún más a nuestro país con el resto de Europa.