
Las administraciones públicas sólo podrán contraer obligaciones financieras y realizar gastos de acuerdo con las leyes. "En la enorme polvareda que tenemos sobre el aumento del presupuesto de defensa al 2% del PIB o más, parece que todo el mundo se ha olvidado de este mandato constitucional contenido en el artículo 133 de nuestra Carta Magna. Si se quiere gastar más, mucho más, en Defensa, habrá que hacerlo de acuerdo con las leyes. Especialmente, de acuerdo con los Presupuestos Generales del Estado, que "incluirán la totalidad de los ingresos y gastos del sector público estatal", que es otro mandato constitucional, en este caso del artículo 134.
¿Esto exige votación en el Congreso? Pues parece que tarde o pronto, sí. De hecho, los parlamentos se inventaron precisamente para eso en la Edad Media, para autorizar los gastos de defensa de las Monarquías, y también, lógicamente, para exigir los correspondientes tributos con que financiarlos. De esta segunda obviedad, que el gasto se paga o bien recortando de otros gastos, o bien aumentando, ahora, o en el futuro (vía déficit) los impuestos, también parece que nos hemos olvidado en este debate.
Siguiendo con las obviedades, en general se gasta más en Defensa porque hay que defenderse, no por gusto. El mundo, y especialmente Europa, es un lugar más peligroso que hace tres años, cuando las tropas de Putin invadieron Ucrania. Esto resulta evidente en Ucrania, donde están librando una guerra por su supervivencia como Estado soberano e independiente. Además, los ucranianos también están librando una guerra por la democracia. Porque si pasasen a ser un estado títere de Rusia, no tendrían más democracia que Bielorrusia o la propia Rusia, es decir no podrían elegir su gobierno. Además, los países limítrofes con Rusia, como los países bálticos, Finlandia o Polonia, también tienen clarísimo que tienen aumentar su capacidad defensiva frente a Rusia. Precisamente para eso, han aumentado de forma sustancial sus presupuestos de Defensa.
El primer ministro de Finlandia reconoció en una rueda de prensa conjunta con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que el aumento del gasto militar en Ucrania estaba afectando al gasto social. A medio plazo, no podemos esperar que esto sea distinto en España, nos guste o no. Esto ya no es tan evidente, y por eso merece una explicación detallada. Esto es una cuestión de solidaridad europea, y por supuesto, la amenaza directa rusa no es la misma en Finlandia que en España, como tampoco lo es en Ucrania que en Polonia. Sin embargo, la situación geoestratégica es peor ahora en toda Europa, y eso también afecta a España.
Por una parte, Estados Unidos está decidido a replegarse de Europa, y, sobre todo, con Trump ha dejado de ser un aliado fiable. Hay dos razones fundamentales, una de ellas es que la ha declarado la guerra comercial a casi todo el mundo, incluyendo Europa, como comentábamos en El Economista la semana pasada. La segunda y más grave es que ha interrumpido el flujo de armas, municiones e inteligencia a Ucrania en medio de una invasión. Esto lo podría hacer en cualquier momento con cualquiera de sus antiguos aliados, incluyendo por supuesto España. Efectivamente, cuando Zelenski ha aceptado las condiciones de Trump, porque no tenía más remedio, entonces Estados Unidos ha reanudado el flujo de inteligencia y armas. Pero, éste es un ejemplo de que no se puede dejar en manos de Estados Unidos la seguridad de un país, al menos si se tiene la opción de no hacerlo, aunque sea más cara.
Recordemos, además, que nuestros principales problemas de seguridad están en el flanco sur, en el que Marruecos reclama la soberanía de Ceuta y Melilla, e incluso tiene aspiraciones (que intenta esconder un poco más) sobre las Islas Canarias. En estas cuestiones, España tuvo el decidido apoyo de la administración de George W. Bush (hijo) en el incidente de Perejil, pero no tuvimos el más mínimo apoyo de la administración Biden en 2021, con la "avalancha" de menores en Ceuta. Aquí el factor decisivo fue la amenaza europea de tomar drásticas medidas comerciales contra Marruecos que hubiesen hundido su economía.
Sin embargo, ahora hay varios factores que nos hacen más vulnerables, y por los que habría que intensificar la cooperación europea. Por una parte, la Administración Trump tiene más lazos que las anteriores administraciones con Marruecos, que fue el primer firmante de los acuerdos de Abraham y reconoció a Israel, y que acaba de comprar 32 cazas de última generación a Estados Unidos por 17.000 millones de dólares, según asegura la prensa marroquí. Por otra parte, la presión migratoria se ha intensificado en toda Europa en estos últimos años, con lo que la situación en España (e Italia) preocupa menos en otros estados. Por último, la desestabilización rusa en varios estados de África nos acabará complicando las cosas más pronto que tarde en todo el Sur de Europa.
¿Qué nos están pidiendo o exigiendo nuestros aliados? Pues, esencialmente, dinero y armas, porque de momento, los soldados, lo que en una guerra significa también los muertos, los está poniendo Ucrania. La urgencia del aumento del presupuesto proviene de que, si a corto plazo no se ponen armas y dinero para remplazar a los norteamericanos en Ucrania, los países limítrofes con Rusia creen que serán ellos los que tendrán que poner los soldados y los muertos.
Todo el mundo está hablando de más gasto y presupuesto, pero lo que todos queremos es más y mejor defensa. Probablemente, todos querríamos que no hiciera falta, pero la realidad, tristemente, es otra. El gasto en defensa es un instrumento para que nuestras fuerzas armadas tengan más capacidad. Por eso, cambiar el nombre a las partidas presupuestarias, y reclasificar como defensa y seguridad, gastos que antes estaban en otras partidas, no sirve para nada.
Es cierto que en España muchas partidas dudosas tendían a clasificarse en otros epígrafes porque el gasto en defensa era extremadamente impopular e incluso se consideraba un despilfarro. Además, los programas importantes de armamento se solían aprobar por vía de Real Decreto-Ley y no estaban incluidos en los Presupuestos, aunque eso sí se votaban en el Congreso. Eso permitía al gobierno de turno presumir de porcentajes de gasto social y presentar un presupuesto de Defensa más reducido que el real. Pero, corregir la presentación de los datos y la contabilidad, e incluso efectuar cambios mínimos en la estructura de nuestros presupuestos prorrogados no será suficiente, ni para nuestros socios, ni, sobre todo para nosotros mismos, para lo que exige la nueva situación geoestratégica con muchos más riesgos y amenazas.
La invasión rusa de Ucrania, primero, y posteriormente, tres años después, bastantes decisiones de la nueva administración Trump han sido para Europa, y también para España, una bofetada de realidad. El mundo ha cambiado, y esto exige mejor seguridad y más gasto en defensa y unas nuevas prioridades presupuestarias. Esto exigirá más sacrificios, presupuestarios, y también económicos, en forma de menor crecimiento, salvo que se compense con otras políticas que lo impulsen. Esto deja menos margen para el gasto social que en otras circunstancias.
Es una realidad amarga, pero lo será menos si lo admitimos y actuamos en consecuencia. Como señalaba la filósofa Ayn Rand, "puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad". Y créanme, las consecuencias de ignorar las amenazas al proyecto europeo no serían la desaparición de las amenazas sino de la prosperidad y las instituciones europeas.