
Europa se enfrenta a una decisión clave en el sector de la automoción. La Comisión Europea está a punto de presentar su esperado Plan de Acción, con la restante misión de garantizar la competitividad de la industria y liderar la transición hacia una movilidad sostenible. Pero para que esta estrategia tenga éxito, debe abarcar toda la cadena de valor. La fabricación de automóviles, la industria de componentes y por supuesto, los concesionarios, que cubren la solución de movilidad más adecuada para la ciudadanía.
Desde Faconauto, hemos expresado la necesidad de que el plan de acción contemple esa visión global. La fabricación en la UE es crucial, sí, así como su empuje competitivo a nivel mundial, pero el éxito de la transición no dependerá solo de la producción, sino de la viabilidad de su implementación en el mercado. Un cambio estructural como el que nos enfrentamos no puede ignorar la trascendencia de la parte comercial de la industria -los concesionarios- que impulsan para que los vehículos lleguen al usuario final y, por tanto, se vaya completando este difícil camino desde la fábrica al cliente.
Las cifras recientes muestran que la venta de vehículos electrificados ha caído al 20,7% en Europa, con países como España e Italia rezagados respecto a otras naciones más avanzadas en la transición. Esta disparidad indica que la movilidad eléctrica no puede imponerse sin una estrategia de incentivos adecuada y un mercado fuerte que la respalde. Es urgente -como ya explicamos en nuestro documento "Mirando a Europa" con motivo de las elecciones europeos, un "Perte Ciudadano" que evite otra Europa de dos velocidades.
El consumidor sigue siendo el gran protagonista de esta transición, y sin una propuesta que lo convenza, cualquier plan está destinado al fracaso. El éxito del Plan de Acción pasa por medidas que faciliten el acceso a los vehículos de cero o bajas emisiones, garantizando confianza, estabilidad y un marco regulador que impulse la demanda sin generar incertidumbre. Insistimos: La descarbonización es la suma de la electrificación y de la renovación de un parque, que, en el caso de España, se aproxima a 15 años de antigüedad media. Y para eso necesitamos utilizar todas las tecnologías que la industria del automóvil pone en el mercado. De otra forma, la movilidad eficiente y segura (un aspecto que no podemos dejar a un lado, y que está en riesgo con un parque tan antiguo), quedará relegado a un sector minoritario de la población. Además de poner en riesgo nuestra industria en este momento de transición.
Como hemos dicho, la cadena de valor del automóvil, no sólo se compone de su vertiente industrial que, por otra parte, ha realizado un esfuerzo descomunal y unas inversiones multimillonarias para modernizarse y estar en la cabeza de la innovación. Los concesionarios no se han quedado atrás en esa apuesta: en España, han invertido más de 1.100 millones en los tres últimos años en digitalización, electrificación y eficiencia energética. Y todo "a pulmón", ya que quedaron apartados de todos los Pertes. Por eso es tan necesario formar parte de ese Debate Estratégico sobre el futuro del automóvil y que queden plenamente integrados en el Plan de Acción que finalmente se dibuje.
Para que todo esto sea realmente eficaz, debe incluir ajustes que permitan revisar el Reglamento 2019/631 y restablecer un enfoque tecnológicamente neutro, garantizando múltiples vías para la reducción de CO?. Del mismo modo, el Reglamento 2019/1242 debe adaptarse a la realidad de los vehículos pesados. Además, es fundamental reevaluar los objetivos de emisiones de CO? para el periodo 2025-2029, estableciendo porcentajes de adaptación gradual en lugar de revisiones anuales, lo que proporcionará estabilidad y previsibilidad al sector. En definitiva, no se pone en duda los objetivos que la propia UE se dio para 2035, pero es preciso flexibilizar las etapas intermedias. La imposición de multas por emisiones, a uno de los sectores que más ha trabajado e invertido por impulsar la descarbonización, carecen de sentido.
Todo ello es fundamental si pensamos en el ciudadano que no debe quedar fuera de la ecuación. Por ello, si queremos avanzar más rápidamente hacia la electrificación y la renovación del parque, es necesario explorar incentivos directos a la compra, reducciones del IVA y un programa de incentivos fiscales que permitan deducciones para empresas.
La cadena de valor del automóvil mantiene en la UE, de forma directa e indirecta, más de 13 millones de empleos. En España, es el tejido industrial y comercial más importante después del turismo, suponiendo el 10% de nuestro PIB. A través estudios como el de Mario Draghi, o Enrico Letta, que estará en nuestro Congreso, ya tenemos la radiografía. Ahora es el momento de que Europa tome las decisiones para asegurar la vida del sector o, por el contrario nos conduzca hacia un escenario desolador.