
Alemania afronta las elecciones del próximo 23 de febrero tras cerrar en recesión los dos últimos años debido, entre otras cosas, a la debilidad de su industria que ha dejado de ser competitiva. Una situación que obliga a poner en marcha estímulos para impulsar la economía. Pero esta solución es imposible de aplicar debido a la norma que limita la deuda pública al 60% del PIB.
Para eliminar dicho tope se necesita una mayoría de dos tercios de las dos cámaras, para lo que se necesita una alianza de cinco partidos políticos. Alemania ha demostrado que es un país con tradición de amplias coaliciones. Sin embargo, la actual fragmentación y el cordón sanitario a la ultraderecha elevan la dificultad para alcanzar un acuerdo. El futuro económico del país se presenta por ello repleto de dudas.