Trump lanzó esta semana una declaración de guerra comercial contra el mundo, ya que impondrá "aranceles recíprocos" a los países con regulaciones o tasas fiscales a los productos estadounidenses. El magnate dejó así clara su intención de castigar a la UE por el IVA, al considerarlo una barrera comercial. No obstante, Europa dista mucho de estar indefensa ante esta ofensiva arancelaria con la que al igual que ha hecho con México y Canadá, Trump busca presionar para negociar en mejor posición.
Sin duda, la relación comercial entre EEUU y la UE arroja un amplio superávit favorable a esta última de unos 150.000 millones, como recuerda el propio Trump. Pero en lo concerniente a los servicios, los roles cambian y es Europa quien sufre un cuantioso déficit de unos 110.000 millones frente a la primera economía del mundo. Buena parte de esta cantidad viene derivada de la gran necesidad de las comunicaciones, la industria o la sanidad europeas de recurrir a los servicios que ofrecen las grandes tecnológicas estadounidenses.
Europa se erige así en un mercado crucial para las conocidas como siete magníficas. Por tanto, gravar a estas firmas, que además son muy cercanas al actual inquilino de la Casa Blanca como refleja la presencia de Elon Musk en su gobierno, es el mejor arma de negociación de Bruselas frente a EEUU. Pese a la existencia de este arsenal, la UE se ha mostrado de momento timorata ante el mandatario estadounidense. Urge que la Comisión Europea sea firme y responda a Trump con sus mismas armas, atacando la exportación de servicios digitales de EEUU a la UE con aranceles, si es necesario, y protegiendo los producto europeos frente a terceros. Así lo hizo ya en el primer mandato de Trump y Washington reculó en su propósito de gravar las exportaciones.