
Hace unos días, celebramos, en nuestro Centro Financiero Cajamar, un foro sobre sostenibilidad, en el que tuvimos la oportunidad de conocer la opinión y la visión de los principales directivos de empresas líderes en sus respectivos sectores, como ha sido IBM en inteligencia artificial, Telefónica en telecomunicaciones, Repsol en energía, Acciona en el agua y Vall Companys en el sector agroalimentario. Además, de contar con las valiosas aportaciones de dos personas que han ocupado puestos de máxima responsabilidad pública, como son Margarita Delgado y Miguel Arias Cañete.
Durante este encuentro, muchos de los intervinientes reflexionamos sobre la situación que estamos viviendo durante estos últimos meses, en los que se observa un cierto retroceso en los compromisos que habían adquirido ciertos Estados y empresas en torno a la sostenibilidad.
Hemos visto como algunos países han anunciado su salida del Acuerdo de París por el que se comprometían a poner en marcha medidas para intentar reducir el calentamiento climático, o empresas e incluso entidades financieras, que están abandonando iniciativas globales para la descarbonización.
También observamos cómo se está atenuando la tendencia de grandes inversores a favor de la compra de activos orientados a estrategias relacionadas con la transición ecológica.
Sinceramente, todos estos anuncios y comunicaciones que hemos venido recibiendo últimamente no creo que sean consecuencia de un negacionismo al cambio climático, o que se piense que no debamos seguir preocupándonos por mejorar el planeta en el que vivimos.
A mi juicio se trata, de algún modo, de una reacción a la presión normativa y a una cierta polarización de mensajes en torno a la sostenibilidad medioambiental que debemos reequilibrar entre todos.
Presión normativa
La presión normativa ha establecido unos objetivos de descarbonización y unos plazos para alcanzarlos que son poco realistas teniendo en cuenta las tecnologías actualmente disponibles, y está suponiendo un esfuerzo adicional muchas veces difícil de asumir, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas. Ni que decir tiene para los autónomos y las microempresas que conforman una parte muy importante del tejido empresarial español.
En mi opinión, todos compartimos el objetivo de avanzar hacia una nueva forma de hacer las cosas y hacia un modelo económico más respetuoso con el medioambiente. Pero conseguirlo no sólo depende de la capacidad regulatoria de los Estados y de las Administraciones públicas, sino del desarrollo e implantación de nuevas tecnologías y nuevos procesos productivos que nos permitan compatibilizar el respeto al medio ambiente con la competitividad y, en consecuencia, que permitan mantener nuestro nivel de desarrollo económico y social.
Por poner un ejemplo muy próximo relativo al sector agroalimentario con el que estamos tan estrechamente vinculados, los agricultores no se oponen al objetivo de reducir el consumo de fertilizantes y fitosanitarios de síntesis, quieren que se les faciliten las herramientas para poder hacerlo sin que se vea mermada su productividad y en unos plazos que sean asumibles y realistas.
En mi opinión, tenemos que seguir trabajando por un futuro más sostenible, pero sin olvidarnos que debemos ser competitivos en un mundo en el que otros países están evolucionando muy rápidamente y están ocupando el espacio económico, innovador y político que históricamente habían tenido los países europeos.
Cambio climático
Otro de los mensajes que se repite con cierta frecuencia es que las regiones del Sur de Europa están más sometidas a los riesgos y amenazas provocados por el cambio climático y, en consecuencia, tienen que incorporar estos riesgos en sus evaluaciones de inversión, para concluir que el crecimiento económico será más lento en estas regiones como consecuencia del calentamiento global.
Negar estas afirmaciones parece difícil, más aún cuando venimos de sufrir unas terribles inundaciones provocadas por la dana en Valencia. Pero también es cierto que no han sido las primeras, ni serán las últimas, y siempre hemos sido capaces de superarlas gracias al esfuerzo, a la solidaridad y a la capacidad de iniciativa de las personas y de las empresas.
El cambio climático, y las consecuencias que el mismo puede traer en cuanto a escasez de lluvias, carácter torrencial de las mismas y elevadas temperaturas, también es algo con lo que hemos convivido a lo largo de nuestra historia. Y por ello hemos venido desarrollando mecanismos para adaptarnos y protegernos.
¿Cómo se entendería si no que hayamos sido capaces de construir un modelo económico basado fundamentalmente en el sector agroalimentario y el turismo, con una alta dependencia en el uso del agua en la zona más árida de Europa? La respuesta es clara, porque hemos generado y aplicado tecnologías que están a la vanguardia mundial y nos han permitido superar nuestras limitaciones y aprovechar nuestras ventajas competitivas.
En este sentido, nos sentimos orgullosos en Cajamar por haber podido contribuir, no sólo apoyando financieramente la implantación de las nuevas tecnologías en España, sino implicándonos directamente en la generación y transferencia del conocimiento que nos han permitido llegar hasta aquí.
Independientemente de modas y tendencias, creo que todos compartimos una visión de esperanza e ilusión en el futuro. Estamos en un momento de profundos cambios en el que las formas de hacer las cosas van a ir evolucionando hacia modelos más eficientes, en los que pondremos todas nuestras capacidades y todo nuestro conocimiento para aprovechar las oportunidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, haremos una adecuada gestión de los recursos hídricos para satisfacer las necesidades para los diferentes usos e impulsaremos la economía circular y la bioeconomía que nos proporcionarán nuevas fuentes de materias primas, y contribuirán a la transformación de residuos en nuevos productos, o lo que es lo mismo, convertirán lo que hoy supone un coste en un ingreso.
Privado y público
El tejido empresarial español se ha caracterizado por ser capaz de salvar sus problemas y limitaciones y generar una actividad económica que nos ha permitido crecer por encima de las previsiones iniciales. Y ahora los grandes grupos internacionales ponen el foco en nuestro territorio, porque ven oportunidades para establecer sus centros productivos y de servicios.
Todo ello a pesar de que la inversión pública siempre se ha hecho de rogar y ha llegado tarde. Sirva como ejemplo que sólo nos acordamos de las infraestructuras hidráulicas cuando tenemos sequía o inundaciones. Luego nos olvidamos hasta las siguientes.
Y qué podemos decir sobre el Corredor Mediterráneo. Pocos pueden entender que el territorio con más dinamismo económico y demográfico del país siga sufriendo el retraso de unas conexiones ferroviarias que podrían acelerar nuestro desarrollo.
En definitiva, hablar de sostenibilidad es pensar en el largo plazo. Es cuidar nuestro medioambiente generando actividad económica y asegurando el reparto equitativo de la riqueza.
En este sentido, hay que valorar positivamente el comportamiento que durante los últimos años está teniendo nuestro país, que está demostrando un dinamismo superior al de nuestro entorno económico más cercano, con un crecimiento del PIB en 2024 del 3,2 %, frente al 0,7 % de la Eurozona, el 1,1 % de Francia o la caída del 0,2 % de Alemania. Y las previsiones para 2025 y 2026 siguen posicionando a España claramente por encima del resto de las grandes economías europeas.
Una parte importante de este crecimiento se debe a la mejora de la inversión empresarial, que ha presentado una variación interanual del 6 %, lo que nos hace pensar que las empresas se están preparando para seguir mejorando sus procesos productivos y superar uno de los grandes retos que tiene la economía española: la productividad.
Con empresas que generan más valor añadido será posible incrementar los salarios medios y se podrán obtener y repartir mayores beneficios entre sus accionistas, que no nos olvidemos, en la mayoría de los casos son pequeños ahorradores.
En este sentido, quiero destacar que sigue mejorando el comportamiento de nuestro comercio exterior. En el año 2024 las exportaciones de bienes y servicios han alcanzado los 592.000 millones de euros, permitiendo un superávit de casi 70.000 millones de euros, el más alto de nuestra historia.
Y todo ello ha permitido que el número de afiliados a la Seguridad Social haya marcado también un hito histórico superando los 21 millones.
Oportunidades
Para el futuro se nos presentan también perspectivas interesantes si somos capaces de aprovechar las oportunidades que se nos presentan. Dentro de ellas me gustaría realizar una mención especial a las energías renovables. Sin lugar a duda, uno de los factores diferenciales del comportamiento de la economía española frente a otros socios europeos ha sido el mayor peso que han adquirido este tipo de fuentes de suministro en nuestro mix energético y que nos han permitido superar las dificultades que han atravesado otros países de Europa tras la guerra de Ucrania.
Pero debemos tener muy en cuenta que apostar por las energías renovables como estrategia de futuro no sólo consiste en instalar plantas fotovoltaicas y eólicas. También tenemos que invertir en sistemas de almacenamiento de energía para ajustar la oferta a la demanda. Y tenemos que construir las infraestructuras de distribución para poder llevar mucha más cantidad de electricidad desde donde se produce hasta donde se consume. Aquí, una vez más, son las problemas administrativos y burocráticos los que frenan el gran dinamismo empresarial de nuestro país.
También me gustaría aprovechar mi cierre para dedicar unas palabras a la Inteligencia Artificial Generativa, de la que tanto hablamos últimamente. Por ahora, parece que en Europa nos hemos quedado muy por detrás de los desarrollos que se están realizando en Estados Unidos y China. Y la verdad es que, comparando los presupuestos destinados en estos países y la ausencia de una visión y estrategia compartida en la UE, parece que va a ser difícil competir con ellos, al menos a corto plazo. Situación que deberá corregirse, tal y como plantea el Informe Draghi.
Pero seguro que cada uno de nosotros, en nuestras respectivas empresas, sí vamos a poder analizar y explorar las posibilidades que ofrecen estas nuevas tecnologías para ser más eficientes en todos nuestros procesos, para llegar a los mercados más atractivos y conseguir la mayor satisfacción posible de nuestros clientes. En definitiva, la IA debe ser una herramienta al servicio de las personas y de las empresas. Del buen uso que hagamos de ella va a depender nuestra capacidad competitiva.
El agua
Y no puedo finalizar sin reclamar una mayor implicación por parte de todos por asegurar la disponibilidad del recurso más estratégico para el futuro de nuestro país como es el agua.
El Sur y el Levante español cuentan con unas condiciones climatológicas y una calidad de vida que los hacen muy atractivos para un número elevado de personas que les gustaría hacer de nuestra tierra un lugar de ocio o para establecer su lugar de residencia. También hay empresas que saben que instalándose aquí van a poder atraer talento, contar con personas altamente cualificadas y disfrutar de las ventajas que supone la disponibilidad de las energías renovables anteriormente mencionadas.
Por otra parte, seguimos estando a la cabeza en el sector agroalimentario y siendo líderes europeos en la producción de frutas y hortalizas, aceite de oliva, porcino y otros subsectores.
Pero todas estas actividades requieren agua, y tenemos que asegurar su disponibilidad en todo momento. Actualmente tenemos las capacidades y las tecnologías necesarias para poder conseguirlo. Solo hace falta que planifiquemos y realicemos las inversiones requeridas con una visión a largo plazo.
En definitiva, en Cajamar, siempre hemos considerado la sostenibilidad no como una estrategia, sino como un principio inspirador en todo nuestro trabajo.
Gracias a ello hemos podido llegar a ser una entidad relevante en nuestro país, a pesar de haber nacido en una de las provincias más alejadas y con más limitaciones de España. Porque, consciente o inconscientemente, hemos apostado por las nuevas tecnologías y por la generación y transferencia del conocimiento, para a ser así una palanca de desarrollo en los territorios donde estamos implantados, buscando el equilibrio de los tres pilares de la sostenibilidad: el económico, el social y el medioambiental.