Opinión

La salida exprés de Sabadell de Alicante: un baño de realidad

Un centro de Sabadell.

La historia se repite siete años después pero en sentido contrario. Banco Sabadell hace ahora las maletas para reubicar su sede social en Cataluña y deja Alicante. Aunque tanto en 2017 como ahora vuelven a correr ríos de tinta, lo cierto es que esas maletas viajan ligeras, ya que la mudanza en su día no supuso grandes cambios ni traslados de empleo de una ciudad a otra.

En las dos ocasiones su valor es más simbólico que de impacto económico de calado. Y en ambos casos existe un trasfondo político claro. Si en el viaje hacia la Comunitat fue el procés y la incertidumbre que sembraba en una cotizada en bolsa el motivo esencial, en este caso el apoyo ante la opa de BBVA que marca el futuro de la entidad justo en este momento parece evidente. Intereses y motivaciones que estaban y están más allá de la Comunitat Valenciana antes y ahora.

Precisamente ahora la operación para adquirir el Sabadell ha hecho más evidente aún las contradicciones al pasar en unas semanas de defender la valencianía y alicantinismo del banco centenario ante la amenaza que representaba que su competidor lo absorbiese a tener que tragar con su marcha.

Aunque parecía que ya había quienes considerase como valenciano al centenario banco, a pesar del propio nombre de Sabadell, más allá de sentimentalismos lo cierto es que los dos factores reales que pueden preocupar a la economía regional por la fusión con BBVA siguen estando igual de presentes.

Uno es el factor empleo ligado a la actividad en Alicante, fundamentalmente el centro tecnológico especializado, que desde el primer momento fue una de las cuestiones a salvar para muchos empresarios. Y es que además de los puestos de trabajo directo, la ubicación de esos servicios en la ciudad alicantina son un imán para empresas proveedoras de tecnología, como también ocurre con la Agencia Europea de la Euipo.

El otro riesgo es el de la concentración bancaria, especialmente por la cuota que Sabadell heredó al quedarse la antigua CAM. La amenaza de recortar la oferta financiera, especialmente a empresas, ha sido uno de los grandes temores que generan los planes de fusión. Con independencia de si la sede social de Sabadell figura en la avenida Óscar Esplá o en la ciudad que da nombre a la entidad, eso es lo que realmente puede tener impacto real.

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