Opinión

España, a por el liderazgo en la transición energética para 2025

España se encuentra en un momento crucial de su historia, con la oportunidad de asumir un papel protagonista en la transición energética europea. El año 2025 se perfila como un hito decisivo para avanzar hacia el liderazgo en este ámbito. Sin embargo, el reto no es menor. Para liderar la transición energética y, al mismo tiempo, transformar y hacer crecer nuestra economía, debemos encontrar los mecanismos adecuados para equilibrar la competitividad industrial con la innovación tecnológica y la sostenibilidad.

Contamos con una hoja de ruta clara, establecida por el Clean Industrial Deal, para descarbonizar nuestra industria, y con los objetivos marcados en el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) para el desarrollo de la generación renovable. Estos planes nos permitirán tener precios competitivos de energía y mejorar nuestra independencia energética frente a terceros países. En este sentido, es crucial aprovechar los incentivos financieros que seguirán llegando de Europa a través de los fondos de recuperación. Todo esto se enmarca en un contexto de creciente rivalidad con Estados Unidos y China por liderar el mercado de la energía y las tecnologías limpias (cleantech).

El desafío de España en 2025 es avanzar en la descarbonización, reduciendo las emisiones y asegurando el crecimiento económico. Como destaca el informe Draghi publicado en verano de 2024, la transición energética no solo es una obligación climática, sino también una oportunidad estratégica para la Unión Europea. España está bien posicionada en todos los ejes clave para capturar esta oportunidad: precios competitivos de la energía, seguridad energética e innovación en el desarrollo de tecnologías limpias.

El despliegue masivo de renovables, acompañado de recursos flexibles como el almacenamiento, así como el refuerzo y desarrollo de las redes eléctricas, permitirá reducir el precio de la electricidad y, con ello, reforzar la competitividad de nuestra industria. España terminó 2024 con una contribución de las renovables a la generación de energía eléctrica por encima del 55%, lo que supone un crecimiento de aproximadamente un 13% respecto al año anterior. Todo apunta a que 2025 será clave para avanzar hacia el objetivo del 81% establecido en el PNIEC, meta aprobada el pasado mes de octubre.

El segundo eje clave para España y Europa es fortalecer la independencia energética con el fin de reducir el impacto de la volatilidad de los precios de la energía en los mercados internacionales, especialmente la de los combustibles fósiles. Además, el aumento de producción de energía renovable autóctona reforzaría nuestra balanza comercial y, con ello, nuestra economía. En 2025, el gas natural y el gas natural licuado (GNL) seguirán siendo relevantes, pero su uso disminuirá gradualmente a medida que avancen las alternativas limpias y los gases renovables.

En los últimos años, Estados Unidos y China han liderado la innovación en tecnologías digitales, inteligencia artificial y, en el caso de China, también en la fabricación de paneles solares y baterías. Ahora, Europa tiene la oportunidad de liderar en tecnologías cleantech para la descarbonización del sector energético y los hogares. En este contexto, España se destaca como un actor clave, liderando inversiones en tecnologías de cero emisiones y fomentando la creación de startups y pymes, esenciales para generar empleo (el PNIEC prevé 560.000 nuevos puestos de trabajo hasta 2030).

España tiene la oportunidad de liderar y guiar el camino de la transición energética europea y, para ello, se han fijado objetivos ambiciosos en su Plan Nacional de Energía y Clima 2030. Para apuntalar el objetivo de penetración de las renovables, es necesario crear las condiciones técnicas, económicas y administrativas que permitan el crecimiento acompasado de la demanda, el desarrollo del almacenamiento y la anticipación en el desarrollo y refuerzo de las redes.

Tenemos seis años para transformar el sector energético, maximizar la electrificación de procesos industriales y descarbonizar actividades con altas emisiones, impulsando el hidrógeno renovable, el biometano y las tecnologías de captura de CO2. En 2025, debemos avanzar en la localización de nuevos vectores de demanda, como los centros de datos, clave para la digitalización y la adopción de la IA. Además, es crucial simplificar los trámites administrativos para nuevos puntos de recarga de vehículos eléctricos. Las Comunidades Autónomas y la Administración Central deben alinearse para eliminar las barreras actuales.

Por último, y al hilo de la oportunidad que tenemos de cara al próximo año, cabe destacar que España ha sido uno de los principales beneficiarios de los fondos NextGenerationEU, con una asignación de más de 140.000 millones de euros entre transferencias y préstamos. En 2025, la ejecución de estos recursos será clave para consolidar la transición energética.

En definitiva, el año 2025 será un año crucial para que España avance y logre aprovechar esta oportunidad histórica para convertirse en un referente energético, industrial y tecnológico, liderando el cambio hacia un futuro sostenible y competitivo. El sector de la energía es crucial para otros sectores y para el conjunto de la economía y del desarrollo, por lo que conviene aprovechar la oportunidad que tenemos en los próximos meses. España está en la antesala de un liderazgo indiscutible en la transición energética europea, y 2025 será el año en que demostraremos nuestra capacidad para liderar este cambio.

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