Opinión

El acero verde, la solución ante el reto de descarbonizar la siderurgia

  • Este proyecto protegería nuestro agua como recurso valioso y su uso racional
  • Es un imperativo que nuestra respuesta sea tan innovadora como comprometida

"Queremos aprender del pasado como pioneros en el futuro, avanzar en la creatividad y el ingenio, tratar de evolucionar hacia la prosperidad." Estas palabras de Konosuke Matsushita, el humanista y visionario empresario japonés fundador de Panasonic, resumen los principios que deben guiar nuestra industria hacia un futuro sostenible. Es posible combinar el progreso tecnológico e industrial con el bienestar humano y la prosperidad social.

Históricamente los grandes motores del cambio económico y social han sido tres: la energía, que ha impulsado la industrialización y el desarrollo de nuevas tecnologías y formas de vida; las comunicaciones, acelerando la difusión de ideas y conectando al mundo de maneras innovadoras; y el acero, una materia prima esencial en nuestra vida diaria que está presente en todo, desde las infraestructuras que sostienen nuestras ciudades hasta los automóviles que conducimos, actuando como uno de los pilares que une a los habitantes del planeta. Sin él, el bienestar tal y como lo conocemos sería inconcebible.

Pero también es inconcebible pensar que la producción de acero siga siendo una de las principales fuentes de contaminación ambiental. La industria siderúrgica afronta un gran desafío. No podemos obviar que se trata de una de las principales emisoras de dióxido de carbono (CO2), además de una gran consumidora de agua y energía. En un planeta con recursos fósiles limitados y una crisis climática en aumento, la sostenibilidad ya no es una opción, es una obligación moral y económica.

Debemos afrontar esta responsabilidad de inmediato a través de proyectos aceleradores, capaces de liderar la transición hacia un futuro más limpio y seguro. La meta es ambiciosa: producir acero sin emisiones, de calidad y sin sobrecostes.

Los grandes analistas prevén que la demanda de acero libre de emisiones alcanzará en Europa los 30 millones de toneladas para 2030. De llegar a esta cantidad estaríamos dejando de emitir alrededor de 50 millones de toneladas de C02 a la atmósfera o, lo que es lo mismo, lo que emiten los coches que circulan por la ciudad de Madrid durante diez años. Para absorber todo ese CO2 se necesitaría una plantación de bosque similar a la extensión de un país como Alemania.

Pero la realidad es que la producción de acero verde se quedará muy por debajo de esta cifra. La demanda solo podrá ser satisfecha por aquellos que inviertan en innovación y sostenibilidad ahora. España, con su abundancia en energías renovables y una infraestructura industrial sólida, está en una posición inmejorable para liderar el cambio.

No es de extrañar, por tanto, que España esté entre los dos únicos países europeos que cuentan ya con un proyecto sólido y ambicioso para producir acero verde en el futuro cercano. Sin embargo, cuidar la casa común, el planeta, requiere una visión amplia. No basta con reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera; también es urgente incorporar un modelo de sostenibilidad hídrica. Esto implica un uso racional del agua, con tecnologías capaces de tratar y reutilizar aguas grises urbanas e industriales, eliminando las descargas a los acuíferos.

Lo que antes parecía un desafío, hoy es una realidad. En España, no solo seremos pioneros en producir acero que no contamine la atmósfera, sino también en proteger uno de nuestros recursos más valiosos: el agua.

Ha llegado el momento de materializar proyectos que ponen el foco en las personas y el entorno. Este tipo de iniciativas, viables económicamente y diseñadas para responder a los grandes desafíos de nuestro tiempo, tienen el potencial de ser una palanca de cambio. El acero verde impulsará la reindustrialización de nuestro país. Su impacto atraerá inversiones extranjeras; generará valor para las comunidades locales a través de la creación de empleo de calidad, capaz de retener y atraer talento. Además, fomentará un ecosistema industrial más respetuoso con el medio ambiente y contribuirá a la autonomía industrial de Europa en un momento geoestratégico particularmente complejo.

Todo esto sin olvidar que el acero verde representa una oportunidad única para descarbonizar sectores clave como la automoción o la construcción, y hacerlo sin incrementar los costes, demostrando que sostenibilidad y competitividad pueden ir de la mano.

Pero, para aprovechar plenamente este potencial del acero verde, es crucial que las políticas públicas acompañen este esfuerzo. Necesitamos incentivos fiscales, apoyo a la investigación y normativas que promuevan el uso de materiales sostenibles y que penalicen la contaminación. Solo una coordinación efectiva entre el sector público y privado puede garantizar la transición hacia una industria descarbonizada.

En este momento la transformación de la industria siderúrgica no solo es posible, sino que es indispensable para garantizar un legado positivo a las generaciones futuras. Hay que cambiar el paradigma de la industria: no se trata de contaminar menos. Se trata, sencillamente, de no contaminar.

Con creatividad, ingenio y un compromiso firme, podemos adaptarnos a las exigencias del presente y, como postula el fundador de Panasonic, también ser pioneros en la construcción de un futuro mejor. En un momento en que la sociedad y el planeta nos exigen con urgencia soluciones más responsables, es imperativo que nuestra respuesta sea tan innovadora como comprometida.

Este será el acero más humano, porque pone a las personas y al planeta en el centro.

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