
Fiel a su tradición de trabajar para sus intereses personales y para su rédito político, Pedro Sánchez y su gobierno de coalición en plena tragedia causada por la DANA, y tal y como hicieron durante la peor gestión de la pandemia del mundo industrializado, parecen más preocupados por su propia supervivencia en La Moncloa que por las necesidades de los afectados por el temporal. Lo demostraron priorizando el asalto a RTVE sobre la atención al desastre climático y lo siguen demostrando ahora disfrazando como "reforma" fiscal lo que en realidad es un atraco fiscal a las empresas, a las clases medias y a los trabajadores. Una DANA fiscal, a la espera de ver como terminan las negociaciones a la desesperada con el PNV y los puigdemones de Junts, que se estima en 60.000 millones de euros de recaudación adicional y cuyos efectos destructivos sobre la economía se traducirán en fuga de empresas, retirada de inversiones, perdida de puestos de trabajo y empobrecimiento general del país. De hecho socimis como Merlín y Ferrovial han amenazado ya con irse de España siguiendo la estela de Ferrovial.
La banca, el lujo, las empresas, los pisos turísticos y el tabaco, además de las citadas sociedades anónimas cotizadas de inversión inmobiliaria, son los nuevos objetivos de la voracidad fiscal del Ejecutivo, siendo especialmente grave el que afecta a la sanidad privada que provocará un desvío de la demanda de las consultas y hospitales privados hacía el sistema público. Todo esto derivará en una todavía mayor sobrecarga para el personal médico y asistencial, largas listas de espera, además de un incremento del gasto en los servicios públicos que será equivalente, sino superior, a los ingresos que se puedan obtener por el asalto impositivo. En definitiva, más gasto, más deuda y peores servicios.
Como ocurre con la DANA meteorológica también en materia fiscal aquí llueve sobre mojado. Sánchez ha realizado 81 subidas de impuestos y cotizaciones sociales sin deflactar la inflación que han incrementado la recaudación en 42.000 millones de euros entre 2019 y 2023 y cada español ha aumentado su carga tributaria en 2.200 euros anuales. Sólo en los nueve primeros meses de 2024 los ingresos fiscales se elevan a 205.000 millones de euros,15.000 millones más.
Y como es habitual también en casi todas las medidas y decisiones del sanchismo esta fingida reforma fiscal se basa en una gran mentira con la Unión Europea como chivo expiatorio. Bruselas no pide subir impuestos lo que exige es una política efectiva de control del déficit y de la deuda pública. "Estamos cuatro puntos por debajo en presión fiscal, de hecho Europa exige al Gobierno una reforma fiscal que le permita ponerse al menos simétrico en relación con esta cuestión", fantaseaba la ministra de Hacienda María Jesús Montero. Obviando deliberadamente que España es el tercer país que más ha subido los impuestos en la UE desde que Sánchez llegó al gobierno.
Y si es cierto que estamos por debajo en presión fiscal, que recordemos es la cantidad de dinero en concepto de tributos que los ciudadanos pagan al Estado en comparación con el producto interior bruto (PIB), lo que tampoco cuentan la ministra y el número uno es que en España tenemos el mayor esfuerzo fiscal de la Unión Europea, que es el indicador que mide el porcentaje de impuestos que pagan los ciudadanos en relación con su renta per cápita. En concreto, nuestro esfuerzo fiscal es un 17,8%, superior a la media de nuestros socios de la UE.
La realidad es que este gobierno necesita mucho dinero para gastar pero no en servicios sociales o para cumplir la senda fiscal de la UE, el 3 % y del 60 % sobre el PIB del déficit y de la deuda, que sería lo obligado. En cambio se utiliza para derrochar en propaganda, subvenciones para comprar votos, para mantener un gobierno elefantiásico de 22 ministerios y casi mil asesores enchufados y, sobre todo, para pagar con nuestros impuestos el chantaje permanente y creciente de sus socios independentistas vascos y catalanes de la Frankestein. Como reza la publicidad con que nos embauca ahora Hacienda. "Lo que das vuelve". Lo que no dice es que vuelve sí; pero solo para ellos.