
Los resultados de las elecciones a la Presidencia de los EEUU han dado un nítido triunfo a Donald Trump. Ahora, la cuestión es cuál será la política desplegada por Trump y, en concreto, sus potenciales a efectos sobre España, sobre su economía y sobre las empresas e inversiones españolas en EEUU. Para realizar una aproximación a este asunto es básico comprender cuáles son los principios fundamentales que inspiran la visión del nuevo presidente en materia internacional.
Trump concibe las relaciones internacionales desde una óptica unilateral y articulada a través de acuerdos bilaterales al margen de acuerdos multilaterales o instituciones supranacionales. Este es el resultado no tanto de sus convicciones ideológicas, sino de su experiencia en los negocios. En consecuencia, hay países amigos, enemigos o indiferentes, y América ha de tener aproximación individualizada hacia cada uno de ellos.
También tiene una visión del comercio internacional como un juego de suma cero. Hay ganadores y perdedores. El libre comercio sólo perjudica a América. En consecuencia, el proteccionismo como ha de ser la base de cualquier política comercial y, de nuevo, los tratados comerciales de los EEUU han de estar presididos por el criterio de preferencia; esto es, de los intereses económicos americanos. Es una resurrección del ideario republicano de los años 20 y 30 del siglo pasado, y una ruptura con la política de liberalización del comercio global impulsada por EEUU desde finales de la II Guerra Mundial.
Trump confía enormemente en su capacidad de alterar los equilibrios geoestratégicos con su "habilidad personal". Esto por ejemplo se percibe en su convicción de que es posible romper la alianza ruso-china porque él es capaz de atraer a Putin hacia una posición de neutralidad o cooperación con EEUU frente al coloso asiático. De nuevo, esta posición está muy ligada a su experiencia de hombre de negocios.
Por último, Europa carece de importancia geoestratégica para Trump. La batalla por la hegemonía global se juega en el Indo-Pacífico y, en concreto, en la contención de China. La UE es una organización artificial, los estados integrados en ella no tienen intereses ni un proyecto global y su relevancia tanto económica como militar es irrelevante.
Todo lo dicho se traduce en lo que podría denominarse un aislacionismo selectivo plasmado en una estrategia que clasifica a los países de forma bipolar: los amigos de EEUU y los enemigos de EEUU. Y esa distinción no se aplica sólo a los adversarios abiertos, léase China, sino a los estados que no comparten su aproximación a la realidad geopolítica, aunque formen parte de organismos o instituciones que formalmente son aliados de EEUU, léase la OTAN o la UE. En ellos hay también amigos, adversarios o estados con posiciones ambiguas.
El Gobierno español y, en consecuencia, España se enmarca dentro de la concepción trumpiana del mundo y de su real politik en el territorio de los enemigos. Ello se debe a tres factores básicos: 1. El soporte dado por el Gabinete Sánchez a la causa palestina contra Israel supone un ataque fundamental a la estrategia norteamericana clásica, acentuada en el caso de Trump, por un soporte sin fisuras e incondicional a Israel. A ello se une la influencia y el soporte a Hamás y Hezbolá en su conflicto con el Estado Judío del enemigo mortal de USA en la región: Irán. 2. El viaje del Presidente del Gobierno a China seguido de sus declaraciones a favor de levantar las barreras arancelarias a los coches eléctricos y favorable a las inversiones chinas en la UE, junto a la sospecha de que España quiere atraer inversiones de ese país, es algo inaceptable para los EE.UU. 3. El apoyo y/o la connivencia del Gobierno español con regímenes de izquierdas y antiamericanos en Hispanoamérica, el "patio trasero" de EEUU, soportados además por China, Rusia e Irán se considera por los estrategas trumpianos una amenaza para la seguridad de los EEUU.
Esos tres factores hacen que España no sea un país fiable, un aliado de los EEUU. en el que sea posible confiar, sino un Estado contrario a sus intereses y, por tanto, no "amigo" de América. De acuerdo con las conversaciones realizadas desde hace dos años por Freemarket con personalidades del entorno intelectual y operativo del trumpismo, esa situación o esa percepción está muy interiorizada en el círculo de influencia que rodea al presidente de los EEUU. Por otra parte, no existe ninguna conexión formal ni informal con el núcleo duro de Trump por parte española.
Este escenario plantea graves riesgos para los intereses económicos y comerciales de España:
1. La introducción de aranceles a las importaciones procedentes de terceros países se elevará en promedio entre un 15 y un 20%. Esto supondrá un castigo muy considerable para las exportaciones españolas a EEUU. Si bien es verdad que la política comercial de la UE es común, la Administración norteamericana puede gravar más a las importaciones de unos estados de la UE que a las de otros porque son las empresas nacionales, no la UE, las que exportan.
2. Las inversiones españolas en EE.UU. o, para ser precisos, la actividad de las compañías patrias en ese país puede verse severamente obstaculizada no sólo en lo referente a cualquier proyecto de expansión en el mercado norteamericano, sino en el desempeño de sus operaciones en EEUU, sobre todo, en los sectores sensibles: energía, infraestructuras, telecomunicaciones, etc. Y, desde luego, es impensable su acceso a mercados-sectores con alguna relevancia estratégica; por ejemplo, Indra no tendrá opción alguna de ganar los concursos que se van a abrir en el mercado de control aéreo que era uno de sus objetivos para 2025.
3. La inseguridad-incertidumbre regulatoria en España que afecte de manera negativa a los inversores y empresas norteamericanas en este país va a tener una respuesta contundente por parte de la Administración estadounidense.
4. Las compañías españolas que operan en estados "enemigos" de EEUU, por ejemplo, en Latam tienen muchas posibilidades de estar sujetas a sanciones o de ver cerrado su acceso y/o su presencia en el mercado norteamericano. 5. Las compañías energéticas que han desplegado proyectos de inversión en energías renovables van a sufrir un importante quebranto si, como contempla la plataforma Republicana, se eliminan todos los incentivos y subvenciones a ese tipo de energías y éste es uno de los puntos básicos del programa trumpiano.
Estos son algunos de los riesgos claros y evidentes a los que se enfrenta España con la nueva Administración Trump. Y a ellos, más allá de la economía, cabe señalar el fortalecimiento en el flanco sur de la posición de Marruecos, el socio estratégico fundamental de EEUU en el sudoeste del Magreb.
En suma, la victoria de Trump en los comicios a la Presidencia de los EEUU abre un horizonte de enorme incertidumbre para España en los próximos cuatro años. Y, clave, el actual Gobierno no tiene capacidad alguna de alterar esa situación.