El Gobierno deberá aplicar un ajuste de 7.500 millones en 2025 para cumplir con el objetivo de déficit del 2,5% que Moncloa ha prometido alcanzar a Bruselas. El problema es que el Ejecutivo carece de un plan al respecto para lograrlo más allá del aporte extra que genera el propio crecimiento de la economía.
Lo demuestra que por el lado de los ingresos se precisa una reforma fiscal que es difícil de sacar adelante en el Congreso debido a la debilidad parlamentaria del Ejecutivo. En cuanto al gasto, y más allá de comprometerse a un incremento menor de los desembolsos en los próximos años, el Gobierno descarta cualquier medida de ajuste. Resulta así evidente la inexistente hoja de ruta que existe al respecto para cuadrar las cuentas ya en el corto plazo.