
El otro día fui a comprar al supermercado. Al ir a pagar en la caja, me encontré con un cartel informativo sobre el aumento del IVA a determinados productos, o más exactamente con el final, parcial, de la reducción del IVA a algunos alimentos. Esta información de una cadena de supermercados ha sido durísimamente criticada por algunas fuerzas políticas. Por la noche me llegó al móvil una publicidad para "ahorrarme el IVA" si compraba en determinadas fechas. Esto, que se acerca a una publicidad engañosa, ha sido objeto de muchas menos críticas, frente al cartel del supermercado que se limitaba a explicar la verdad. Sería preferible para todos, sustituir los "días sin IVA" por los días sin populismo fiscal ni demagogia. Incluso, en alguna ocasión, podríamos hablar de impuestos con datos. Hoy voy a intentarlo.
Los impuestos sirven, fundamentalmente, para recaudar fondos con los que pagar el gasto público. Además, el IVA sólo sirve para recaudar, no para otra cosa. Este impuesto sobre el consumo es el segundo más recaudatorio del sistema fiscal porque es indiscriminado. Por supuesto, inevitablemente es regresivo. Esto se debe a que los ricos son, necesariamente, los que más porcentaje de su renta ahorran. Como el impuesto grava el consumo, y no el ahorro, los ricos pagan por IVA proporcionalmente menos.
Hay otra obviedad que se suele olvidar, el IVA supone un sobreprecio permanente. Nada es gratis y recaudar impuestos tampoco. Evidentemente, cuando se reduce el IVA, si hay competencia, los precios deberían bajar. Por el contrario, cuando sube el IVA, los precios de los productos y servicios deberían incrementarse. Lo segundo ocurre prácticamente siempre, y lo primero, que los precios bajen con una reducción del IVA, no siempre.
Por ejemplo, cuando se redujo el IVA a determinados servicios culturales, como el cine, el teatro o las artes escénicas, la reducción de precios fue muy inferior al coste presupuestario. En este punto, lo que resulta fundamental para tener una opinión formada es partir de los datos. Así, el estudio de Gomez Antonio, Del Moral y Hortas Rico detallaba como los empresarios culturales se quedaron con el 55% de la rebaja del IVA al cine, teatro… en 2016 y 2017. Curiosamente, esta rebaja del IVA a algunos sectores culturales era la medida fiscal más demanda por muchas fuerzas políticas, pero luego nadie ha evaluado cuál fue el efecto real.
Sin embargo, en el caso de los alimentos de la cesta de la compra, la rebaja si la notaron los consumidores. O más bien, la rebaja sí se produjo, pero lo que alivió fue la subida de los precios de casi todos los alimentos. Los investigadores Ángel M. Jorge, Javier Martínez Santos y Miguel Almunia realizaron un estudio para EsadeEcpol en el que se demostraba que más del 90% de la rebaja se había repercutido a los consumidores. Pero, esto no significa, necesariamente, que la rebaja fuese una buena idea, y que no haya que revertirla. Para empezar, la rebaja es cara, y supuso el pasado año 2023, 1.703 millones de euros de menor recaudación según los informes de la Agencia Tributaria. Éste fue el precio que pagamos para contener la inflación. Pero sólo la cesta de la compra, los alimentos, habían subido un 16% en el año anterior. Lo que supuso esta rebaja fue una reducción media del 3,5% de determinados alimentos.
Hay un par de cuestiones importantes más. La primera es que los 1.703 millones de euros no reducen permanentemente la inflación, sino que simplemente compran tiempo, a precio de oro. En algún momento, hay que volver a los tipos normales de IVA, o, mejor dicho, a tipo algo menos reducidos, y claro vuelve la inflación y el "terror en el supermercado." Eso sí, como la rebaja del IVA apenas redujo la inflación general, ahora el inevitable rebote no será precisamente "terrorífico".
La segunda cuestión es que las rentas más elevadas se beneficiaron más de esta rebaja que las rentas bajas. Según el estudio de EsadeEcpol, la primera decila, los hogares de menos renta se ahorraron de media 35 euros anuales. Sin embargo, la última decila, los más ricos, se ahorraron 85 euros al año. La razón no es que los más ricos coman más (y fumen puros como malvados capitalistas), y estén más gordos, y claro se vean beneficiados de una política fiscal pro-obesidad. No, los ricos no comen más pan que los pobres, lo que sí hacen es comprar un pan más caro (y a menudo en una panadería más cara). Por cierto, los problemas de obesidad afectan a todas las clases sociales, pero se ceban en las menos favorecidas en Occidente en el siglo XXI.
Para concluir, España necesita reducir su déficit público. Y todos nos beneficiamos de vivir en un país con unas finanzas públicas saneadas. Si, además, se quieren realizar políticas sociales más ambiciosas, entonces hay que pagarlas. El segundo instrumento más fiscal más recaudatorio, después del IRPF, es el IVA. Un estado moderno del bienestar necesita IRPF e IVA. El único país desarrollado que no tiene IVA es Estados Unidos, pero allí la sanidad no es universal ni pública, con lo que tienen menos necesidades recaudatorias. Más allá de eso, hay que recordar que "no se puede tener la economía, ni el estado del bienestar de Alemania con la presión fiscal de Tanzania". Y esa presión fiscal incluye fiscalidad sobre el consumo, y eso, necesariamente pasa por el IVA, y por un IVA a niveles normales.
Una política bien realizada de subvenciones a las rentas más bajas hubiese sido mucho más efectiva y barata que una rebaja del IVA de los alimentos cuando el precio de la cesta de la compra se disparó: 1.703 millones de euros es mucho dinero. Sin embargo, y siguiendo con las perogrulladas, 6.000 millones al año es una cifra muy superior. Esta cuantía, es el resultado recaudatorio de la reducción del fraude en el IVA, derivada del aumento de los pagos con tarjeta, según otro informe para EsadeEcpol, en este caso mío, y que ya comentamos aquí.
Esto fue posible por el cambio de hábitos con la pandemia, pero también por la adecuada explotación centralizada de la información realizada por la Agencia Tributaria. Por supuesto, eso se perderá como lágrimas en la lluvia si sigue adelante el troceamiento de la Agencia Tributaria, previsto en el acuerdo PSC-ERC. Creo que este acuerdo del cupo catalán debería preocuparnos más, mucho más, y no sólo por el bolsillo, que "el terror en el supermercado" de que el IVA, y la inflación, vayan volviendo a niveles normales.