*Por Rodolfo Felipe, director Control de Riesgos de Avalmadrid
El riesgo financiero es un término amplio cuya materialización se podría reflejar en situaciones que conlleven un impacto adverso, como la reducción de la rentabilidad, la pérdida de capital, las tensiones de tesorería y, posiblemente, el cierre de la empresa. Riesgo y recompensa tienden a tener una correlación directa: a mayor riesgo, mayor recompensa. En este contexto, los directivos empresariales tenemos la responsabilidad fiduciaria que implica proteger a nuestras empresas de la sobreexposición al riesgo financiero. Si bien nos centramos aquí en el riesgo financiero, es relevante mencionar la importancia creciente de los riesgos no financieros (principalmente los operacionales - procesos, recursos y sistemas, incluidos los ciberriesgos-, y los reputacionales), cuya adecuada gestión y control ha de asegurar la continuidad de la empresa.
Desde las áreas de Gestión y Control de Riesgos se aplica un enfoque preventivo para mitigar los riesgos financieros, abarcando su identificación, evaluación, supervisión, control y planificación para reducir su impacto. El primer paso es identificar los tipos de riesgo que podrían afectar a cada negocio, de modo que se comprendan sus particularidades y los potenciales impactos, lo que nos permitirá planificar mejor y aplicar medidas de mitigación más eficaces. En este terreno, es fundamental establecer un sistema de alertas que sirva como herramienta para asegurar la adecuación al perfil de riesgo y al apetito de riesgo de la empresa de acuerdo a los límites que se hayan implantado, y en consonancia con los presupuestos y los planes estratégicos aprobados con los cuales se retroalimentan.
España es, junto a Italia y Portugal, uno de los países de la UE con el mayor número de medianas y pequeñas empresas. El tamaño hace que los márgenes de maniobra ante situaciones imprevistas -o deficientemente previstas- sean más limitados. España cuenta con un escenario empresarial compuesto por 3,2 millones de empresas de las cuales un 99% corresponden a pymes. Esto refleja que las pymes son la columna vertebral de la economía española, en la que el 94% de sus empresas tiene una media de 1,7 empleados.
Somos uno de los países de la UE donde más empresas se crean, pero también donde se registra una mayor mortalidad empresarial. Según el barómetro del Consejo General de Gestores Administrativos, 700 mil pymes cerraron en pérdidas en 2023, unas 600 mil siguen con serios problemas de liquidez, y el 26% ha aumentado el endeudamiento durante ese año frente a un 39% de los negocios que lo ha reducido.
En la Comunidad de Madrid, con más de 500 mil empresas las cuales se ubican mayoritariamente en el sector Servicios, la esperanza de vida de las empresas continúa siendo algo superior a la media: en 2023 alcanzaba los 8,4 años frente a los 7,8 años en España. Las empresas que existen desde hace más de 10 años alcanzan los 15,7 an?os (en Espan?a, 14,7).
Las empresas con mayor esperanza de vida al nacer son, por sectores, las dedicadas a «Servicios a empresas y financieros» (10,2). Sin embargo, el segmento «Otros servicios» presenta mejores cifras si se consideran aquellas con más de 10 años de actividad (19,9), más alto que el de las empresas del sector «Servicios de distribución y hostelería», que presentan la menor esperanza a los diez an?os (11,7), o de la «Construccio?n», sector con menor esperanza de vida al nacer (5,9). Las pequen?as empresas (menos de 10 personas) y, en particular, las de menos de 3 trabajadores, presentan esperanzas de vida inferiores a la media (5,0 al nacer). Las medianas y grandes superan los 30 an?os (50,3 an?os en las de ma?s de 50 ocupados).
Al identificar, evaluar, controlar y supervisar los riesgos, una empresa está mejor posicionada para poder mitigar su impacto financiero y, consecuentemente, contribuir de modo sustancial a la continuidad de la empresa.
Dicha mitigación se lleva a cabo con una gestión efectiva del riesgo que reduzca el mismo minimizando sus efectos. Una medida adicional posible pasaría por transferir riesgos compartiendo los mismos con socios comerciales y/o con compañías de seguros de crédito y caución. Finalmente, nos quedaría la aceptación del riesgo remanente como parte consustancial del negocio que se realiza, asumiendo sus consecuencias dentro del perfil de riesgo que se ha fijado la compañía. Las empresas pueden optar por combinar varios enfoques para abordar tanto el riesgo financiero como el no financiero.
La CNMV y el Banco de España, junto a entidades colaboradoras, promueven el Día de la Educación Financiera, celebración a la que se suma Avalmadrid para concienciar a ciudadanos y empresas de la importancia de estar financieramente formados. Entre las pymes y autónomos tener una adecuada financiación es clave para abrir un negocio y poder expandirlo, a lo que contribuyen las Sociedades de Garantía Recíproca como Avalmadrid.
Sin duda, tener una buena salud financiera es imprescindible para mantener un negocio a flote y mejorar la toma de decisiones, más en tiempos de incertidumbre o crisis económica. Para ello, es fundamental realizar una correcta valoración de todas las variables que intervienen a la hora de emprender y desarrollar un negocio, evitando así cometer errores que afecten negativamente al asentamiento y al adecuado desarrollo de la empresa.
Las empresas no podemos eliminar todos los riesgos financieros, pero sí gestionar activamente su relación riesgo/recompensa. Si bien lo comentado anteriormente puede ayudar a minimizar los riesgos financieros (incluidos aquellos relativos al crédito, concentración, liquidez, solvencia, mercado, negocio y crecimiento, entre otros), es fundamental el hecho de comprenderlos, gestionarlos, controlarlos y mitigarlos para alcanzar y mantener el éxito de una compañía.