Euskadi lleva mucho tiempo siendo un referente mundial de la alimentación, un caso de éxito indiscutible sustentado en la calidad de nuestros productos y lo innovador de nuestras propuestas gastronómicas. Sin embargo, si echamos la vista atrás, aún después de haber entrado en el nuevo milenio, el alimentario seguía siendo un sector económico disperso y diseminado; un campo de batalla en el que cada uno hacía la guerra por su cuenta.
Carecía, por tanto, de una estructura sólida que le capacitara para hacer frente a los desafíos compartidos, y de un concepto de cadena de valor que pusiese de manifiesto su peso global en la economía vasca y la estrecha relación entre las diversas actividades que aglutina. Para desempeñar ese papel, para dotar al sector de la consolidación que necesitaba, nacía hace 15 años el Cluster de Alimentación de Euskadi.
Desde entonces, nuestra asociación ha ejercido de catalizador esencial para la estructuración y el desarrollo de la cadena de valor alimentaria vasca. Una cadena que abarca desde las actividades del sector primario hasta los canales retail y horeca, pasando por la industria transformadora de alimentos y bebidas, la distribución, los centros tecnológicos, universidades y otros agentes de conocimiento, sin olvidar a las industrias y servicios auxiliares. Se trata de eslabones que, por separado, no tienen un peso mayúsculo en términos económicos, pero vistos en su conjunto conforman un ecosistema robusto que nos da fuerza y visibilidad como sector. A día de hoy, esta cadena alimentaria aporta el 9,37% del PIB y el 13,58% del empleo en Euskadi.
Para recorrer con éxito este camino, resultó crucial el cambio de mentalidad que se produjo en las empresas al asimilar el poder de la colaboración. Cuando empezamos, se consideraban competidoras entre sí, eran reacias a revelar sus secretos al vecino. Ahora, en cambio, asumen que la partida se juega en un escenario global, y que sus mayores amenazas vienen de fuera.
Este paso fue determinante para establecer un ambiente de confianza indispensable a la hora de impulsar proyectos en cooperación que nos permiten avanzar de manera conjunta como sector. También cabe destacar como hito clave la inclusión de la alimentación como territorio de oportunidad en la estrategia RIS3 del Gobierno Vasco.
Cuando se constituyó el cluster, en 2009, lo hizo compuesto por una docena de compañías. Hoy, 15 años después y rebautizado como Basque Food Cluster desde 2022, nuestra base societaria acoge un total de 148 empresas y organizaciones pertenecientes a todos los eslabones de la cadena, que cooperan entre sí a través de proyectos de innovación colaborativa, iniciativas de I+D y actividades de formación y 'networking', con las que ayudamos a posicionar a nuestras empresas a la vanguardia del sector.
No obstante, los logros conseguidos no pueden hacernos olvidar que tenemos por delante múltiples retos que abordar para que la empresa alimentaria vasca siga siendo competitiva el día de mañana.
Las nuevas exigencias medioambientales y la trazabalidad, desafíos para el sector vasco de alimentación
En este sentido, la gran mayoría de las compañías que conforman el sector son pymes. Su consolidación y crecimiento serán esenciales, tanto para competir internacionalmente como para abordar la complejidad legislativa que les viene derivada de las nuevas exigencias medioambientales, un campo donde el exceso de burocracia amenaza con frenar el avance de la sostenibilidad.
A su vez, será crucial atraer y fidelizar talento con el objetivo de acometer un relevo generacional que se presume especialmente urgente. Otros de los desafíos incluyen la digitalización y trazabilidad de toda la cadena de valor, así como el estudio al detalle de las necesidades de las personas consumidoras y sus cambios de hábitos para anticiparse a ellos.
En definitiva, desde Basque Food Cluster hemos desempeñado un papel fundamental durante estos tres lustros, contribuyendo a la transformación de la cadena alimentaria vasca en un referente de cohesión, innovación empresarial y competitividad. A medida que vayamos haciendo frente a un futuro todavía incierto, la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos y la colaboración seguirán formando parte de nuestro ADN, y ejerciendo de fuerza motora esencial para continuar guiando al sector alimentario vasco por la senda del crecimiento sostenible.
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