
El pool de fondos propietarios de Celsa que lideran Attestor y SVP lanzó en febrero la desinversión de las filiales en Polonia, Reino Unido y Noruega.
Estas ventas son obligadas para paliar la delicada situación económica de la compañía, lastrada por la mala gestión de los Rubiralta, sus anteriores propietarios, que fueron incapaces de reflotar la firma pese a recibir 550 millones del fondo de rescate. Por fortuna para Celsa, todo apunta a que la venta de estas divisiones van por buen camino. No en vano, la siderúrgica ya negocia con Emirates Steel, controlada por el fondo soberano ADQ, para hacerse con las tres filiales que están valoradas en unos 1.000 millones. Una operación de adelgazamiento que en caso de concretarse permitirá a Celsa afrontar el futuro con más optimismo.